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“Lo digital te ha convertido en tu propio laboratorio”
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joaquín Villen, fotógrafo

“Lo digital te ha convertido en tu propio laboratorio”

Actualizado 13/04/2017

Este artista de las imágenes trabajó en Paulino cerca de 40 años y luego tuvo que ganarse la vida con su propia cámara

Fue mi hermano José Ángel el que me envió esta antigua foto en color en la que tres charros recios desafiaban al invierno sentados en el Tormes helado. La hizo Joaquín Villen, el padre de mi amiga Marta, es un fotógrafo estupendo, deberíais entrevistarle.

-¿Esa fotografía era una copia de la de Núñez Larraz?

-Claro que sí era una broma, no sé si un homenaje a la de los hombres jugando a las cartas sobre el río helado de Pepe Núñez Larraz, coincidió con un año en el que estaba el río candado, como se decía, y la idea surgió en la tertulia de El Cervantes, a qué no tienes narices, a qué sí? y yo que no quiero meterme en ajos?y al final mira. El mayor era José Luis Zenón, lo llamábamos así porque su padre se llamaba Zenón, el otro Venancio, que tenía un padre que se llamaba Materno, fíjate, y el de la derecha Santiago, compañero 16 o 17 en Paulino que luego montó una tienda.

-¿A qué te dedicabas en Paulino?

-Era vendedor en la sección de óptica, pero después de un accidente de tráfico, como necesitamos pagar gastos médicos tuve que hacer fotos a nivel comercial, siempre las había hecho, pero fue un trabajo extra haciendo pasarela, fotografía gastronómica? de todo. Ahora sigo haciendo fotos y me interesa mucho un trabajo con un festival hippy que se hizo cerca de Río Malo, les fotografié aquí y luego en Sevilla donde me caí al río con casi 12000 euros de equipo. No he conocido gente más pacífica, más amable que esta gente del festival THEORY. Les seguiré fotografiando mientras me lo pidan.

-Carmen Borrego: Todo lo comprábamos en Paulino, aún tengo mi ampliadora Meopta y la guardo con cariño.

-Y te aconsejo que no te deshagas de ella, yo también tengo mis cosas. Imaginaros lo que es eso, y los cambios que vi, por ejemplo pasamos de recoger 600 rollos al día a recoger 100, 90, 80? Yo trabajaba con microscopía, telescopía? óptica visual? Paulino no solo vivía de la fotografía, estaba muy diversificado. Pero mi terreno era ese.

Joaquín es un hombre que desprende luz. Conocimiento, seguridad, alegría. Es un hombre despierto, activo, no se rinde a la nostalgia y sí se inclina al descubrimiento. Toma la cámara de Carmen en sus manos, las curva en el objetivo, la prueba, la sopesa, la admira. Tiene el ojo hecho a la lente y mira a través de la cristalera un mundo cambiante, dúctil y lleno de energía, la misma con la que habla y recorre con la memoria un tiempo en el que hombres como él hicieron ciudad, hicieron Plaza.

- Carmen Borrego: ¿Cómo es adaptarse a este cambio sí o sí? Casi de forma inmediata, de lo digital a lo analógico.

-Esa adaptación no supuso el cierre de un negocio, hay más factores. Nadie puede vivir del 15% que deja la venta de una cámara, se vivía del revelado, de los accesorios que daban un margen sustancial.

-Paulino era una marca emblemática en la Plaza Mayor.

-Cierto, Paulino era el nombre del padre, venían de Ciudad Rodrigo. Fíjate, se decía, voy a llevar el carrete a Paulino, todo estaba en Paulino. Eran los grandes negocios emblemático de la Plaza: Primitivo Muñoz, el Novelty, Siro Gay, La Librería Regiosa? y más allá estaba La Madrileña, Paco Oria ¡Qué licores, qué maravilla de productos tenía esa tienda! Yo soy un apasionado de la Plaza Mayor, de su vida, y cuando hablo de ello me emociono porque me apasiona.

-Asistimos a cierres de comercios muy especiales, como Mantequerías Paco o la Librería Cervantes.

-Cierto, pasa el tiempo, la naturaleza va por encima de todo, por encima del hombre. La Plaza Mayor, la Plaza del Mercado, tiendas inolvidables, negocios de toda la vida.

-La Costa Azul, la Armería Alonso que era de mis tíos al lado del Bar las Tres Puertas? ¿Cómo era trabajar con un público tan variado en Paulino?

