San Blas telonea a lo grande el Carnaval desde un escenario de cine

Lo temprano que cae este año el Carnaval del Toro 2018 ha hecho que la clásica festividad de San Blas se enmarque en pleno preCarnaval, como ocurrió por última vez hace un par de años, cuando se celebró a sólo dos días del arranque de las fiestas grandes de Miróbriga.

Además de que este año hay algunos días más de distancia entre el patrón de las gargantas y el Campanazo, la diferencia más importante es que en aquella ocasión la festividad cayó en miércoles, mientras que este año lo ha hecho en sábado, lo que ha permitido que muchos más mirobrigenses se hayan sumado al 'calentamiento' que supone San Blas a nivel festivo.

Asimismo, la celebración de este año también ha sido un 'ensayo' del frío que parece que va a tocar sufrir durante los días de Carnaval. En este sentido, la mañana de San Blas contó con bajas temperaturas, permaneciendo el cielo nublado prácticamente en todo momento, aunque sin riesgo de lluvia (las previsiones sí dan agua para el tramo de tarde de la festividad).

Los actos festivos se desarrollaron siguiendo la tónica habitual de los últimos años, sin que se haya producido ningún cambio pese a que el Monasterio de La Caridad que es epicentro de la fiesta esté 'a medio reformar', tras comenzar una profunda intervención para convertirlo en hotel que por el momento parece que está totalmente parada.

De este modo, los mirobrigenses han podido peregrinar en busca de su gargantilla hasta el Monasterio tras contemplarlo en la pantalla grande en su debut cinematográfico en la película Que baje Dios y lo vea, que justo estos días vuelve a estar en la cartelera del Cine Juventud. Al igual que el Monasterio que aparece en la película, llamado San Teodosio, el escenario real también espera que pueda completarse la reforma.

Como decíamos, los actos siguieron el esquema habitual, comenzando con la procesión de la imagen de San Blas hasta el vecino agregado de Sanjuanejo para regresar a continuación al Monasterio, cuya Capilla acogió la habitual eucaristía, todo ello animado musicalmente por los tamborileros José Ramón Cid Cebrián y Juan Antonio Muñoz. Los actos religiosos fueron presididos por el Obispo Civitatense, Raúl Berzosa, quién estuvo acompañado de varios sacerdotes más, entre ellos Bernardino San Nicasio, el párroco de Sanjuanejo.

Precisamente, en relación a la Parroquia, el Obispo propuso al concluir la misa que, como el Monasterio está en delicadas condiciones, y no se sabe en qué manos acabará, que las dos imágenes existentes de San Blas estén durante el año en la Parroquia de Sanjuanejo y que sólo se lleven hasta el Monasterio en el momento de la festividad, para evitar también así robos y expolios.

En ese tramo final de la misa, se produjo el cambio de varas, dando el relevo la familia Paniagua Martín a los hermanos Benito, María del Rocío y María Teresa Risueño. En esos mismos instantes el Obispo bendijo las 16.000 gargantillas que había listas para ponerlas a la venta a un precio de 0,40 céntimos cada una.

Antes de iniciarse la venta, se obligó a desalojar toda la capilla (o casi toda), al mismo tiempo que Bernardino San Nicasio daba a besar la reliquia de San Blas. Sin ningún aviso concreto, toda la gente que estaba congregada a las puertas entró de nuevo en tropel en busca de la cinta que debe proteger las gargantas hasta el Miércoles de Ceniza. Como es 'tradición', esta venta fue un poco caótica, al no haber filas claramente establecidas (se pusieron un par de vallas, pero molestaron más que otra cosa).

Poco a poco, los cofrades de San Blas (que podían coger una gargantilla roja en otro punto) se fueron dirigiendo hasta Sanjuanejo, para disfrutar en unas carpas colocadas en su plaza central de un convite, al mismo tiempo que se iniciaba una larga peregrinación de mirobrigenses hasta el Monasterio, de la que serán protagonistas destacados durante toda la jornada los jóvenes.