Parece que el tradicional bipartidismo francés se ha quemado y, al darle la vuelta a la tortilla electoral, han aparecido nuevos contendientes que se han concretado en el crecimiento de la extrema derecha de Le Pen, la extrema izquierda de Mélenchon, y un centro liberal encabezado por Macron.
De esta nueva tripleta surgida, acunada por la crisis y los recortes, el contendiente que quedó fuera de la segunda vuelta presidencial fue Mélenchon, lo que evitó que los franceses tuviesen que elegir en un espacio totalmente polarizado entre los extremos de izquierda y derecha.
No obstante, la segunda vuelta, a consecuencia de ello, se ha situado muy escorada a la derecha, dejando 'huérfanos' al casi 30% del electorado francés que votó por opciones de izquierda en la primera vuelta, y que esta vez tuvo que elegir entre el liberal Macron y la ultra Le Pen, en un duelo que sería algo así como tener que elegir entre Albert Rivera o José Antonio Primo de Rivera.
Y es que, sin duda, la gran derrotada de las presidenciales francesas ha sido la izquierda, que no solo se ha quedado fuera de la segunda vuelta, sino que en conjunto, no ha llegado al 28% del voto. Sí es remarcable, dentro de ésta, el relevo que ha habido en la fuerza más votada, donde el candidato de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, que obtuvo un 19'6% de los votos, triplicó los votos del candidato del Partido Socialista, Benoit Hamon, cuyo partido se hundió hasta el 6'4%, como quinta fuerza.
En la derecha, la caída en el apoyo al candidato de Los Republicanos, el centroderechista François Fillon, también ha sido remarcable, aunque no tan brutal como la sufrida por los socialistas. Así, Fillon obtuvo el 20'0% del voto, siete puntos menos que el anterior candidato del partido, Nicolás Sarkozy.
Por otro lado, el paso a la segunda vuelta presidencial de Marine Le Pen, como candidata del ultra Frente Nacional, no se ha debido tanto a su crecida como, sobre todo, a la caída de los dos grandes partidos. Y es que si bien Le Pen creció en votos en estas presidenciales, esta subida fue de poco más de tres puntos con respecto a las elecciones de 2012.
En este sentido, los grandes vencedores, en cuanto a aumento de apoyo en estas elecciones, han sido Emmanuel Macron (que se ha alzado con la presidencia con su nuevo partido En Marche!), y el candidato izquierdista Jean-Luc Melénchon, que ha aumentado en más de ocho puntos sus apoyos respecto a los anteriores comicios (cuando fue el candidato del Frente de Izquierda), y que se ha postulado como una alternativa a tener en cuenta para disputar a Le Pen el voto obrero descontento.
2017 | 2012* | Diferencia | |
Macron | 24'0% | - | +24'0 |
Le Pen | 21'3% | 17'9% | +3'4 |
Fillon /*Sarkozy | 20'0% | 27'2% | -7'2 |
Melenchon | 19'6% | 11'1% | +8'5 |
Hamon /*Hollande | 6'4% | 28'6% | -22'2 |
Dupont-Aignan | 4'7% | 1'8% | +2'9 |
De esta manera, y tras una segunda vuelta en que Macron ha arrasado, se ha constatado que Le Pen apenas ha podido avanzar más allá de su electorado, lo que ha puesto a su partido en una situación difícil. Y es que la candidata del Frente Nacional no ha llegado ni al 34% en segunda vuelta, sacando la mitad de votos que Macron, con quien se disputaba la presidencia y que superó el 66% del voto en segunda vuelta.
No obstante, el apoyo recibido por Macron en la segunda vuelta puede suponer un espejismo, ya que buena parte del respaldo obtenido en la misma se debe a una postura anti-Le Pen, de votantes que han respaldado a Macron como forma de evitar la llegada de la amenazante ultraderecha al poder.
De este modo, presumiblemente a Macron no le va a esperar una legislatura fácil, especialmente si tenemos en consideración que en las presidenciales casi la mitad del electorado, un 43%, ha apoyado a candidatos anticapitalistas, ya sea de una u otra parte del espectro ideológico. De hecho, al día siguiente de ser elegido, una multitudinaria manifestación anti-Macron y anti-Le Pen ya recorrió las calles de París, en una manera de advertirle al que será el nuevo presidente francés, que no le espera precisamente un cuento de hadas en su mandato.
En todo caso, lo único que parece claro a día de hoy, es que la tortilla electoral francesa ha dado la vuelta, y parece que el lado expuesto al fuego (léase el bipartidismo tradicional), se ha quemado. Las elecciones legislativas de junio nos dirán si la nueva relación de fuerzas que han parecido aventurar las presidenciales se queda en flor de un día o da paso a un sistema político francés totalmente diferente al conocido hasta ahora.
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