GUIJUELO | Primera actividad de la programación homenaje del 50º aniversario del suceso por parte del Consistorio
El Ayuntamiento de Guijuelo comenzará el próximo lunes con los actos de recuerdo a las víctimas de la explosión sufrida el 15 de agosto de 1967. La primera de las propuestas será la exposición de material relacionado con el suceso. La planta baja del Consistorio acogerá una serie de documentos, fotografías y testimonios de los protagonistas, familiares e implicados en la terrible explosión que sufrió el centro de la villa en plenas fiestas patronales. A la exposición le acompañarán varios actos más, como la creación de un documental sobre el hecho, el pregón de María del Carmen Hidalgo, superviviente de la explosión y la placa conmemorativa que se descubrirá el próximo 15 de agosto en la procesión en honor a la Virgen de la Asunción.
El suceso se produjo el día grande de los festejos en torno a las 20:30 horas, pocos minutos después de que finalizase el festejo taurino en la plaza de toros. El sótano de un edificio de tres plantas, situado a pocos metros de la plaza Mayor explotó por completo, derruyendo el inmueble por completo y lanzando cascotes y escombros a cientos de metros de distancia. La explosión causó el fallecimiento de 13 personas que por azar del destino se encontraban allí cerca, además de herir de diversa consideración a decenas de guijuelenses. La explosión se produjo por acción de la bobolina, un producto químico que se utilizaba en la época para acabar con el conocido "piojillo". El suceso acontecido en Guijuelo marcó por completo los festejos, decretándose dos días de luto oficial, y las imágenes que perduran son las del multitudinario sepelio en el que los familiares se despidieron de las víctimas.
La bobolina, creada a partir de tetracloruro y sulfuro de carbono, era muy eficaz contra plagas que afectan a jamones y embutidos, como el mencionado "piojillo"; pero también era un producto muy inestable, que despedía un vapor tóxico y que podía llegar a explotar. En los años 50 y 60, el método de uso pasaba por llenar un recipiente abierto de bobolina, como un barreño o palangana y ponerlo en el suelo del secadero. A continuación, se sellaba el lugar a cal y canto, utilizando periódicos en puertas y ventanas para evitar la fuga del gas. Se solía dejar actuar durante dos o tres días, y a continuación ya se podía volver a entrar en la sala. Años más tarde se prohibió el uso de la bobolina para trabajos de desinsectación por su peligrosidad.
Esta noticia se acompaña de las imágenes que publicó la extinta revista Triunfo sobre el suceso el 26 de agosto de 1967. En dichas fotografías, obra de Gigi Corbetta y Cifra, se pueden observar las terribles consecuencias de la explosión, que voló por completo el edificio. Las imágenes de dolor y luto se intercalan con las de la destrucción causada por la onda expansiva.