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Elogio de la nadería
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Elogio de la nadería

Actualizado 23/10/2017
Redacción

Se dice nadería a cosa de poca entidad o importancia; es como bagatela o fruslería. Y aquí se dice elogio, porque muchos síntomas de la actualidad lo hacen parecer así, aunque en realidad este escrito no lo sea ni de lejos. Todo lo contrario.

Es una sensación difusa que tendría que ser confirmada cuidadosamente por experiencias comprobadas para darle fundamento crítico a lo que sólo es una impresión que me asalta de vez en cuando, pero cada vez con más frecuencia. Me explico.

Son elementos de todo tipo que se vienen instalando en todos los campos de la vida y que todos, aun siendo tan dispares, apuntan a la misma dirección: importa sobre todo lo accesorio, lo perecedero a corto plazo o a plazo fijo, lo de calidad mínima y rozando la deficiencia, hay segundas manos que importan más que las primeras. Y no sólo en artículos o elementos materiales sino en actitudes, ritos, costumbres y modos de vida; se acaba llevando lo sinsentido, lo puramente espontáneo sin nada debajo ni después, nada tiene valencia real ni implica ni complica ni siquiera se explica? Es la implantación de la bagatela, el elogia al menos implícito de la nadería, nunca la casi nada se llevó tanto.

Los ejemplos son tantos y en tantas franjas de la vida que sólo hacer un intento de lista desvirtúa y oculta el verdadero alcance del fenómeno. Pero lo intento.

Los pantalones que uno tiraría por rotos y gastados otro los paga a mayor precio en una tienda especializada; el último modelo de iPhone tiene garantizada su pronta mortalidad, no es simple obsolescencia, es peor; hasta el sistema monetario no tiene ya patrón alguno que lo estabilice con alguna consistencia duradera; la basura nos desborda y parece que tiramos más que lo que compramos o quizás es sólo que abulta más por estar peor empacada; cualquiera dice cualquier cosa de cualquier manera sobre cualquier tema y se queda tan tranquilo y los que lo oyen (ya no se escucha, sólo se oye) se quedan igual, todo vale; parece madera y de la buena pero no lo es, es cosa prensada con fina capa que disimula o simula. El éxito de espacios comerciales como los chinos o los teager o similares se debe sin duda a esta tendencia que casi es ya necesidad. Y digo necesidad porque comercialmente y desde la economía de andar por casa y por las compras parece que es una salida inevitable. Y no digo yo que sea perjudicial ni deshonesto ni nada parecido. El problema real surge cuando esa tendencia pasa a otros niveles de la vida.

Porque efectivamente esa tendencia a la bagatela, a la nadería, a lo inconsistente y sin peso se da y se lleva también en las ideas y en los juicios de valor, en los criterios de vida y en los modos de comportamiento. Nada es importante y cualquier cosa se sube arriba y se coloca en el primer puesto del mundo viral. Te llega una nota al móvil y te dice: Mira esta imagen y su comentario que editados en Australia se han convertido en lo más visto del mes en todo el mundo. Y uno que siempre tuvo curiosidad abre la cosa por ver algo tan interesante, aunque ya está escarmentado. Se trataba de un chico obeso que camina cojeando sin un zapato y dice: ¿Qué te parece? ¿Es por sobrepeso o por el zapato que me falta? Y se había convertido en el viral del mes. La nadería y la bagatela ensalzadas a lo más alto de la nada.

Elogio de la nadería   | Imagen 1Y nada es neutro, todo da su color; la vida entera se colorea de la nadería que la desborda. Se anda entre tonterías y acabas siendo como un necio; sólo manejas la fruslería que toque y acabas tocado de trivialidad irrevocable; te limitas al bote pronto y a la acción espontánea y terminas sin homo sapiens dentro. Todo pasa factura de una forma casi deshonesta. Y como en la vida y en la sociedad hay cada vez menos espacios de chequeo humano, puedes ir empeorando sin darte cuenta hasta no ser más que una nadería yendo y viviendo a donde sea, que ya da igual. Incluso en buena parte los espacios de supuesto encuentro humano que son las redes está implantada la bagatela como género preponderante.

Por eso es hoy más importante que antes la labor de crítica y de autocrítica que ofrecen algunos espacios sociales, muy diferentes en sus modos y objetivos pero que coinciden en la mirada inteligente sobre la sociedad, en el acompañamiento personal y en la oferta de valores con los que vivir con calidad humana aceptable.

Hay asociaciones y oenegés que hacen una importante labor social en esa dirección además de los objetivos específicos que cada una tenga en sus estatutos; sin olvidar los numerosos servicios de humanidad, de defensa de la persona y de desarrollo de sentido social que las Iglesias, sobre todo en ese caso la Católica, prestan a través de buena parte de las acciones que realizan; y lo mismo cabe decir de centros culturales y de acción social que existen en Salamanca, al abrigo o no de instituciones más amplias.

Lo cierto es que ofrecen motivos para vivir y razones para crecer en valores humanos que normalmente el ambiente social y cultural van desgastando y hasta eliminando. Así muchos ciudadanos, adolescentes, jóvenes y adultos y hasta personas de tercera edad, van creciendo en sensibilidad social, aprenden a establecer prioridades, y saben prescindir de lo accesorio y poner el peso en lo importante de la vida, por encima de fruslerías y bagatelas.

Se busca de este modo una sociedad en la que no sólo se mira el precio sino que se conoce y se reconoce el valor de las cosas, de las caras y de las baratas, de las gratuitas y de las escasas. Y es el valor, no el precio, quien manda y decide los actos y las actitudes. Sólo así se acaba con las vanidades y las ferias de bagatelas. Mucha gente no aprovecha estas oportunidades, va a "lo suyo" sin darse cuenta de que está descuidando lo verdaderamente suyo y de más valor en una vida humana.

Es la hora de vivir la vida y no sólo cuatro cosillas engañadistraídos, por eso con lo rápidos que pasan los días es una lástima perderlos en media nadería.

Fructuoso Mangas, sacerdote diocesano

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