Afirma que la 'Operación Bocata', que se celebra el próximo jueves, es "algo más que un bocadillo, es lo que representa, darse cuenta de que hay otras necesidades"
Mercedes Marcos, presidenta de Manos Unidas Salamanca desde octubre de 2016, en sustitución de Loli Hontiveros. Una ONGD, que nació en Madrid en 1955 de la mano de un grupo de mujeres que le declararon la guerra al hambre y que lucha por erradicar la pobreza en cualquier parte del planeta. Para ello, con el lema 'Comparte lo que importa', las aportaciones de los ciudadanos resultan fundamentales y se consiguen principalmente de donaciones y de la 'Operación Bocata', la actividad en la que se vuelva la sociedad salmantina cada año.
El próximo jueves, 22 de enero, se celebra la tradicional 'Operación Bocata' que nació en Salamanca y ahora organizan en otras localidades.
Ya hay delegaciones que la organizan, con certeza no se sabe cuándo comenzó aunque se cree que fue iniciativa de unos jóvenes en el Colegio de los Jesuitas. Para nosotros, en Salamanca, es la principal fuente de recaudación, junto con la Bienal de Artistas Salmantinos, aunque son públicos diferentes. La 'Operación Bocata' es algo popular, se ha convertido en una actividad estrella. El precio de 3,50 euros, bocadillo y botella de agua, no es excesivamente barato pero es un acto solidario y se ha convertido en una jornada de convivencia en muchos colegios. Es algo más que un bocadillo, es lo que representa, darse cuenta de que hay otras necesidades, otras personas tienen problemas mucho más importantes porque no tienen para comer.
¿Somos conscientes de que somos privilegiados por nacer aquí y no en otro lugar con 815 millones de personas que pasan hambre?
No somos conscientes de esta realidad, es imposible y sí lo somos, nos convierte e inhumanos. Hay 40 millones de niños obesos en el mundo y 51 millones de niños hambrientos.
¿Cómo se ha llegado a esta situación, cada vez más personas que no tienen comida?
Porque el ser humano quiere más y más, si no se pone límite llegamos a la obesidad, al despilfarro. Hay que fijarnos en el otro, es una manera de poner límite. Estamos vacíos, estamos fallando nosotros. Si nos miramos, agrandamos nuestros problemas y aminoramos los que tienen los otros. Si somos capaces de mirar más allá, relativizamos lo nuestro. Aquí hay problemas, todos tenemos, pero otros también los tienen y además no tienen comida, se mueren de hambre. No pueden trabajar, les explotan, los secuestran?todo en contra y esas calamidades no las tenemos aquí.
¿Cómo se puede evitar o ayudar a paliar la situación?
Cuando voy a colegios a dar charlas, les digo a los estudiantes que piensen que hay millones de personas que no tienen para comer nunca y pido doble acción. Unos céntimos, lo que puedan apartar cada día y una oración. No veo otra manera. Reflexionando, uno es capaz de ponerse en el dolor ajeno. 'Comparte lo que importa', Manos Unidas no pide más. Ofrecer lo bueno y acoger el dolor, no sé hacerlo de otra manera.
"Somos unos privilegiados y no nos damos cuenta, hay 51 millones de niños en el mundo que pasan hambre"
Todas las actividades de Manos Unidas tienen como objetivo recaudar fondos para desarrollar proyectos. Este año, Guatemala, Etiopía y Camerún son los destinatarios. ¿Cómo lo reciben?
Es emocionante. Manos Unidas servicios centrales organiza cada año la visita a tres países para conocer los proyectos financiados. Este año ha ido una de nuestras voluntarias de Salamanca, Lorena, a Etiopía. El agradecimiento de las personas de allí emociona.
¿Qué criterios siguen para elegir un país y desarrollar allí el proyecto?
Un país tiene una necesidad y se la cuentan principalmente a los misioneros, que son nuestros enlaces. Manos Unidas le pide un informe detallado, nunca financia un proyecto al 100%. Ellos tienen que aportar hasta un 25% de su trabajo y siempre garantizando la continuidad del proyecto. Este año en Salamanca hemos elegido Etiopía porque una de nuestras voluntarias ha estado allí, se hará un centro escolar; Camerún porque el proyecto es de educación para escolares desplazados por la guerra, y en Guatemala, un proyecto agroalimentario. Es importante destacar que el 93% del dinero que se recauda en las distintas campañas llega al proyecto, la mayoría somos voluntarios.
Más de un año como presidenta, ¿cómo ha vivido esta nueva etapa?
Llevaba en Manos Unidas desde 2005 y en el año 2016 me pidieron que fuera presidenta y acepté, aunque al principio con susto porque ni de lejos pensé en serlo. Al jubilarme, quería dedicarme a la oración y a dirigir grupos de oración para adultos en parroquias. Estaba encantada con esa faceta, había sido catequista. En septiembre de 2016 me nombraron coordinadora de talleres de oración y justo después, presidenta de Manos Unidas. Ahí es cuando empecé a conocer la organización y el funcionamiento. Y reflexionando sobre mi primer año puedo decir que he sido testigo de milagros. Se recibe mucho más de lo que se da. La alegría de ver que somos capaces de renunciar a algo para ayudar a otros y cuánto le sirve con una pequeña donación.
¿Suficientes los socios actuales en Salamanca?
Nunca es suficiente. Tenemos 1.540, con nuevos socios los últimos días. Cualquiera que venga siempre es bienvenido. Puedo hacerlo aportando la cantidad que pueda con una cuota.
Y labor importante también la de los voluntarios.
Así es. Tenemos 42 en total, la mayoría jubilados, de los que 35, ocho hombres, están en activo. Su trabajo está repartido por departamentos: parroquias, educación, artistas, bocata, en la sede? Luego en momentos puntuales, todos valemos para todo, de verdad somos Manos Unidas.
¿Qué le pide a la sociedad salmantina?
Que mire más allá de sí misma, que levante la mirada y la fije en el necesitado. Hay que ser menos superficial.
¿Somos solidarios?
Somos muy solidarios, pero nunca es suficiente vistas las necesidades. Los animo a que se hagan socios, que contribuyan con la cantidad que puedan, somos muy transparentes.