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Que no hay quinto malo
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el apunte de ana pedrero

Que no hay quinto malo

Actualizado 14/09/2017
Redacción

'Ingrato', el quinto de la tarde, hizo honor a la bravura y desparramó emoción en el ruedo desde su salida por chiqueros

Se llamaba 'Ingrato' y esta tarde hizo bueno en La Glorieta aquello de que no hay quinto malo. Porque 'Ingrato' hizo honor a la bravura y desparramó emoción en el ruedo desde su salida por chiqueros. Era un toro de vuelta al ruedo que pedía el carnet en cada embestida. Había que estar, había que ponerse, había que poderle. Se arrancó con alegría y largo al caballo y fue codicioso en banderillas y vibrante en la muleta con un pitón derecho que desbordó a un Juan del Álamo por debajo del Juan del Álamo que abrió con toda ley la puerta grande de Madrid y que el año pasado firmó una faena histórica con 'Higuero'.

La Glorieta lucía hoy su mejor cara con los tendidos casi llenos. Gente guapa, el runrún de las tardes de expectación, los autógrafos y los selfies en la puerta del patio de cuadrillas; los gintónises volando entre toro y toro; las apreturas en el tendido; tirios, troyanos, los del Juli, los de Juan, los de Roca Rey, la bandera de Perú en la barrera del 5; un puñado de aficionados cabales y un ejército de menos cabales (¡ay, mi Salamanca!) que pusieron patas arriba el orden lógico de las cosas por exceso y por defecto con un presidente que se puso complaciente. Tendidos bipolares hoy, un tanto fríos con Roca Rey, que debutaba en Salamanca, y encendidos en el paisanaje con Juan del Álamo, que no tuvo hoy su mejor versión aunque se llevase tres orejas a su esportón.

Y no la tuvo porque anduvo atropellado en ocasiones con el capote y bullanguero y bullidor con la muleta, dejando apuntes sueltos del toreo que atesora cuando se pone en su sitio y tira de su raza y prolonga la embestida de los toros y los embarca, los lleva cosidos a la muleta y los somete. Sabe hacerlo y sabe hacerlo muy bien. Lo de Madrid no fue por casualidad. A mí me gusta más ese Juan del Álamo que sí reconocí en las últimas series sobre el excelente pitón derecho de Ingrato en los terrenos de sol, acoplado a su embestida, que en esto es un arma de doble filo, y que asomó en algunos naturales a su primero, un toro con escaso fondo que se frenaba en el capote y que embistió de mala gana mientras el viento apretaba y se ponía a la contra.

Por si a alguien le quedaba alguna duda, El Juli vino a ratificar su condición de figura del toreo. De figurón. Podrá gustar más o menos su tauromaquia, pero sus dos faenas fueron un derroche de mando y de poderío, de inteligencia y de saber torear hasta a las cabras si se las ponen por delante. Se les llama maestros. A su primero, flojo y que no terminó de romper, aplomado, lo lanceó con templadas verónicas para llevarlo al caballo por chicuelinas al paso. Lo mejor vino con la mano diestra en una faena a media altura en la que siempre estuvo por encima del animal.

Con el cuarto, que arreaba tela, terminó casi subido a sus lomos con una Glorieta enloquecida que pidió las dos orejas que cayeron como dos palomas blancas en el palco presidencial. Seis banderillas, seis, rodaron por la arena en un tercio que convirtió el ruedo en una capea de pueblo, aunque el Juli lo enmendase poniéndose a torear sin concesiones, con largura y mando por la diestra, vertical con la zurda, en cercanías al final, después de una variedad capotera que ya había calentado los tendidos. Había un Rey de apellido en el ruedo, pero el rey Juli se niega a entregar su cetro. Y el que venga detrás, que arree.

Y ese Rey, Andrés Roca Rey, debutaba hoy en Salamanca. Su carta de presentación fueron unos mecidos lances a la verónica y un quite por gaoneras y saltilleras, marca de la casa, para obligar después a un toro rajado con el que protagonizó pasajes de mucha altura con la mano diestra, encajado, terminando en sus terrenos. Un pinchazo anterior a la estocada enfrió a los tendidos. Con el que cerraba plaza dejó el rastro de su variado capote y la promesa que se intuía tras los derechazos iniciales se quedó en nada porque el animal se acabó sin mayores opciones de lucimiento.

En su debut, Roca Rey salió a pie mientras El Juli impuso su autoridad y Juan del Álamo se encontró con Ingrato, el quinto. Un toro bravo.

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