A Dios no se puede llegar de una manera racional. Para mí, la religión pertenece al mismo terreno que el arte, y de hecho surgen casi casi juntos en la historia de la humanidad. La teología es poesía. Karen Armstrong
El premio princesa de Asturias de las Ciencias Sociales 2017, Karen Armstrong, estudiosa de las religiones, no solo es una vieja conocida para los que estudiamos el mundo de las religiones, su obra ha llegado al gran público con gran éxito. Muchos de sus lectores han saboreado, como fruta fresca y sabrosa, Una historia de Dios (Paidós), libro en el que analiza los cuatro mil años de las tres grandes religiones monoteístas. La autora, analiza como la idea y experiencia de Dios han ido evolucionando a lo largo de los siglos en las tres grandes religiones, pero cada una de ellas, han abrazado un concepto ligeramente diferente de Dios. Ese avance ha sido imprescindible para la evolución religiosa y moral de nuestra cultura. Pero como los grandes maestros de la sospecha del siglo pasado, nos insiste que puede ser una pesada carga, por el peligro de convertirse en un ídolo esculpido a nuestra propia imagen, una proyección de nuestras necesidades, temores y deseos. Karen Armstrong insiste, no hay una visión objetiva de Dios, cada idea concreta de Dios debe ser útil para el pueblo que la crea, también es válido para el propio creyente. Un Dios pensado, no puede ser sino un Dios proyectado. Cada vez es más necesario, regresar al origen del anhelo del hombre de dar sentido a su propia existencia, en ese interrogante ante el misterio, del hombre, del mundo, si el pensamiento no se tuerce, surge siempre la pregunta por Dios. El pensar deber abordarlo todo, incluso el Misterio.
Karen Armstrong, nació en 1944 en Wildmoor, Worcestershire, en el seno de una familia de raíces escocesas y en 1964, tras siete años como monja católica en Society of the Holy Child Jesus, abandonó el convento, dejando tras él, una religiosidad tradicional por otra más encarnada y mística. Se graduará en la Universidad de Oxford y se dedicará a enseñar literatura en la Universidad de Londres, aunque su verdadera pasión, y a la que ha dedicado su vida, es estudio de las religiones desde el punto de vista histórico. Miembro honorario de la Association of Muslim Social Scientist, su trabajo se ha traducido a cuarenta idiomas, colaborando en diversos documentales para la televisión dedicados a San Pablo. Defensora de la religión desde un profundo ecumenismo. Fue transcendental su viaje a Jerusalén en el año 1984, donde cambió la literatura por el estudio de las grandes religiones monoteístas, siendo hoy una voz imprescindible en esta materia, con títulos como: El Islam; Buda: Una biografía; Historia de la Biblia; La gran transformación; Mahoma: Biografía del Profeta; Historia de Jerusalén. Una ciudad y tres religiones; San Pablo; Campos de sangre: La religión y la historia de la violencia; La escalera: en busca del sentido de la vida; Doce pasos hacia una vida compasiva; Los orígenes del fundamentalismo: en el judaísmo, el cristianismo y el Islam; En defensa de Dios, son algunos de sus importantes títulos, publicados en castellano.
En el año 2008, será galardonada con el premio TED por su deseo de cambiar el mundo. En él pidió la elaboración de la Carta por la Compasión, un documento donde los líderes religiosos de todo el mundo puedan trabajar por la paz. En el fondo de las tres grandes religiones, anida la compasión, que no un simple sentimiento, sino un grito apasionado ante las injusticias del mundo: El principio de compasión permanece en el corazón de todas las tradiciones religiosas, éticas y espirituales, y siempre nos pide tratar a los otros como nos gustaría ser tratados. La compasión nos impulsa a trabajar sin cansancio para aliviar el sufrimiento de nuestros semejantes; nos motiva a dejar de lado el egoísmo y aprender a compartir y nos pide honrar la inviolable santidad de cada ser humano, tratando a todos, sin excepción, con absoluta justicia, equidad y respecto. Sin la compasión, no parece viable la supervivencia de una humanidad cada vez más egoísta. Un encuentro entre la razón y la compasión de las religiones no debía perjudicar a nadie y su entendimiento podría contribuir a un mundo más habitable y justo.
Uno de sus grades libros lleva por título En defesa de Dios, como buena creyente y pensadora, es ineludible la pregunta por Dios. En el mundo premoderno, comenta la autora, los hombres sabían que era muy difícil hablar de Dios, ya que se escapa a cualquier conceptualización. En la modernidad se habla demasiado y sin freno sobre Dios, ya que buscamos domesticar e instrumentalizar la alteridad de Dios, en una sociedad con un gran desarrollo científico y tecnológico brillante, pero con un pensamiento religioso subdesarrollado y primitivo. Los grandes teólogos de todos los tiempos, nos han indicado que aunque era importante expresar con palabras lo divino, el Misterio se escapa a nuestras ideas y razones. Algunos prefirieron no decir nada y permanecer en prudente silencio, otros, quisieron recurrir al lenguaje de los símbolos. En otros tiempos mito y el logos eran las categorías esenciales para explicar el sentido de lo humano o lo divino, no estaban contrapuestos, sin confundir sus esferas, eran complementarios. La modernidad vive en el "logos científico", desechando y desprestigiando el mito como algo no verdadero. En otros tiempos el mito, comenta Karen Armstrong, no era una fantasía autocomplaciente, ayudaba al hombre a vivir de manera más creativa, centrándose en los aspectos más esquivos y difíciles de la existencia humana.
Dios compasivo y misericordioso sigue siendo necesario frente a una religiosidad líquida o difusa cada vez más extendida, dando lugar a formas de atrincheramiento cognitivo (P. Berger), caldo de cultivo de formas fundamentalistas. Karen Armstrong constata que el retorno de lo religioso pasa también por un rebrote de los fundamentalismos, un fenómeno que para sorpresa de Occidente y de muchos laicistas, que pensaban que la religión no desempeñaría un papel relevante en la política. Los actos de terror, son una mínima parte del fenómeno fundamentalista, ya que la mayoría de estos creyentes, se limita a vivir una vida religiosa en el mundo de forma inadvertida, mudo que para ellos les parece enemigo de la fe. Nuestra autora, apuesta por rescatar una religiosidad cuya espiritualidad debe expresarse en la compasión práctica, en la capacidad de sentir con el otro. La compasión es esencial para las relaciones de la humanidad, ya que puede romper las fronteras políticas y religiosas y, es el camino indispensable para la creación de una economía justa y de una comunidad global y pacífica.
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