A través de esta relección titulada 'De simonia', Vitoria pone en la mesa un tema primordial: los conflictos entre lo espiritual y lo temporal en la Iglesia
Acabo de leer un nuevo e interesante libro del escritor Luis Frayle Delgado, que salió a la luz en 2016. Uno de los muchos que lleva publicados, ya sea en verso o en prosa. Se trata de Lo espiritual y lo temporal en la Iglesia, de autoría de Francisco de Vitoria, y con Estudio introductorio y versión de Frayle Delgado (el título original es Relectio de simonia). Ha sido publicado por Trilce Ediciones, dentro de su colección 'Las Buenas Letras'. He de decir que he sido y soy una lectora empedernida de los libros de Luis, y hoy traigo a la memoria aquellas traducciones que mucho me aportaron, como El socorro de los pobres, o La escolta del alma, de Juan Luis Vives (Tecnos, Madrid, 1997; CEIAS, Salamanca, 2007), La amistad, un don divino, de Marco Tulio Cicerón (Trilce Ediciones, Salamanca, 2008)... y otros de Erasmo de Rotterdam y de Leibniz.
De estas lecturas se forjaron densas tertulias con este magnífico traductor, profesor, poeta y ensayista, y, demás, suscitaron la avidez por conocer más sobre aquellos que nos han dejado legado para administrar hoy y, por qué no decirlo, nos allanaron el camino. En su momento no permanecieron como espectadores desde un balcón sino que descendieron para ir caminando por la realidad de su tiempo, encarnándose en ella y participando como agentes de cambio, aun cuando ello no les trajera regalías y condecoraciones, más bien a alguno la cárcel y el destierro, la censura o la quema de sus libros.
El libro en cuestión es un tratado "Sobre la Simonía", una de las relecciones pronunciadas por Vitoria en la Universidad de Salamanca, que combate uno de los vicios dominantes en la Iglesia durante muchos siglos en que él enseñaba y exponía este asunto, según señala Frayle en el Estudio introductorio, añadiendo que la docencia de Francisco de Vitoria en el Estudio de Salamanca "se desarrolló durante veinte años, desde el 1526 hasta su muerte en 1546". Y que "su doctrina teológica y jurídica la conservamos en sus 'lecturas', lecciones ordinarias de clase, y sus 'relecciones' o 'repeticiones', que son las conferencias solemnes de unas dos horas de duración que los Catedráticos hacían cada año, por disposición estatutaria, ante toda la universidad, profesores y alumnos, y casi siempre en domingo o días de fiesta para facilitar la asistencia. Se daba a finales del curso, y el tema, elegido por el profesor, podía ser uno que se estaba dando o se había dado durante el curso. Dice Frayle que esta obligación que no todos los profesores cumplían, en el caso de Vitoria, éste sí lo hizo, salvo cuando su salud no se lo permitía. Interesante...
Podemos leer en el Estudio introductorio que Vitoria pronunció esta relección en la mitad de su carrera docente, quizá como "un tema estrella de la teología moral y de los comentarios de la vida cotidiana de las instituciones eclesiásticas, como era la provisión de beneficios a los clérigos en las catedrales, curias diocesanas y diócesis en general, y no digamos ya en la Curia romana". Fue pronunciada en el año 1536, según tres manuscritos que conservan esta relección. En el libro se puede acceder a una información con más detalles.
Dice Frayle que esta relección intitulada De simonia, Vitoria pone en la mesa un tema primordial, pero también delicado sobre la Iglesia de Jesucristo: los conflictos entre lo espiritual y lo temporal en la Iglesia. Dice: "Es un tema aún más difícil para los teólogos que para los juristas, y Francisco de Vitoria aquí lo aborda y soluciona ateniéndose al derecho positivo, es decir, el derecho canónico secular y vigente entonces en la Iglesia, recogido fundamentalmente en el Decretum Gratiani para tratar de dar solución o, al menos, orientar en los casos prácticos que, sin duda, eran objeto de controversia y llegaban frecuentemente a los tribunales eclesiásticos. No deja, sin embargo, de remitir a sus oyentes y lectores al derecho natural y al derecho divino acudiendo a los textos de la Escritura, especialmente a los textos de los Evangelios y de las cartas apostólicas, que para él son de meridiana claridad".
Y continúa Frayle diciendo, de acuerdo al texto de Vitoria, que "la simonía es el pecado que se comete por la venta de 'cosas sagradas', o sea que es cuando se asigna un precio material o temporal, y exigirlo o pagarlo, por el ministerio espiritual, que ejercen los sacerdotes y demás ministros de la Iglesia en virtud de su potestad de orden y de jurisdicción... Y dada la situación real del conflicto y confusión entre los dos poderes, el espiritual y el temporal, y el dominio del Papa o de los Príncipes seculares, en cada momento histórico, son también los laicos los que pueden caer en este vicio de simonía, por vender o comprar bienes o dones espirituales".
