Gracias a la crisis social, moral y política de España (y también económica, aunque en este orden), los militantes del PSOE están más a la izquierda que antes.
A esa evidencia ha sabido adaptarse Pedro Sánchez, ganando las elecciones internas socialistas con un mensaje que aboga por destruir al PP, pero que no da ninguna receta de cómo construir un futuro alternativo mejor. La fotografía última de su Congreso triunfal, con una Ejecutiva mayoritaria de puños en alto, recuerda más al PSOE de hace cuarenta años, antes de que Felipe González le hiciese abjurar del marxismo, que a los partidos de la socialdemocracia europea de hoy. La suya no es, pues, una imagen de progreso, sino de regreso; no parece afrontar el porvenir, sino simplemente añorar el pasado.
Los militantes del PSOE no sólo se han ido desplazando hacia la izquierda, sino que también son menos numerosos que antes. Lo acaba de reconocer el nuevo portavoz del partido, Óscar Puente, invitando a volver al redil a los afiliados fugados durante los últimos años.
Pero lo importante para que un partido gane elecciones y llegue al poder (como lo ha hecho el PSOE, repetidamente, con anterioridad), no son tanto los militantes como los votantes. ¿Dónde están, por consiguiente, los electores perdidos?, ¿cómo hacer para recuperarlos?
Con un partido socialista más a la izquierda, se recobrarán, a buen seguro, los votantes idos a Podemos. Pero esa indudable ganancia puede verse compensada con los electores más centristas, que se escaparían por su derecha. Aunque, para su consuelo, el PP tampoco lo tiene mejor, con muchos votantes asqueados por la corrupción, pero que tampoco recalarían en un PSOE izquierdista y plurinacional (por muchas apelaciones formales que se hagan a la socialdemocracia) y que se irían a otras formaciones del centro-derecha.
Total: que las sumas y restas pueden darle al PSOE una ganancia cero, pero sí pueden, en cambio, perjudicar a Podemos. En definitiva, la estrategia de Pedro Sánchez puede, pues, ser buena para que su partido fortalezca su hegemonía dentro de la izquierda, pero puede acabar dañando a ese espacio político en favor del centro-derecha, con un Ciudadanos que resultaría fortalecido con sólo recoger los náufragos que queden a ambos lados del espectro electoral español.
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