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“Podemos y debemos cuestionar los viejos mitos y prejuicios de la vida sexual y amorosa”
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Féliz López, catedrático de psicología de la sexualidad

“Podemos y debemos cuestionar los viejos mitos y prejuicios de la vida sexual y amorosa”

Actualizado 11/12/2017
Redacción

El catedrático de la USAL coordina un nuevo trabajo con las unidades didácticas de la 'Ética de las relaciones sexuales y amorosas'

El catedrático de Psicología de la Sexualidad de la USAL, Félix López, que también es colaborador de SALAMANCArtv AL DÍA, ha coordinado un trabajo muy interesante. Se trata de unas unidades didácticas relacionadas con sus últimos libros sobre la ética de las relaciones sexuales y amorosas.

"Estos contenidos se fundamentan en una concepción socrática de la ética, caracterizada por intentar responder a una pregunta: ¿cómo vale la pena vivir, qué es la vida buena?", avanza el autor.

Además, sostiene que "en el caso de la vida sexual y amorosa, podemos y debemos cuestionar los viejos mitos y prejuicios sobre la sexualidad, descubriendo su inconsistencia y la función que han tenido a lo largo de la historia".

Prólogo de 'Eduación sexual y ética de las relaciones sexuales y amorosas' (Unidades Didácticas), coordinado por Félix López Sánchez

¿Por qué incluir contenidos éticos en educación sexual? Ésta es la pregunta que me planteé hace años y que me ha obligado a repensar, estudiar y finalmente escribir dos libros: "Ética de las relaciones sexuales y amorosas", como fundamentación, y "Educación sexual y ética", como programa de intervención, que puede y debe completar la educación sexual.

Estos contenidos se fundamentan en una concepción socrática de la ética, caracterizada por intentar responder a una pregunta: ¿cómo vale la pena vivir, qué es la vida buena? Sócrates comprendió que hay muchas preguntas a las cuales no podemos responder, como ocurre con las grandes cuestiones filosóficas a las que habían dedicado muchos esfuerzos sus antecesores. Estos esfuerzos están llenos de sentido, independientemente del éxito logrado con estas reflexiones. Pero hay una cuestión que no podemos eludir y que, aun en medio de las dudas, tenemos que responder queramos o no queramos, con argumentos o sin ellos, porque la vida nos obliga continuamente a decidir. Podemos analizar, sopesar, valorar las consecuencias para nosotros y los demás, argumentar y decidir la mejor forma de vivir; o actuar de forma irreflexiva e irresponsable. Vivir, en el caso de la especie humana, es decidir, porque somos una especie que tiene un margen de libertad.

En el caso de la vida sexual y amorosa, podemos y debemos cuestionar los viejos mitos y prejuicios sobre la sexualidad, descubriendo su inconsistencia y la función que han tenido a lo largo de la historia. Esta crítica ha tardado en abrirse camino por la alianza entre los poderes religiosos, políticos y científicos, rota solo tras la secularización, el predominio de las sociedades liberales, los conocimientos científicos del siglo XX y la lucha de numerosos colectivos como el feminismo y las minorías sexuales.

Pero debemos analizar, sopesar, valorar las consecuencias y argumentar para cuestionar también los nuevos mitos sobre la sexualidad, propios de una sociedad de mercado en la que también las relaciones sexuales y amorosas se han convertido, en un producto más de consumo. Es así como esta sociedad de mercado no conoce límites y usa la pulsión sexual asociada a la publicidad de numerosos productos de todo tipo, como reclamo de los consumidores, vende todo tipo de productos sexuales (supuestamente culturales, afrodisiacos, compre-venta de personas para la actividad sexual, fármacos, drogas, etc.) y manipula el deseo de seducir para conseguir inversiones en cirugía corporal, cosméticos y multitud de tratamientos (para favorecer el éxito en el mercado de la seducción).

De esta forma se confunde lo que es cierto y maravilloso, que la sexualidad es una actividad placentera y saludable, premiada por la naturaleza con un intenso placer, con lo que no solo es una creencia errónea, sino una nueva manipulación: la actividad sexual es una condición necesaria a la salud, como defendiera el primer Freud y W. Reich. Finalmente, la actividad sexual se hace comercialmente un consumo obligatorio, de la esclavitud religioso moral a la esclavitud del mercado.

El resultado es que tantas veces, y son solo algunos ejemplos, se hace educación sexual como si todos los adolescentes, desde la primera adolescencia, tuvieran o debieran tener actividad sexual, incluida la coital, los personas viejas deben hacer lo posible por parecer y vivir como jóvenes, incluyendo la obligación de tener actividad sexual y todos deberíamos seguir el modelo sexual y amoroso del "poliamor". El mercado, al cual siguen no pocos profesionales, como antes hizo la ciencia con la religión, prometiendo la felicidad. Placer y felicidad se presentan como si fueran una misma cosa, la felicidad al alcance de la mano.

Y todo ello, desde una concepción individualista de derechos y valores, en nombre de los cuales cada uno debe ocuparse de su propio placer; el placer o la insatisfacción de la persona que tenemos entre los brazos es "su problema".

De la represión a la obligación, de la monogamia al "poliamor", de la contención a la necesidad de experimentar todo, de la condescendencia y sumisión (como se le pedía a la mujer) al egoísmo y placer de cada uno, del paraíso celeste al paraíso terrenal del consumo, etc. Es así como, con demasiada frecuencia, convertimos la actividad sexual y amorosa "en un campo de minas", lleno de sorpresas y sufrimientos, errores y frustraciones.

La ética que proponemos se basa en un concepto positivo de la sexualidad, dimensión que nos lleva a buscar el placer, el gozo y el bienestar con otras personas. Y para ello, para evitar errores, frustraciones y sufrimientos propios o ajenos, proponemos una ética basada en la libertad, la dignidad, la justicia, la igualdad y la empatía; basada no en una casuística moral, sino en una serie de principios argumentados: ética de consentimiento (frente a toda forma de violencia o coerción), ética del placer compartido y el bienestar (frente a la instrumentalización y el egoísmo individualista), ética de la igualdad (entre hombres y mujeres), ética de la lealtad (frente al engaño y la manipulación), ética de la salud (frente a las prácticas de riesgo), ética de la diversidad (frente al rechazo de las minorías sexuales saludables y los modelos de belleza dominantes), ética de los cuidados en la pareja y con las crías y ética de la vinculación y la desvinculación amorosa. Una ética de la libertad basada en el uso inteligente de la razón y las emociones, que reconoce que somos seres para el contacto y la vinculación, conscientes de que el placer y el bienestar dependen, en gran medida, de cómo nos relacionamos con los demás.

Una ética aplicada a las relaciones sexuales y amorosas, en la pareja o en las relaciones ocasionales, para favorecer el placer y el bienestar personal y de las personas que besamos, abrazamos, acariciamos y queremos.

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