CIUDAD RODRIGO | Los cambios en el sector de la hostelería hacen que numerosos mirobrigenses 'estrenen' Nochevieja
Ciudad Rodrigo dio la bienvenida al 2018 con una multitudinaria Nochevieja donde lo más relevante fue que muchos mirobrigenses tuvieron que cambiar sus planes respecto a lo que hicieron en la misma velada del año pasado debido a las notorias variaciones acaecidas en el sector de la hostelería.
Por un lado, el Palacio de Montarco no organizó cotillón (según comunicó a sus clientes hace unas semanas, debido a unas obras en la instalación), después de haber concentrado en las últimas Nocheviejas a varios cientos de jóvenes, que evidentemente este año tuvieron que recurrir a otras opciones.
Como los Hoteles Conde Rodrigo tampoco organizaron cotillón este año (es el 2º año consecutivo que optan por hacer únicamente una Gran Cena de Gala en su establecimiento de la Plazuela de San Salvador), la única opción para disfrutar de una fiesta de este tipo ?dejando a un lado el Casino, donde pudieron ir socios e invitados- fue el Yoanna Irish Pub. Este establecimiento vivió la situación inversa: tras dos Nocheviejas sin hacer cotillón, en esta ocasión recuperaron este formato, permitiendo disfrutar a sus clientes de una noche más cómoda debido a que de este modo el aforo está controlado y se evitan agobios.
Al igual que había ocurrido siete días antes en Nochebuena, el Yoanna Irish Pub contó con servicio de guardarropa gratuito y con DJ Yayi, que volvió a hacer sonar La Campana Gorda cuando quedan ya menos de 6 semanas para la llegada de las fiestas grandes de Miróbriga.
Estas variaciones hicieron que muchos mirobrigenses optasen por hacer bajo una potente luna llena una ruta de bares, deparando una Nochevieja muy callejera que se vio favorecida por la 'buena' climatología: aunque hizo frío como es lógico por estas fechas, no fue ni mucho menos tan extremo como en años anteriores. Por ejemplo, a las 7 de la mañana, el termómetro de la Plaza Mayor marcaba unos más que aceptables 6 grados de temperatura.
Respecto a la ruta de bares, hubo otra novedad muy significativa: al igual que en Nochebuena, no abrió sus puertas La Glorieta, que por ejemplo en la Nochevieja del año pasado estuvo atestada de jóvenes. Todos esos cambios en la hostelería hicieron cambiar los ritmos de la Nochevieja, registrándose por ejemplo una gran afluencia de público en los bares de la calle Peramato, el Jois y La Comisaría. También hubo movimiento en otros bares de la zona que estuvieron abiertos, como El Decano y el Camarosa.
Ya en el centro histórico, hubo mucho movimiento a lo largo de toda la noche en todos los bares de la zona de la calle Toro y la Plazuela del Buen Alcalde, tanto en los 'clásicos' para los jóvenes como La Tertulia, El Patio o El Arco, así como en otros para un público un poco más 'adulto' como La Plazuela. Mientras, en la zona de La Colada, el epicentro volvió a ser el Excalibur, donde fue difícil hacerse hueco durante buena parte de la noche. Como es habitual, según avanzó la velada, los jóvenes se fueron concentrando en el establecimiento situado justo enfrente, el Small's.
Uno de los aspectos más positivos de esta Nochevieja es que transcurrió con mucha tranquilidad, sin ningún suceso de relevancia. Según confirmaron en la mañana de Año Nuevo a Ciudad Rodrigo Al Día desde la sala de operaciones del 112, únicamente se registraron dos incidencias que requirieran de intervención policial o sanitaria. Fueron concretamente dos avisos solicitando asistencia sanitaria, para sendas personas que se encontraban mal, una en un domicilio y otra en plena calle.
En una noche tan larga como es siempre la de Nochevieja, el goteo de personas de regreso hacia sus casas es constante. Los que lo hicieron con la noche ya avanzada, seguramente se encontraron con el camión de la basura que estuvo recogiendo los contenedores así como con algún que otro barrendero (en la mañana de Año Nuevo quedaban algunos 'restos' de la Nochevieja en las calles, pero no demasiados).
En ese regreso a casa, hubo unas cuantas personas que optaron por hacer una parada en la churrería del Centro Comercial, para llenar el estómago con un chocolate con churros antes de irse definitivamente a la cama.