De ahí que pueda considerarse el alto valor de la trashumancia como elemento estructurante del territorio, especialmente en áreas rurales en las que ejerce funciones muy precisas de articulación espacial. Este hecho se ha puesto de relieve en aquellas áreas en las que la trashumancia ha decaído o dejado de existir, advirtiéndose entonces un verdadero vacío funcional que repercute en la pérdida de insumos económicos en tales espacios rurales: los antiguos «puertos» y demás áreas de pastoreo pierden valor económico y quedan abandonados generando nuevas problemáticas ambientales y demográficas, se produce la pérdida de empleo antes dedicado a labores pecuarias y pierden también vigor las localidades en las que se generaban actividades económicas vinculadas (Mataderos, transporte de ganados, aprovisionamientos, instalaciones textiles, etc.).
En suma, un proceso degenerativo del tejido social y territorial, al que sólo se puede poner freno con prácticas que traten de activar dichos espacios con otros ingredientes de componente económico y social, compatibles con unos medios caracterizados por su alta sensibilidad ante cualquier tipo de actuación.
La implantación de actividades de turismo rural ha supuesto en los últimos tiempos un cierto aliciente en lo que se refiere a la revitalización de los espacios mencionados.
En ocasiones, la atracción turística estaría motivada por el conocimiento del pasado trashumante, de sus principales eventos como ferias o fiestas y desde hace muy poco tiempo en algunas ofertas realizadas, la posibilidad de conocer «en vivo» la propia trashumancia pudiendo participar de sus actividades, por ejemplo, acompañando rebaños en sus desplazamientos o visitando áreas de pastoreo y majadas o corrales de ganado en recorridos culturales, resultando además un evidente atractivo para las labores pedagógicas en los distintos niveles educativos, en los que la visita al objeto de estudio supone una actividad recomendada u obligada .
La trashumancia como tal conjunto de actividades y repercusiones territoriales se presenta hoy como un verdadero modelo social y económico para muchas comarcas españolas, pero más que emular su pasado, lo que corresponde en el momento presente es valorar la posibilidad de mantener activos algunos de sus tradicionales parámetros, es decir, incentivar su existencia en aquellos espacios y enclaves en los que aún es plausible y emplear su legado histórico, socioeconómico, territorial y cultural, como elementos al servicio de nuevos modelos de estructuración societaria. Distintos foros y entidades especializadas en la materia abundan en estos objetivos y señalan alternativas personalizadas para conseguir los mismos
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