El 15 de junio de 1977, los españoles votamos por primera vez tras casi 40 años de dictadura del general Franco. Dieciocho millones y medio de españoles, mayores de 21 años acudieron a votar, lo cual supuso el 78,7% del censo electoral.
En esas primeras elecciones en libertad se presentaron un sin número de nuevos partidos políticos desde la vieja Falange española, el partido del dictador Franco, hasta el Partido Comunista de España de Santiago Carrillo pasando por el Partido Socialista Obrero español de Felipe González, Alianza Popular de Manuel Fraga, exministro de Franco y el propio partido creado desde el poder por Adolfo Suárez, Unión de Centro Democrático. Por supuesto, no faltaban los partidos nacionalistas como el Partido Nacionalista Vasco, Esquerra Republicana de Cataluña o la coalición catalana Convergencia y Unión Democrática, amén de un sinfín de pequeños grupúsculos regionales o de extrema izquierda.
En esas elecciones, no solo estrenamos democracia, sino también un complejo sistema electoral de origen belga, la ley D'Hont , vigente en la actualidad, pensado para favorecer el voto rural y conservador, en beneficio del partido del Gobierno UCD y también de Alianza Popular.
Grandes colas se formaron en los colegios electorales y los representantes de los partidos, mejor informados en muchos casos que los bisoños presidentes de las mesas solían informar del reglamento electoral sin ningún problema.
Todo el mundo era consciente de lo que se estaba jugando España y apenas se conocieron intentos de cambiar los votos por parte de los representantes de los partidos presentes en cada colegio electoral.
En el medio rural, surgieron pequeños problemas provenientes sobre todo de las viejas autoridades franquistas que no comprendían el papel de los interventores de los partidos de izquierda, sobre todo los del PCE, algunos de los cuales fueron llevados al cuartelillo de la Guardia Civil por ser comunistas, si bien fueron liberados enseguida por las Juntas electorales.
En estas elecciones se dirimía tanto la primera elección de representantes del pueblo, como dos visiones de España, la franquista, representada por Falange y Alianza Popular, y la España de la resistencia representada por el Partido Comunista y el PSOE. En una posición bien ambigua navegaba el partido del Gobierno, Unión de Centro Democrático de Suárez que representaba el llamado "franquismo sociológico" pero que no deseaba la continuidad del Franquismo.
La sociedad española había cambiado mucho desde 1936, se había creado una nueva clase media y se había mejorado tanto el nivel de vida, como la educación. España era una sociedad más abierta que aspiraba a parecerse a las demás sociedades europeas dejando atrás el pasado dictatorial.
En cualquier caso, la memoria colectiva de los españoles funcionó en estas elecciones, en las zonas dónde los sindicatos y partidos de izquierda habían tenido una fuerte implantación antes de la dictadura Franquista, el voto ciudadano fue muy mayoritario para los partidos de Izquierda, por ejemplo en Cataluña, Asturias, Andalucía.
Mientras que en las zonas más rurales y poco pobladas, anteriormente controladas por la CEDA en la República, el dominio de los partidos de Derecha fue muy sintomático, como en Galicia, Castilla y León, Castilla la Mancha, etc.
En cuanto al País Vasco, el recuerdo del Partido Nacionalista Vasco fue muy importante, igualmente entre las clases altas de Cataluña, Convergencia y Unión Democrática de Cataluña, la heredera de la Liga de Cataluña. El resultado electoral reflejó la victoria de UCD de Suárez, con 165 escaños, sin mayoría absoluta, beneficiada del dominio sobre los medios de comunicación y el control provincial y local, pero que para muchos ciudadanos significaba el cambio sin traumas. En segundo lugar, la gran sorpresa, el Partido Socialista sobrepasó al resistente PCE y consiguió 119 diputados, en tercer lugar, el Partido Comunista con 20 diputados y y en cuarto lugar, el favorito, Alianza Popular que obtuvo solamente 16 diputados, 13 de ellos antiguos ministros de Franco.
La necesidad de gobernar, obligó a Adolfo Suarez y su partido a aceptar gran parte de las demandas de la izquierda, como la ley de Amnistía, los Pactos de la Moncloa para resolver la profunda crisis económica y lo más importante elaborar una nueva Constitución democrática que acabara con las leyes franquistas. Una Constitución de consenso que aprobamos los españoles en Diciembre de 1978 y ha permitido un periodo de paz y crecimiento económico desconocido en nuestra historia reciente.
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