En esta vida nuestra todo son gestos, por eso la alta política tiene flores de rafia, plumas, joyas históricas de la triste reina inglesa mal casada con Alfonso XIII. De eso saben mucho los ingleses, por eso nada mejor que enfundarse un Burberry y dejar que la prensa internacional pase de puntillas por el Brexit y Gibraltar y se centre en el largo de una falda o en los bordados de cristalería de Felipe Varela. Hasta vestirse es un trabajo, y hacerse las ondas en el pelo, más, será por eso que yo en verano voy descalza, más despeinada aún y arrastrando aparte de la bolsa de la piscina de los niños, un reguero de libros y de periódicos. Ni el Levante de la costa gaditana me levanta del suelo, lo mío no es la alta política, sino la pesca de arrastre.
Y pesco barones de esos que nos demuestran que lo del PSOE todavía no está cuajado, y menos cuando García Page decide que lo que tiene que hacer Podemos es mojarse. Y sí, que se mojen, todo es empezar y aprender de los errores. Errores como lo de la dichosa pancarta madrileña para recordar a Miguel Ángel Blanco o las urnas venezolanas en Barcelona negadas por Ada Colau. A veces no merece la pena meterse en jardines tan complejos cuando un simple gesto puede arreglar el asunto. Lo de Venezuela es una división social en toda regla, y el recuerdo del edil vasco asesinado por ETA es de obligado cumplimiento. Pero claro, el verano todo lo enreda, por eso estamos tan ocupados con fruslerías tales como la graduación del hijo de la infanta Elena ?a quien tendríamos que dejar en paz de una vez por todas, que no deja de ser un crío-, las urnas catalanas, y hasta los viajes militares de Rajoy. Lo importante nos lo enseña la política de gestos en la Gran Bretaña y la política de mano abierta de Macron que nos ha resultado un chico listo: mientras todos adjuramos de Trump, él le invita al 14 de julio y le ofrece la primera línea de playa para demostrarle que no hay rencores. Eso se llama hacer bien las cosas e ir de lo particular al bien general ¿Qué el señor es un impresentable? Bien, lo que representa no lo es, por lo tanto, a situarle donde se merece y que Merkel aprenda. Macron nos ha salido un estadista de altura, esa que no tienen los nuestros ni los ingleses con May al frente. Buscar el bien común por encima de discrepancias, fruslerías, broncas públicas a una víctima o pretensiones separatistas es un ejercicio que aquí no sabemos hacer. Y menos desde la izquierda, yo de Podemos en Castilla La Mancha no me lo pensaba tanto, me mojaba directamente para llevar nuevas forma de trabajar y convencer a quien no lo esté de que otra política es posible. Y quien dice eso habla del congreso, donde aparte de dejar al rival pingando, lo que hay que hacer es trabajar por el bien común, ese que tanto agradecemos los de a pie? aunque sea verano y esté todo el mundo de vacaciones. Obras son amores, y en otros casos, la alta política ya se sabe, sombreros, joyones y jaretones.
Charo Alonso
Fotografía: Fernando Sánchez Gómez.
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