VILLORIA | Realiza impresionantes pinturas buscando siempre innovar, probando nuevas técnicas
Decía Leonardo da Vinci que "la pintura es poesía muda". Así es para Paqui González del Castillo, una artista de Villoria que a carboncillo ha retratado caras y paisajes en cuadros cargados de contraste y dramatismo. Comenzó en el mundo de la pintura de la mano del óleo, pero poco a poco se fue adentrando en nuevas técnicas, llegando a la acuarela. En el pueblo es conocida por sus obras, entre las que se encuentran algunas en las que ha retratado lugares de Villoria, como la iglesia de San Pedro, declarada Bien de Interés Cultural.
La propia artista relata para SALAMANCArtv AL DÍA su experiencia creativa:
"Mi afición a la pintura y al arte no recuerdo muy bien cuándo comenzó, aunque sí recuerdo que de pequeña dibujando con tizas los zócalos de pizarra de la casa de mi abuela. No sé si se nace o se hace con el gusto artístico, pero sí sé que yo he ido aprendiéndolo o descubriéndolo paso a paso. Decidí por mi cuenta adentrarme en el mundo de la pintura al óleo, desconocido para mí como casi todo, salvo por aquellos dibujos de mi infancia. Esto se me presentaba apasionante puesto que mi aprendizaje iba a ser de forma autodidacta, un aprendizaje lleno de altibajos. De no saber nada a ir descubriendo el mundo no solo del dibujo, sino del color y la temática. Plasmar la realidad que me rodeaba, que veía y sentía parecía fácil, pero el problema técnico limita mucho, aunque eché mano de los clásicos de la pintura. ¿Por qué no copiar sus cuadros? Era estimulante y didáctico a la vez.
Como todo, francamente, llega un momento en el que una siente la necesidad de explorar no solo otros temas, sino otras técnicas, pero sin abandonar esa temática realista que me caracteriza. Así que dejé a un lado el óleo y empecé con el carboncillo, una técnica que me parece más libre, más intuitiva. Con una simple barrita de carbón se consiguen efectos de luces y sombras dramáticas.
El retrato, con todos sus contrastes, me proporcionó el trabajo artístico perfecto para esta técnica.
La gran cantidad de retratos que realicé acabaron de nuevo por saturarme y por hacer que me planteara explorar de nuevo otra técnica por descubrir. El contraste entre blanco y negro es puro dramatismo y percepción, pero ¿qué hay de nuevo con el color? Así que, aparte de realizar de paso retratos con lápices de grafito, empecé a pensar en hacer mis retratos a pastel. Sus colores aportan una visión etérea y sensible a los retratos con sus colores suaves. Por cierto, el retrato era ya una de mis pasiones. Pero, por supuesto, para quien el aprendizaje es constante, siempre se plantea el ir más allá y explorar nuevas técnicas y métodos.
Hay una técnica que se antoja imprevisible, aleatoria y altamente difícil de ejecutar: la acuarela. Esta era el siguiente objetivo. La acuarela seduce y emociona, es adictiva. No se trata de dibujar al milímetro cada cosa, sino de controlar la pintura y tratar de disfrutar intentando plasmar cualquier cosa que me llame la atención por banal que sea. Es importante descubrir las cosas poco a poco: llegar a desesperarse, pensar en abandonar para llegar a entusiasmarse y finalmente... disfrutar.
Cuando le saque el jugo a la acuarela ¿qué puedo hacer? Ahí está una parte del sentido de todo, seguir buscando, seguir adentrándose en el mundo de la pintura. Hay tanto que explorar... Y disfrutar... Eso es lo que me mueve a pintar."