El Viernes Santo se cierra con La Soledad resistiéndose a “irse para casa en una noche tan...

Si en años anteriores la Semana Santa Mirobrigense ha registrado algunos 'problemas' con los pasos de carga a la hora de sacarlos o meterlos de los templos, este año se ha dado la casualidad de que todos los 'problemas' con pasos se han presentado en los que van en carroza.

Después de que a la Virgen de las Angustias le costase salir de la Tercera Orden en la noche del Miércoles, y de que el Cristo del Silencio fuese encajado en la 2ª intentona en su carroza en la noche del Jueves, en la noche del Viernes costó unos minutos meter a la Virgen de La Soledad en la Catedral tras su desfile procesional.

En este caso, como resumía una de las cofrades que había procesionado portando mantilla y bandera, lo que ocurría es que la Virgen "no se quería ir para casa en una noche tan buena", y de nuevo absolutamente multitudinaria. Aunque no se sabe de nadie que la haya contado, es muy probable que la asistencia a la procesión de La Soledad haya sido aún más alta que en los últimos años, cuando ya venía siendo totalmente masiva.

Eso complica sobremanera el deseo de todos los participantes (la mayoría mujeres, pero también unos cuantos hombres, así como algunos niños) de ir lo más cerca posible de la Virgen de La Soledad, a quién acompañó el Obispo Raúl Berzosa, Nicolás Martín Matías en representación del Cabildo Catedralicio, representantes de todas las Cofradías de la Semana Santa Mirobrigense y los concejales del Partido Popular (excepto Miguel Matías Rubio).

Todos ellos habían iniciado la noche en la Catedral con el rezo del Santo Rosario y un sermón, que este año corrió a cargo de José Manuel Carballo. Poco a poco los exteriores de la Seo se fueron llenando de público, la mayoría para participar de forma directa en la procesión, que curiosamente es la que menos espectadores tiene (por ejemplo, en la Plazuela Cristóbal de Castillejo no había absolutamente nadie como público), siendo por el contrario en la que más personas desfilan.

La comitiva hizo el recorrido habitual de los últimos años, siendo los pasos por la Plazuela de San Salvador y por la Plaza Mayor donde hubo un poco de público. En el primer paso por la Plaza, había todavía unos cuantos grupos sentados tomando algo (o cenando) en terrazas, desde donde siguieron el paso de la comitiva, al igual que ya en el tramo final de la procesión ocurrió con las personas que estaban en la calle Julián Sánchez y en la Plazuela del Buen Alcalde tomando algo. El recorrido estuvo animado por la Banda Municipal de Música, además de por cánticos en la parte delantera iniciados por el sacerdote Rafael Caño.

Como todos los años, una vez se llegó a las inmediaciones de la Catedral se rezó una Salve, que concluyó con un viva a la Virgen de La Soledad. Tras el mismo, tomó la palabra el Obispo Raúl Berzosa, quién indicó que había sido una procesión de "sentimientos profundos", queriendo acordarse de todas las mujeres que están mal: en paro, maltratadas, viudas, las que sufren soledad, las enfermas crónicas, etc.

Tras ello, llegó el momento de introducir la imagen de la Virgen de La Soledad en el templo, una operación que, como decíamos al principio, se resistió más de lo previsto ya que no se conseguían cuadrar las ruedas con la rampa interior, y es que, como apuntaba en este caso una espectadora, la Virgen "no quería entrar".