CANTALPINO | A 12 días del verano, y gracias a las lluvias de atrás los campos mantienen vigoroso su colorido
Es un no saber nunca cuándo ni por qué llega la querencia a la tierra que te vio nacer, hasta que de pronto cada cosa ocupa su lugar, todo se ordena alrededor de un centro visible: la torre de la iglesia. Entonces, la flor de la colza realza la sagrada piedra del templo, como lo hacen sobre las espigas las amapolas y margaritas, y a la orilla y en las hojas de la charca posan los pájaros y beben, desde el temblor de la sed, la claridad del mundo. A 12 días del verano, y gracias a las lluvias de atrás, los campos mantienen vigoroso su colorido y la madurez de la luz inunda el corazón del aire; tus ojos también. (Jclp)
Fotografías: Jesús Barbero Alonso