A punto de entrar el caballo de Pavía en el Parlament catalán, su pueblo y el pueblo español en su conjunto no deja de verlo como un esperpento. O sea, lo que es; todo por obra y gracia de sus dirigentes.
Para no comenzar con una cita que pudiera parecer cargante, tipo Aristóteles, y decir "que el hombre posee el don de la palabra, del que carecen los animales", démosle la palabra a un catalán ilustre, como Peret, y toquémosle las palmas mientras escuchamos de fondo su gran éxito "es preferible reír que llorar?".
Ahora vaya por delante que no tenemos nada contra los señores Puigdemont y Junqueras fuera de su oficio, pero en ese quehacer, el político, por el que los conocemos, se podrían hacer apuestas para ver si, caso de que los cambiaran por dos actores de una serie de humor, estilo "Aida", habría alguien que pudiera apreciar el cambio. Nosotros apostamos que no.
El señor Puigdemont destaca por su simpatía, ya lo vimos en el programa de Èvole, y nadie debe imaginar que por unos regates de nada al Constitucional pueda caérsele el pelo. Cuál es su delito. Ninguno. En el último, él había mirado la agenda del lunes y presuntamente en ese día tenía hora con el bedel de la Unión Europea, y dada la importancia de la reunión, se vio obligado a aplazar el anuncio del DUI para hoy martes. No se trata de ninguna burla. ¡Qué más da que estemos un día más con España! "¡Por un día no creo que nos vayan a robar tanto esos machupichines!", diría Mauricio Colmenero.
Al otro destacado dirigente independentista, señor Junqueras, hay que entenderlo, ya que estaba más que justificada la necesidad de un día de vacaciones para reponerse del presunto trauma que le pudo ocasionar el debate con Borrell. Un encuentro en el que nadie tuvo ningún tipo de piedad con él, pues al ver que estaba grogui deberían haberle tirado la toalla.
Nosotros vamos a extendemos un poco más con don Oriol, dado que peleaba en un peso, el de la economía, que debería de dominar, al menos está en su currículo, pero un día malo lo tiene cualquiera. Es de esperar que las imágenes no hayan salido del país y, si ya están fuera, que parezca que Borrell le hablaba del Barça y que el señor Junqueras escuchaba atento y estaba conforme con los fichajes de Dembélé y Paulinho. Esa era la impresión que daba este último en la charla y, la verdad, un Luisma en "Aida" no lo hubiera hecho mejor.
También en este sainete no ha faltado la voz de dos presuntas buenas actrices. Me refiero a la presidenta del Parlament, señora Forcadell, que en un puesto para el que se precisa equidistancia entre las distintas sensibilidades, sin embargo, no ha tenido el menor reparo en pedir la independencia desde un tenderete o escenario callejero.
La otra actriz es fácil de adivinar, me refiero a la señora Gabriel, quien pertenece a un partido que nunca actuó con timidez y siempre dijo alto y claro que era independentista. La poca fortuna, con alguna excepción, quizás la haya tenido al ir a buscar socios al País Vasco, pues el vasco es un pueblo que se habrá equivocado en los últimos cuarenta años, pero no es tonto, y ha comprobado cómo el radical independentista catalán estuvo siempre al acecho y a la espera de que fueran ellos quienes les sacaran las castañas del fuego.
Y como resumen de lo que se pueda tratar hoy en el Parlament, en manos independentistas que faltaron a la ley, el seny pide diálogo, y algunos preguntarán: ¿Diálogo sobre qué? ¿Diálogo para una Cataluña independiente? ¿Diálogo para quedar como hasta ahora después de tanto lío? ¿Diálogo para unas nuevas elecciones? ¿Diálogo para dialogar con otros interlocutores? Bueno, DIÁLOGO, y este para lo que sea mejor para catalanes, españoles y europeos; que no olviden, señores políticos, que os pagan para ello.
¡La que habéis armao!
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