Juan Ignacio Pérez-Tabernero Sánchez, titular de esta emblemática ganadería, acaba de ser galardonado con el tercer Premio Tauromaquia de Castilla y Léon
Las temperaturas rozan los cero grados. Acaba el año y azota el invierno. El frío del Campo Charro con la serenidad que da el toro bravo. En Linejo pasta la camada de 2018 de la emblemática ganadería de Montalvo. Ya está todo vendido para la próxima temporada.
Juan Ignacio Pérez-Tabernero Sánchez, titular de este emblemático hierro que acaba de ser galardonado con el tercer Premio Tauromaquia de Castilla y Léon, es descendiente directo de una estirpe de ganaderos que se remonta a la ganadería fundada por su antepasado Fernando Pérez-Tabernero en 1884 en Salamanca, que han contribuido de forma decisiva a cambiar la orientación productiva de la ganadería de lidia.
El ganadero reconoce que el camino no ha sido fácil pero la satisfacción estos días es mayúscula por tan prestigioso galardón. "La alegría es bárbara pero no me lo tomo como un reconocimiento a mi persona, me lo tomo como un premio a la trayectoria de la familia Pérez Tabernero y, por supuesto, un reconocimiento a la labor de todos los ganaderos tanto de Salamanca como de fuera de la provincia", explica.
Ha logrado desarrollar una ganadería moderna de reses bravas con excelentes resultados a lo largo de su historia. "Los triunfos gracias a Dios han sido muchos pero también muchos fracasos. En lo que respecta a la temporada pasada la defino como satisfactoria con triunfos importantes en plazas como Palencia, Salamanca, Torrejón de Ardoz o Dax. Sin ser una temporada excepcional, sí ha sido satisfactoria", añade.
Según explica, el tipo de toro que se busca es un "toro bravo, con trasmisión, que humille, que vaya largo en el capote y en la muleta". A su juicio, "con una o dos veces que el toro vaya al caballo es suficiente". "No se puede gastar el toro al completo en el tercio de varas aunque muchos ganaderos sea, por el contrario, lo que le dan mayor prioridad. Yo desde luego no. Hemos logrado que nuestros toros evolucionen en positivo, que duren más, que humillen y sobre todo que trasmitan emoción en todos los tercios, pues considero todo igual de importante. Por supuesto que eso no lo hemos logrado en todos los toros, pero sí hemos logrado cierta regularidad", dice.
Los ganaderos, a su juicio, son los más perjudicados en esta realidad incierta que vive la Fiesta de los toros. "La crisis y la incertidumbre ha logrado que los ganaderos hagamos los deberes y lo hemos hecho reduciendo el número de vacas, quedándonos solo con lo mejor y lo hemos hecho con un objetivo: adecuar la oferta y la demanda. A pesar de que ahora están más igualados estos conceptos, no hemos conseguido subir los precios. Yo estoy cobrando prácticamente lo mismo por mis toros ahora en algunas plazas que lo que cobraba en 1993 y los costes sin embargo sí me han subido. Llega un momento en el que mantener una ganadería de bravo como ésta no es rentable, tienes que ser muy romántico. No es fácil el día a día", asegura.
"A los ganaderos nos exigen muchísimo, tenemos que criar un animal con el filtro de los reconocimientos, con importante trapío que es lo que más se nos exige, algo que para mí es muy subjetivo. ¿A los toreros qué se le exige? Muchísimo menos. Cuando acaban la faena se le pregunta únicamente a ellos, y a los ganaderos nada. Yo cuando han retransmitido mis corridas también me hubiera gustado hacer una valoración de lo que yo he visto, que muchas veces no es lo que ha visto el matador", añade.
Le entristece pensar en el futuro de la Fiesta. Su objetivo como profesional de esto no es otro que pedir que se cambie el mensaje que se está transmitiendo, que el sector se involucre, que se innove y que "desaparezcan ciertos taurinos que no hacen bien al futuro". Para Juan Ignacio, si esto no cambia, el espectáculo quedará como "algo rancio y obsoleto".
De cara a 2018, aunque prefiere no avanzar las tardes que tiene firmadas, asegura que toda la camada está vendida, algo que demuestra la fidelidad del sector a este hierro que no hace sino aumentar cada temporada su leyenda. Su historia. La historia de una ganadería respetada y consolidada.