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La lejanía de lo cercano
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La lejanía de lo cercano

Actualizado 25/05/2017
Manuel Rodríguez Fraile

La lejanía de lo cercano | Imagen 1¿Por qué nos resistimos tanto a velar por nuestra seguridad hasta el punto que tienen que obligarnos a hacerlo? ¿Nos ponemos el cascos al ir en moto o el cinturón de seguridad en el coche por miedo a la sanción o porque somos conscientes de que nuestra vida está más segura? ¿Respetamos los límites de velocidad por seguridad o por temor a una fuertes sanción? ¿Hemos dejado de fumar en lugares cerrados y consumir alcohol en la via pública con respeto a los demás o por miedo a la multa? Y así podríamos seguir preguntado sobre variadas cuestiones. Demasiadas veces tiene alguien que obligarnos a velar por nuestra propia seguridad cuando precisamente uno de nuestros instintos básicos como especie es sobrevivir.

Darwin afirmó, y demostró, que la supervivencia de una especie viene determinada por su capacidad de adaptación al medio que habitan, pero si las especies que sobreviven lo logran por saber adaptarse al medio ¿tiene alguna de ellas la habilidad de poder adaptar el medio a sus necesidades?

El medio ambiente se define como el conjunto de componentes físicos, químicos, y biológicos externos con los que interactúan los seres vivos y entre ellos nosotros, los humanos. Por tanto, en mi opinión claro está, los seres vivos, y los humanos, formamos parte de "el otro medio", que completa el todo.

Los humanos, es sabido, somos capaces de adaptar a nuestras necesidades el medio pero, también es sabido, somos depredadores y abusamos de esa capacidad, por desgracia para nosotros, no para el medio, ya que a él ni le van, ni le vienen los destrozos que ocasionamos. Las montañas, los árboles, los mares y los ríos, estaban aquí muchos millones de años antes de que llegáramos y continuará estando muchos millones después de que nos extingamos. Por eso, el problema de adaptación lo tenemos nosotros y en ningún caso el medio que habitamos.

Y toda esta introducción para comentar que, según un titular del pasado día 19 de mayo "Salamanca estrena el primer semáforo en el suelo para los locos por el móvil" Hecho que constituye una de las últimas adaptaciones del medio a un grupo concreto de seres humanos en este caso los "locos por el móvil". Locos sí, sin comillas, porque se juegan la vida de forma voluntaria y temeraria al cruzar una calle y a los que las administraciones públicas debe proteger con el dinero de todos ya que a ellos no parece que les preocupa demasiado su seguridad o al menos no tanto como perderse el último twitter recibido o contestar un wasap. ¿Por qué no un impuesto especial para estos insensatos usuarios de móviles?

Es triste ver tanta gente mirando al suelo mientras andan por la calle. Llevan la cabeza baja, incluso habla solos por un pequeño pinganillo. Se desplazan por la vía pública ensimismados en las iluminadas pantallas de sus pequeños dictadores electrónicos. Dictadores absolutistas, sí, porque han logrado que, como en tiempos que yo creía superados, caminemos de nuevo con la cabeza agachada y la mirada baja cuando nos costó tanto levantarla, dejar de ser siervos y pasar a ser ciudadanos. Cuando ya nos habíamos ganado el derecho de caminar con la cabeza alta, de mirando a los ojos a los demás, liberándonos de los tiranos, las ideologías y las creencias que nos adoctrinaban sobre nuestra infinita pequeñez y sobre las bondades de la humildad y la resignación. Y hoy, miramos tanto hacia abajo que hay poner semáforos en el suelo.

Mientras la vida pasa a nuestro lado, nos cruzamos con nuestros semejantes, en ocasiones incluso tropezamos con ellos y nos disculpamos cortesmente. Nos comunicamos más ? ¡estamos en la era de la comunicación! - pero lo hacemos través de una pequeña y tiránica pantalla, sin mirarles a los ojos, sin sentir su presencia. Nos felicitamos las fiestas y los cumpleaños con escuetos mensajitos en Facebook, wasap o twitter y vivimos vidas electrónicas que colgamos en las redes, cada vez conectados con más gente pero cada vez más solos y mirando hacia abajo.

En algún lugar leí unas palabras que creo resume bien el hecho en cuestión: lo irónico de la tecnología es que mientras nos acerca a las personas lejanas, nos aleja de las personas cercanas. ¡Y todo esto por un semáforo de suelo! Pues sí, ya ve usted.

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