La rejoneador francesa Lea Vicens comparte cartel esta tarde en La Glorieta con Hermoso de Mendoza y Sergio Galán en la tradicional corrida de rejones que cierra la feria
ANA PEDRERO
Si la temporada de 2016 la encumbro al segundo lugar del escalafón del toreo a caballo, la de 2017 no ha hecho más que ratificar la condición de figura de Lea Vicens. La rejoneadora francesa regresa a Salamanca el 21 de septiembre con el mismo cartel con el que ya triunfase el año pasado, abriendo la puerta grande de La Glorieta, donde espera estar a la máxima altura con su concepto de toreo y doma clásicos.
-La temporada de 2016 sirvió para encumbrarla a lo más alto del rejoneo y la de 2017 ratifica que Lea Vicens es una de las máximas figuras del toreo a caballo.
-Sí, está siendo una temporada muy buena tanto en calidad como en cantidad. He estado acartelada en muchísimas ferias con muchos triunfos y orejas que destacan en comparación con años anteriores. Poco a poco la cuadra ha adquirido un nivel muy importante, los caballos están a un nivel increíble.
-El torero depende de sí mismo. El rejoneador depende de un caballo. La confianza ha de ser plena en el animal que monta, imagino. Háblenos de su cuadra.
-Los caballos de mi cuadra me dan mucha seguridad, no hay ninguno que salga a la plaza que no esté al cien por cien. Con todos puedo tener el orgullo de que el que no es figura tiene todas las condiciones para serlo. Aunque son de muy variadas procedencias, todos tienen una misma característica que los une, el alto nivel de doma. Está Bético, por ejemplo, que es casi más conocido que yo, aunque yo lo haya domado y yo lo monte; en banderillas Gacela o Bazuca también son espectaculares; de salida Guitarra o Bach y Espontáneo para matar? son caballos muy seguros. Si no fuese así no los sacaría.
-Destaca la doma de su cuadra. En su caso, llega al rejoneo procedente del mundo del caballo. Nace y se cría en la Camarga Francesa, tierra de toros y de caballos.
-Bueno, yo procedo de un mundo normal, por así decirlo, del mundo estudiantil ?(Lea Vicens es licenciada en Biología por la Universidad de Montpellier)-, pero sí: siempre he estado vinculada a los caballos, he montado casi desde que he nacido. Me gusta que el rejoneo y el toreo a caballo estén bajo una doma muy elevada porque eso aporta estética, belleza. La gente cree que es fácil tener un caballo colocado, frente a frente, sin que pegue la espantada, pero no es así.
-Hablamos de caballos con una doma extraordinaria. ¿Cuántas horas emplea con su cuadra para moldear los caballos a su toreo?
-Preparar a un caballo para el rejoneo es algo muy costoso, de muchas horas, muchas sesiones, mucho entrenamiento. Yo dedico entre 10 y 14 horas diarias a trabajar con ellos.
-Pero ese trabajo da su fruto, se ve compensado en las plazas y plazas de peso, como la reciente oreja en Bilbao, por nombrar alguna.
-La verdad es que este año he cortado muchas orejas y he abierto muchas puertas grandes. Pero eso al final está bien para el escalafón. Para mí es más satisfactorio saber que he hecho una buena faena, algo que a mí me llene. Yo ahora estoy arriba, pero estoy con esa satisfacción.
-El de Salamanca es el mismo cartel del año pasado, en el que los tres abandonaron La Glorieta a hombros como remate de la feria.
-Pablo Hermoso de Mendoza para mí es el maestro, una referencia, un torero a caballo, una estrella. Le tengo una gran admiración y me siento valorada cuando entro en un cartel con él. Sergio Galán destaca por su pureza, por su clasicismo, hace las cosas muy bien hechas. Creo que el cartel de Salamanca es muy uniforme en cuanto al clasicismo y la pureza; aquí no hay engaño. En cuanto a los toros, es una ganadería con la que he toreado varias veces y con la que el año pasado corté tres orejas y que no me ha dado problemas. Luego ya es como salga la ganadería cada tarde, no puedes decir cuáles sí y cuáles no. Como voy a percance por año (bromea) de esta sí te puedo decir que no tengo mal recuerdo.
-Del público de rejones dicen que es distinto del del toreo a pie, más bullicioso.
-El público de rejones quizá sea más festivalero y menos conocedor de las normas del toreo a pie, pero convierte los rejones en un espectáculo más abierto, más popular. A veces el toreo a pie es muy cerrado, demasiado cerrado como para atraer a nuevos espectadores. Yo no aprecio grandes diferencias pero sí me he dado cuenta de que a los rejones suele venir gente más joven, quizá también debido a la gran tradición que el caballo tiene.