La Policía detiene a un ciudadano que pretendía comprar coca en el club de alterne y que la emprendió a tiros contra todo el mundo cuando le dijeron que ahí no se vendía droga
Según informaba ayer El Confidencial, el joven salmantino apenas contaba 24 años cuando caminaba poco después de las 5:30 de la madrugada del pasado jueves por la calle Pensamiento. Tenía ganas de guerra y decidió acercarse a la puerta del club de alterne Sapphire, situado en el madrileño barrio de Tetuán. "Quiero comprar coca", le dijo al portero que guardaba la entrada de la sauna, un tipo de Europa del Este con las espaldas anchas y cara de no pasar ni una. El interpelado, que en ese momento se encontraba hablando con otras dos personas, no se cortó un pelo y contestó con contundencia. "Aquí no vendemos droga, vete", zanjó el guardián del establecimiento al tiempo que expulsaba al intruso.
La respuesta, sin embargo, no gustó al recién llegado, que se marchó del lugar, pero regresó a los pocos minutos. A su vuelta, se puso frente al portero, introdujo la mano en el interior de su abrigo azul y sacó un revólver del calibre 38 plateado con el mango negro y seis balas en la recámara. Acto seguido, levantó el brazo, apretó la empuñadura y apuntó a su interlocutor y a sus dos acompañantes, que vieron su vida pasar en pocos segundos. "Os voy a matar", gritó justo antes de apretar el gatillo cinco veces. Los proyectiles impactaron contra el cristal blindado que en esos momentos separaba al agresor de sus víctimas, extremo que los tres atacados descubrieron más tarde, añade el diario digital.
En ese instante, y al no ver la consecuencia de los disparos por ningún lado, el portero creyó que la pistola era de fogueo y que, por lo tanto, el asaltante solo había provocado ruido con su arma de mentira. Por eso salió a por él como si no hubiera mañana. Al verlo abalanzarse hacia su persona cual 'guerrero' de lucha libre, el pistolero comenzó a correr en sentido contrario. Huyó pitando por la calle del General Varela, luego por Sor Ángela de la Cruz y a continuación por Orense en dirección a Francisco Gervás. El portero lo siguió en todo momento a pocos metros de distancia mientras los vecinos alertaban a la Policía Nacional, reza la información.
En pocos minutos, un coche patrulla se personó en el local. Los dos acompañantes del guardia de seguridad y el propio encargado, que había salido a la puerta al oír las detonaciones, indicaron a los dos agentes lo que había ocurrido, les mostraron las balas incrustadas en el cristal, les enseñaron los casquillos en el suelo y les señalaron el camino por donde había huido el asaltante. Les contaron también que el portero le estaba pisando los talones.
Esta última información provocó la rápida reacción de los policías, que corrieron también en la dirección indicada. Cuando detectaron al guardia de la entrada, se acercaron a él y este les reveló el paradero del malhechor. "Está allí, a 50 metros; ese es el que me ha disparado", les dijo el hombre. Los funcionarios le localizaron visualmente y comenzaron a acercarse con cautela. Sabían que al joven aún le quedaba una bala en la recámara, por eso se atrincheraron cuando había 20 metros de distancia entre ellos y la amenaza.
En ese momento, el presunto delincuente se percató de la presencia policial. Se aproximó a unos contenedores y arrojó ahí el revólver. Los agentes se lanzaron a por él cada uno por un lado, lo redujeron y le cachearon exhaustivamente para comprobar que no llevaba arma alguna. Tan solo portaba su documentación y efectos personales. Los funcionarios le pusieron los grilletes al tiempo que el portero se acercó para confirmarles que se trataba del individuo que le había disparado poco antes. Luego, metieron al agresor en el vehículo patrulla mientras este miraba con odio y gritaba al responsable de su detención.
"Tú, búlgaro, sé que trabajas para Iván; yo me comeré los tres días, pero cuando salga voy a volver para matarte", amenazó el recién arrestado, que acto seguido se dirigió a sus captores. "Se ha librado, porque me lo iba a cargar", le dijo a uno de los funcionarios mientras su compañero extraía la pistola del contenedor con unos guantes de plástico. Este último comprobó que el arma tenía cinco balas disparadas, sacó los cartuchos detonados y el que aún seguía en la recámara, los introdujo todos en un sobre y los guardó para entregarlos en sede policial.
En paralelo, otros dos agentes llegan al Sapphire, donde se habían agolpado clientes y personal del establecimiento visiblemente alterados. Al no saber si el pistolero se encontraba en el interior del local o había huido, los policías accedieron a la sauna ?según detalla el atestado policial al que ha tenido acceso El Confidencial? "con el fin de localizar y detener al autor de los disparos así como para socorrer a las posibles víctimas". Tras cerciorarse de que el agresor no estaba allí, salieron al exterior, desalojaron el establecimiento y acordonaron la zona, momento en el que llegaron sus compañeros con el detenido.