Resulta desalentador leer la prensa, escuchar las noticias cada mañana. Lo de menos ya es la indignación, lo de más el temor que suscita el imparable deterioro de nuestras instituciones democráticas. Siento una profunda preocupación respecto a la politización de la justicia. No puede ser que un problema político de la magnitud del independentismo catalán se ventile en sede judicial. La cárcel nada arreglará. No se trata solo de unos dirigentes insumisos, se trata de más de dos millones de personas que demandan un marco de convivencia diferente.
Resulta penoso comprobar que allí donde pongas el dedo en cualquier parte del cuerpo del Estado salte un chorro de pus, sea en el sur, en el centro, en oriente u occidente. Nadie dimite, nadie se acuerda, nadie sabe ¡Qué la justicia decida! Si lo hace diez o quince años más tarde, mejor. Las responsabilidades políticas no pasan factura. El despilfarro, la falta de control y las oportunidades perdidas por nuestros gobernantes de turno no son políticamente relevantes. Lo importante es lo que opine el juez, "nuestro" juez.
Resulta tedioso ver y escuchar a los informadores y contertulios de la televisión pública. Me refiero a esa privada y financiada con dinero público. Lo único que le falta, antes del telediario, es una gaviota planeando en un cielo de color azul. Muy triste enterarse que enchironan o imputan al que mueve los hilos de una marioneta por terrorismo, a otro por quemar la enseña, a otro por insultar al jefe del Estado y a otro por cagarse en la divinidad. De todos ellos, el más chusco es el último caso. Se me ocurre que resulta mucho más pernicioso ciscarse en la gente, en los hechos, que en el Olimpo, en los dichos. Igual da. Perseguir a tan "depravados" individuos da votos.
Resulta cínico hablar de las maravillas de la recuperación económica. De hecho, día por medio, las calles se llenan de pensionistas, mujeres, empleados de la salud, de la educación y de los que vendrán. No se engañen lo hacen por puro agradecimiento. Se ha reactivado el sector inmobiliario, las casas se venden y los alquileres se disparan. El paro ha disminuido de manera espectacular. Donde había un puesto de trabajo ahora hay dos. El dos por uno funciona. Si uno cobraba 1500 ahora dos cobran 750. Por lo demás el número de millonarios ha aumentado y con ello el número de posibles obras de caridad ¡Llegó la bonanza!
¿Qué más? Se me olvidaba. Parecería que una de las instituciones patrias incorruptas era la Universidad. Pues bien, está mañana se nubló de mala manera el cielo con el culebrón del máster de Cristina. Que no lo tenga y diga que lo tiene es otra matufia a la que, los del PP, nos tienen acostumbrados. Lo peor, si llega a ser cierto, es que un Rector Magnífico y dos eximios catedráticos juren en falso. Lo peor que prevariquen. Tan escandaloso es que un juez dicte, a sabiendas, una sentencia injusta, como que un profesor cometa tal atropello. Deseo que tales sospechas no se confirmen.
Soy muy pesimista.
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