Ha sido muy fructífero adentrarme en los recovecos de la vida de Vitoria. Conocer que su vida y enseñanza se desarrolló en uno de los periodos más conflictivos del Papado y, por ende, de la Iglesia. Él nació en 1492, o 1493... cuando en ese momento el Papa era Alejandro VI, perteneciente a la familia Borgia, y el que sobresalió por su 'vida licenciosa, su nepotismo y simonía. Vitoria pasa parte de su infancia y juventud en París, y ya en la universidad es testigo de los debates sobre la problemática entre los reyes y los papas. Justo en los pontificados de los llamados 'papas renacentistas', quienes, como señala el traductor, aportaron muchos bienes materiales a la Iglesia, culturales y artísticos, pero también dejaron en el vacío las reformas necesarias dada la situación crítica que se vivía en ese momento.
Es decir, que Vitoria "conocía la situación de la Iglesia y también las críticas de los humanistas de Europa, que pedían un 'rearme moral' y criticaban la situación de corrupción que llegaba hasta inundar la sede de Roma". Comenta Frayle que Erasmo, del que ya hemos hablado al reseñar dos libros de Frayle, Quaerela pacis (Lamento de la paz) y Dulce bellum inexpertis (La dulce guerra para los que no la conocen), escribió contra esta situación, y expresamente contra el Papa Julio II (1503-1517). Y que además fue de su conocimiento que Juan de Médicis (hijo de Lorenzo el Magnífico) fue nombrado cardenal a los trece años y a los treinta y siete llegó a ser Papa con el nombre de León X, siendo un papa de los renacentistas puros y duros que muy mucho contribuyó a enriquecer y a engrandecer a su familia. Comenta Frayle que Vitoria eligió este tema porque 'era un hecho de grandes proporciones y extrema gravedad y repercusión en la vida de los cristianos; es decir, la simonía fue un vicio habitual durante muchos siglos de existencia de la Iglesia, que llegaban hasta la Sede Pontificia, tanto en la misma elección del Pontífice, como en la provisión de los demás cargos jerárquicos, puesto que la Iglesia con su carácter espiritual, cuyo fin es la santificación y la salvación del hombre, no deja de ser humana y está constituida por hombres. De ahí que esos hombres cayeran en el pecado de simonía, que es la venta de 'cosas espirituales' por un precio, pactado o no, es decir por algo material que no es solo dinero, sino todo lo que son motivos, ajenos a lo espiritual, como es pretender otros fines nada espirituales al entregar los cargos y beneficios a personas indignas, o que no tienen cualificación para desempeñarlos, sin tener en cuenta las reglas de equidad y justicia. Se trataba, pues, fundamentalmente, de la concesión y consiguiente dominio o propiedad de lo que se llamó 'beneficios' y 'prebendas', es decir cargos y puestos lucrativos anejos al ministerio sacerdotal cuyo desempeño tenía como contrapartida una retribución de cualquier manera que fuera. Eran concesiones hechas por la jerarquía por motivos y medios que hoy llamaríamos todavía con una palabra acuñada entonces, nepotismo, o 'coimas', también tráfico de influencias, soborno, etc.". Como vemos, asuntos de mucha actualidad, vigentes totalmente al día de hoy.
El valor doctrinal de esta relección queda dentro de la moral práctica y casuística, con referencia a la exégesis de los textos de la Sagrada Escritura que le sirven de base y principio, y sobre todo al derecho canónico o eclesiástico, sin dejar de aludir al derecho natural, especialmente en el tema de justicia cuando se trata de la equidad, o ausencia de ella, de las concesiones de beneficios y prebendas y, especialmente, de la obligatoriedad de la restitución, que la compara con el caso de usura, entre otros.
Señala Frayle que Vitoria fue coetáneo de Lutero y por lo tanto conoció y vivió los momentos de la Reforma protestante y todos los cambios profundos que tuvieron lugar a raíz de la misma, así como los enfrentamientos existentes entre el Emperador y los príncipes de Europa, en especial de Francia e Inglaterra, en las que también intervinieron los papas. Nos comenta que la Reforma tiene su puesta en marcha cuando en 1517 Lutero fijó sus tesis en la puerta de la Universidad de Witenberg, en abierta rebelión contra el Papa. Entre sus coetáneos están también los reformadores Calvino, Zuinglio, y el Rey Enrique VIII de Inglaterra, quien propició la separación de la Iglesia Anglicana de Roma. Recalca Frayle que Vitoria no fue indiferente a todos esos cambios religiosos y sociales.
Interesante para mí ha sido esta lectura, en este año en que se celebra el 500 Aniversario de la Reforma Protestante. La Reforma nos ayuda a entender las libertades de las que hoy gozamos, así como el modelo democrático, cultural y educativo euro-occidental. La lectura bíblica como parte de la vida cristiana, contribuyó a disminuir el analfabetismo logrando que las personas tuvieran una participación más dinámica en la vida religiosa y también social de su entorno... Como señalan algunos autores, "los países en los que se implantó la Reforma alcanzarán de manera temprana un mayor desarrollo intelectual y científico, frente a aquellos otros en la que la instrucción académica quedaría reservada a determinadas clases eclesiásticas y sociales".
Texto: Jacqueline Alencar