El primer lexicógrafo famoso fue el toledano Sebastián de Covarrubias, estudiante en la Universidad salmantina y racionero de la Catedral donde su tío abuelo, Juan de Covarrubias era canónigo titular, que ya en el siglo XVII publicó un extenso diccionario titulado "Tesoro de la lengua castellana o española", donde además de recoger el léxico castellano utilizado en su tiempo, explica las acepciones de las palabras con citas literarias, refranes, sentencias, expresiones y dichos populares. Sebastián de Covarrubias fue capellán del rey Felipe II, consultor del Santo Oficio y canónigo de la catedral de Cuenca.
"Mala condena es esperar salud en muerte ajena. Al catarro se le da con el jarro. Peando fuerte y meando claro, no se necesita médico ni cirujano. Las calenturas de mayo son salud para todo el año. Las calenturas otoñales, o muy largas o mortales. De padre cojo, hijo renco. La posada de las estrellas no tiene chinches. A Dios que esquilan. Sin encomendarse ni a Dios, ni al Diablo. La culpa del burro se la echan a la albarda. Año bisiesto, pocos pollos en el cesto. Los martes y trece, ni tu hija cases, ni gallina eches. Ni en martes ni en trece ni hija cases, ni gallina mates. Trece y martes no eches gallina en huevos ni tu hija cases. Ni crece, ni agollece. Cuestión por San Juan, paz para todo el año. Quien tiene mala suerte, ni en la vida ni en la muerte. Al desdichado, de poco le vale ser esforzado. En tierra de señorío, almendro o guindo; y en tierra real, noguera y moral. No hay mejor receta que la dieta. Andar como tres con una abarca. Más inseguro que el agua en una cesta. Apretujados como piojos en costura. Para enfermedad de años no hay medicina. Cuando el labrador come gallina, o está malo el labrador, o está mala la gallina. Maldita la llaga que el vino no sana. La vida de la preñada, es vida regalada. Al lado de la parida, todos pasan buena vida. Mear claro y recio y una higa para el médico. Mientras mees claro y pees fuerte, no le temas a la muerte. Orina de color oro, fraile al coro."
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