La Salamanca de Tolentino era la del Santa Bárbara con 'La Buhardilla', sus textos de El Adelanto y la Unión Deportiva Salamanca de la época del Calvario
Es dueño Javier Tolentino de sus silencios? y de esa voz acariciadora que habita "El séptimo vicio", su programa de cine en Radio 3, la radio en la que quiso trabajar y que continúa siendo un prodigio de libertad dedicada a la cultura y a la palabra. Y es la palabra, pronunciada de labio a labio, la que se vuelve escrita en este libro rojo sobre radio que trae Tolentino a esta su Salamanca que recuerda silenciada por los tiempos de la dictadura y sin embargo, viva y llena de cine, periodismo y radio.
La sala de conferencias de
- ¿Por qué cine, Javier?
- La culpa la tuvo Basilio Martín Patino, yo era un niño que iba al cine a ver películas de Joselito, de El Zorro, y un día que llovía y no quería bajar al río con los amigos, vi un grupo de chicos que fumaban ahí por Serranos, y que iban a entrar a ver una película. Les acompañé y vi una de Passolinni. Era casi un niño, pero ya nunca pude volver a ver al Zorro. Entonces empecé a escribir sobre cine y Basilio me dijo que las llevara a El Adelanto, y Enrique de Sena las publicó.
Es el libro de Tolentino una memoria emotiva de la radio nuestra de toda la vida. La de galena, la del parte y del Ángelus que retiró Sotillos a quien entrevista al final de su manual amoroso de una radio que no es espectáculo, sino palabra. La imagen no vale más que mil palabras para Tolentino, es el deseo de comunicar, de conocer, de saber, de hacer pequeñas muestras de cine y todo tipo de encuentros culturales más allá de las leyes del mercado. El talento, vivo, espoleado por internet, tiene voz en Radio 3, sale del estudio y llega a los lugares del mundo donde tanta gente hace cine, hace radio y la escucha. Las palabras de Tolentino se dirigen entonces a los jóvenes que, gracias a internet, difunden sus trabajos, pero también a los que recuerdan las radios de galena,
- Que usted me lo pregunte es para mí un honor.
Porque Tolentino, un hombre de pelea y de libertad, es unamuniano. Es la memoria viva de una Salamanca que no pudo ser silenciada ni siquiera por los que, mucho antes, gritaron "Muera la inteligencia". El representa el periodismo inteligente, por eso su libro está lleno de nombres a los que recuerda con agradecimiento, por eso su libro es para quienes aman la radio y se detienen a escuchar, no a oír. El diálogo, como no podía ser de otra manera, es fluido y a la vez, lleno de silencios. Los silencios de Tolentino.
Tiene Javier Tolentino una imagen de Salamanca ?ha regresado poco, y siempre con un libro bajo el brazo, El cine que me importa, un alegato en defensa de las películas pequeñas que en realidad son grandes, su libro sobre la radio- cristalizada en esquirlas de hielo y fuego. Humo y niebla. Sin embargo, el encuentro posterior en el Barrio del Oeste, en el calor y el humor de la noche le devuelven otra imagen: A pie de barrio activo, colorido,
¿Qué es el amor? pregunta Tolentino, que ya ha montado entre los contertulios su radio cercana, cálida, plena de voces y de ecos. Y a mí me hubiera gustado, con una letra de "El hombre tranquilo", responder que el amor es decirle a alguien "a tu lado encuentro mi presente". Y a nuestro lado están dos oyentes amigas de Tolentino que, en farsi, nos devuelven la magia del cine iraní, a nuestro lado está la gente de ZOES, disfrutando de una noche de lunes inusual, a nuestro lado está Carmen Borrego con su cámara y su risa indispensable. Como a nuestro lado está Charo García Diego, la organizadora de esta visita de Javier Tolentino, que nació casi al otro lado de este lugar de encuentro. Un espacio donde reivindicar una Salamanca plena de talento , aquel que se fue a recorrer el mundo en clave de cine, aquel que vive a pie de calle, a ras de barrio, aquí, a nuestro lado. Un espacio ahora lleno de la voz, la presencia, el talento de Tolentino. Y como esa voz suya es toda magia, Javier Tolentino acaba el acto recitando un poema de Charo Ruano. Ella es la poética de esta ciudad, afirma antes de leer, casi representar, los versos secos, castellanos y aparentemente desnudos de la poeta salmantina. El círculo está completo, Unamuno y la poesía presente y diaria de voces y calles han llenado los silencios de Javier Tolentino. Disculpen si les hablo de magia. Disculpen si sintonizo de nuevo, el vicio de escuchar, escuchar a Tolentino.
Fotografías: Carmen Borrego