Es notorio que la mayoría social se encuentra distanciada de la España oficial. De hecho la administración y los partidos han tomado como regla de conducta la ofensa y represión de los sentimientos naturales más queridos por nosotros. Poco a poco el poder ha ido ahogando la Soberanía Social, y movido por intereses espurios que durante mucho tiempo trató de mantener ocultos, está empeñado en privarnos de nuestro derecho a ser nosotros mismos. Por desgracia los españoles hemos permanecido anestesiados durante decenios. Y así, deslumbrados por el crecimiento económico, toleramos, al principio confiadamente y después con resignación, ser desposeídos de nuestro derecho a determinar nuestro futuro. Y por eso, tras estos lustros de adormecimiento, España se despereza con ansias de ser lo que nos merecemos ser. En la actualidad se está librando una batalla por nuestra identidad de la que intentan apartarnos. Sin embargo, frente a los votos y sufragios de papel, la gran mayoría de los españoles de bien, la ciudadanía con la que apenas cuentan, engañados por unos políticos, que miran a su partido, a sus propios intereses, y así, conservar la poltrona que les regalamos en esas listas cerradas, por donde se cuelan, aquellos que solo están para figurar. Este pueblo no puede perder sus señas de identidad, su santo y seña que siempre fueron las credenciales allá por donde íbamos. Donde lo más valioso ha sido el mérito, el esfuerzo y el valor. Así, cuantos españoles vivimos al margen de puestos oficiales y de subvenciones públicas hemos, de tomar protagonismo en las decisiones, que políticamente nos afectan y tomar parte en las decisiones, de gobiernos a todos sus niveles, más aun en aquellos que forman parte de nuestros Ayuntamientos y municipios públicos, para hacer valer nuestros principios y derechos, misión social que aumentaría la confianza, en nuestros representantes y formar parte de la regeneración de cada pueblo o ciudad, porque dicha regeneración vendrá del pueblo español o no vendrá. Y es que son muchas las iniciativas sociales, que acaban pudriéndose en el seno de cada partido político, pues los partidos, al fin y al cabo, se deben a unos intereses partidistas, que buscan la fragmentación del "mercado electoral". Por ello simplemente cuentan los votos y no valoran ni la desigual honestidad de las personas, ni la diferente dignidad de los principios, que venden en almoneda cuando los mismos ponen en riesgo su triunfo electoral. Sin embargo, si, en los órganos de gobierno, en las mesas de presupuestos, y en las de organización de la ciudad estuvieran presentes ciudadanos libres, y sin cargas de partido, todas las cuestiones serían más transparentes, más justas, más equitativas y a buen seguro más ordenadas, pues aportarían ideas, gestión, e ingenio buscando fortalecer la sociedad con la firme pretensión de dialogar y convencer a nuestros representantes a cambiar de actitud y, a que entiendan que, si ocupan un puesto de responsabilidad política es por nosotros y para nuestro servicio. Queremos que la vida política se rija por nuestras antiguas tradiciones, aquellas que se resumían en el antiguo juramento de los reyes de Aragón: «Nos, que somos tanto como vos y todos juntos más que vos, os hacemos rey de Aragón, si juráis los fueros y si no, no», porque en la España de ahora, como en la España de entonces, el que ejerza el poder debe respetar nuestra identidad y nuestro ser, y no esforzarse, como en estos últimos años, en dictar leyes para desdibujar nuestra identidad y desnaturalizarnos. De lo contrario, ya somos testigos de lo que está ocurriendo, que no es otra cosa, que volver a las "andadas", de la división, del odio, del rencor, el desconcierto, y la fractura social, ingredientes, que hemos de tener muy en cuenta, por el peligro que esto entraña. Ojo? Fermín González salamancartvaldia.es blog taurinerias |