La Cofradía del Silencio repite experiencia con el caballo en otra multitudinaria velada

Tras un día en el que hubo miles de personas a todas horas disfrutando por las calles de Miróbriga, el colofón del Jueves Santo no podía ser otro que una multitudinaria procesión de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración o Cofradía del Silencio en una velada de nuevo muy agradable, aunque en este caso fue recomendable ir al menos un poco abrigado, sobre todo tras levantarse un poco de viento durante el último tramo de la tarde.

Como el año anterior, la procesión de la Cofradía del Silencio contó con un caballo, una iniciativa que el año pasado fue totalmente revolucionaria, pero que encajó bien, por lo que este año ha repetido, saliendo otra vez bien la experiencia como apertura de la comitiva en su devenir por las calles mirobrigenses, que un año más fue bastante rápido.

En esta ocasión, la larguísima comitiva de cofrades apenas empleó una hora y cuarto en alcanzar la Plazuela de Herrasti desde que se pusieron en marcha en la Plazuela de Cristóbal de Castillejo, donde fue seguida con bastante respeto la colocación de la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración en la carroza, una operación que este año dio un poco de guerra (se logró colocar bien a la segunda intentona).

Una vez ya estuvo colocado, el capellán accidental de la Cofradía, Tomás Muñoz Porras (ante la 'baja' de Ángel Martín Carballo), se encargó de dirigir la Promesa de Silencio, tras la cual la comitiva se puso en marcha con el único sonido de los cuatro tambores que son golpeados de forma constante y de las dos esquilas que suenan de forma alterna cada cierto tiempo.

La procesión repitió el itinerario de los últimos años, transcurriendo por Colegios, Velayos, Sánchez Arjona, Plazuela del Castillo, General Pando, Colada, Plaza Mayor, Rúa del Sol, Muralla, Campofrío, Madrid, Plazuela del Conde, Cáceres y Avenida de Yurramendi, para alcanzar la Catedral.

Con la iluminación artística encendida, se pudo disfrutar de imágenes de gran belleza, especialmente al paso de la procesión junto al Parador. La procesión concluyó en la Plazuela de Herrasti, donde se rezó un Padrenuestro antes de introducir la imagen en el Pórtico del Perdón, compartiendo espacio con la Virgen de las Angustias.