Tan solo tocó un par de veces la guitarra para acompasar las inventadas faenas de un Ferrera, que busca la enseña de maestro
El caso es que en los carteles repartidos por toda la ciudad figuran como matadores Morante y Manzanares y, digo yo que lo mismo que se pega un cartel, también se puede poner otro, que anuncie las sustituciones, hechos con la debida antelación, pues se sabe hace un mes que ambos, por diversas causas, no pisarían la Glorieta. En su lugar Antonio Ferrera, con una temporada y una tauromaquia desplegada por todas las plazas con pinceladas de torero maduro y añeja torería, y Cayetano Rivera, en la madurez tras esa segunda etapa, donde ha pisado plazas de primera. Talavante que se mantiene en el cartel primitivo, con mucho predicamento y regularidad en toda la temporada.
Con media plaza, y calor, se dio esta corrida de toros que dicen de lidia. Los de esta tarde, bien habría hecho el ganadero de mandarlos directamente al matadero. El estofado con zanahoria está para chuparse los dedos. Como la gastronomía no entiende de bravura, el ganadero recibiría efusivas felicitaciones de los estómagos agradecidos y de los aficionados. Los toros reunieron todos los defectos de los debe carecer el toro bravo; a saberse, mansos integrales, sosos, descastados, flojos, deslucidos, y con las caras de una simpleza, sin límites, y a los tres que le cortaron orejas, fueron de una nobleza, pastueña y empalagosa.
Antonio Ferrera recibió con buen aire de capote a su primero, puso palos muy discreto, solo uno por dentro con más solvencia y entrega. Con la muleta se inventó una faena de mucho eco en el tendido y de pasajes por ambos pitones, con un empaque superior, manejo los tiempos, se nota que no hay prisa, que torea para él, sin aquella presión que antaño mantenía, y está en ese momento dulce, de veteranía y prestancia, mato de entera y le cortó la oreja. En su segundo, más de lo mismo, buen toreo a la verónica, desplegando tauromaquia, sobando al pastueño, derechazos y redondos, en ese tono de temple que imprime a estos toros de poco recorrido; dominó el terreno de principio a fin, y con capacidad y torería, se inventó una nueva faena, mandando como figura con poso de sabiduría taurina. Cayó baja la espada y golpe de descabello para pasear otra oreja que le abrió la puerta grande.
Talavante pechó con un primer toro, suelto, manso y sin raza: Inédito de capote, lo intentó, incluso confiaba en sacarle faena, en la querencia de toriles, pero el manso y rajado ya había claudicado, estoconazo trasero y se le ovaciono. En su segundo, sin mucho relieve, lo fijó de capote, no dejó que lo picaran, escamoteando la suerte de varas, y por ello aguantó el animal que tuvo un poco más de vitalidad, tirando de la embestida, con excelentes remates, por ambos lados, sorteó una faena superior a lo esperado, toreó en redondo con mucha solvencia y manteniendo siempre la verticalidad en cada cite, buen trazo y buen argumento del extremeño, que mató de media trasera definitiva, y este público, bondadoso, amable, distinguido, cariñoso, dadivoso y superficial, le pidió dos orejas, y el presidente se las endilgó, y a mi parecer fue excesivo, dado el enemigo que tuvo enfrente.
Cayetano que entro por Manzanares, dentro de lo malo, de la plúmbea corrida se llevó lo peor. Estuvo por allí, en su primero dando algunos muletazos desdibujados, luego unos trapazos por la cara, sin sitio y acoplamiento, dio un sainete a espadas y la labor fue silenciada. Lo mismo que en su segundo, donde no apareció nada de un animal bravo, dio unos pases al descastado cornudo, y por fin terminó una tarde que, por la foto, parecía de cante grande y, sin embargo, tan solo tocó un par de veces la guitarra para acompasar las inventadas faenas de un Ferrera, que busca la enseña de maestro.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de García Jiménez, flojos, mansos descastados, sosos y sin raza de nobleza empalagosa,- me repito, no salvo a ninguno-
Ferrera oreja y oreja
Talavante ovación y dos orejas
Cayetano, silencio y palmas de despedida