La muerte, a pesar de ser algo que nos acompaña toda la vida, siempre requiere de explicaciones. En algunos casos, por la espectacularidad del deceso o por acontecerle a alguien notorio, las aclaraciones son necesarias. Se trata de conocer las circunstancias, discernir lo azaroso de lo causado por motivos precisos, también de trascender las implicaciones a terceros de lo ocurrido. La sociedad desde hace tiempo quiere saber y evaluar esas situaciones, ya que a veces la justicia debe intervenir, y para ello tiene peritos que incorporan conocimientos desde la medicina, el derecho, la antropología y la psicología. En ocasiones el entramado causal se enreda, otras da pie a un rosario indefinido de actores en una secuencia en la que hay pistas falsas, escalones que desaparecen. La tarea es ardua.
El término cadáver exquisito tomó vida gracias al surrealismo que lo concibió para explicar aquellas obras artísticas que no podían crearse sino mediante la labor colectiva. De esta forma, alguien iniciaba un texto que inmediatamente continuaba otra persona a la que seguía una tercera y así sucesivamente. El resultado era incoherente, pero la espontaneidad hacía alumbrar el subconsciente que era de lo que se trataba. Frente a esa tarea, Francesco Rosi, siguiendo un relato de Leonardo Sciascia, filmó en 1975 su película Cadaveri eccellenti. El argumento se refería a la investigación de una serie de asesinatos misteriosos a magistrados italianos de la alta Corte de Justicia. Se trata, pues, de dos expresiones diferentes que, sin embargo, además de su semejanza fonética, tienen una relación común en torno a un quehacer colectivo de difícil asignación en cuanto a su autoría, pues es múltiple y anónima.
Hoy se sabe que al fiscal federal argentino Alberto Nisman, que apareció muerto en su domicilio en enero de 2015 y cuyas primeras explicaciones sostenían el argumento del suicidio, lo mataron dos personas, quienes lo golpearon y lo redujeron haciéndole ingerir ketamina antes de que una de ellas le disparara. Así concluye el informe oficial que realizaron 24 expertos de la Gendarmería Nacional a petición de un fiscal federal. El pasado 7 de septiembre apareció muerto en su residencia en las afueras de Valladolid, Tomás Villanueva, quien había sido vicepresidente de la Junta de Castilla y León y ex consejero de Economía y Empleo y de Educación y Cultura entre 1995 y 2015. Villanueva debía comparecer ante la Justicia próximamente por la presunta trama de comisiones ilegales por autorizaciones de parques eólicos y por el caso 'Perla negra', que investiga la compraventa de un edificio de la Junta. Este asunto es uno más de políticos fallecidos en los últimos tiempos en vísperas de declaraciones judiciales de gran relevancia. Mientras el caso Nisman hizo tambalear al gobierno de Cristina Kirchner y sus derivaciones políticas todavía continúan, en España los casos se cierran, me imagino, no porque se juegue al pasatiempo de los cadáveres exquisitos sino por otro tipo de estrategias que ignoro, mientras permanecemos embobados en el único tema público que parece existir: el contencioso catalán.
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