-¡Ahí en San Justo, en Alonso compraba yo los cartuchos cuando iba de caza! ¿Era tu familia? Negocios de siempre. Por Paulino pasaba todo el mundo porque tenía todo tipo de precios. Pasaba desde el gitano hasta el catedrático o el cirujano porque la fotografía siempre ha estado muy relacionada con la investigación. Yo voy al hospital y conozco a todos los médicos. La verdad es que conozco a todo el mundo, la cantidad de productos que tenía Paulino hacía que pasara por ahí la ciudad entera y tuvimos que tratar a todo tipo de gente, desde la Salamanca de cuna y de tronío a la Salamanca que descubría la fotografía, los visitantes? Aquel cajón de madera que estuvo allí desde que se hizo la tienda y donde metíamos los sobres de revelado fijaos la cantidad de veces que se abriría? y seguía tal cual.

Aquellos sobres verdes. Dejabas el carrete, confiabas en su cuidado y al cabo de una semana o tres días, aparecían las fotos esperadas? mira qué bien has salido? pues no recuerdo dónde tomé esta. Espera y emoción al abrir el sobre. Vete a comprar un carrete a Paulino, mira, tu primera cámara en Paulino.

-¿Crees que Salamanca es una ciudad de fotógrafos? ¿Qué relación teníais con ellos?

-Claro, de buenos fotógrafos, porque es muy hermosa, cómo ha cambiado el centro, qué bien está. Yo he perdido un poco la madeja de los fotógrafos actuales, pero recuerdo a gente buenísima, fotógrafos a los que les vendíamos las máquinas y teníamos que enseñarles a usarlas como Ansede, Riviera, Foto España, Mangas, Ángel Luis, tantos? recuerdo a Carballeira, que estaba en la calle Cristo de los Milagros, este era un gallego que tenía un estudio lleno de pájaros, de gatos? había llegado con el fotomatón al hombro desde Galicia y aquí se quedó. Me acuerdo del Pim Pum?

-Carmen Borrego: Ahí íbamos todos a ficharnos para el carnet, me acuerdo que te colocaba la cabeza con dos dedos, así?

-Era muy curioso, no usaba la luz directa sino unos focos de lado en la cabina, tenía su propio sistema y nosotros le vendíamos el papel, los líquidos, todo.

-El tema digital ha cambiado las cosas en el mundo de la fotografía absolutamente.

-Lo digital te ha convertido en tu propio laboratorio. El retoque, el encuadre, el tratamiento manual que antes hacíamos y se cobraba ahora lo hace el fotógrafo. Tú editas las fotos y realizas un trabajo que ya no se hace de forma externa.

-¿Lamentas la llegada del ordenador?

-Claro que no, soy un apasionado del ordenador, no lo cambio por nada. Es verdad que a veces sientes nostalgia, yo he corregido desde agosto hasta hace una semana 19.000 fotografías una a una de un archivo, y sí, sientes cierta nostalgia, pero no cambio por nada los nuevos avances que hay ahora. El problema de la recesión en el negocio fotográfico es que se inventó un producto que se agota en cierto modo a sí mismo. El sistema antes dependía de la tienda por los materiales, los arreglos en el laboratorio, tenías la obligación de depender de un vendedor una vez comprada la cámara porque necesitabas material? los líquidos, el papel, el revelado, el retocado? Ahora no dependes de nadie, hasta compras los objetivos por internet.

-Solo los grandes fotógrafos fijan en papel y de forma cuidadosa, los demás no, es la muerte de la fotografía impresa.

-Sí, y ya no somos solo nosotros los prescindibles, el negocio del papel, las tintas, los líquidos de laboratorio? Han inventado un producto que acaba con una parte del negocio. Se hizo un estudio en el 2007 que dijo que de cada millón de disparos se hacía un 6% de copias en papel. La pena de todo es que hacemos miles de fotos para verlas una sola vez y se pierde el contacto físico con esa foto, con el recuerdo.

-Pero el tiempo también acaba con las copias en papel?

-Claro, el tiempo, la luz que es la gran enemiga de la fotografía, curiosamente, solo tienes que ver en esas tiendas antiguas las fotos que están expuestas a mucha luz. La luz es el cáncer del papel. Pero en realidad no estamos hablando solo de la fotografía, lo que cambia es el negocio de vender. Yo tenía un lema: El ser coherente con una venta de cualquier artículo es indagar en las necesidades del consumidor.

-El trato directo no lo puedes tener en internet, o en una tienda donde el vendedor vende lo que le pongan. Y no sabe de lo que vende ni le apasiona.

-Cierto, la gente compra aparte de caro, cosas que no necesita o que no desarrolla y que acaban en un cajón. Lo mejor era, aunque me llamaran idiota, decirle al cliente que eso no es que no se lo quisiera vender, sino que le doy una alternativa con otro producto que va a saber usar, al que le va a sacar más rendimiento. Y sí, hay que conocer muy bien el producto, que te guste. Yo soy un apasionado de la óptica, de muchas cosas, de la radio, de la comunicación, pero sobre todo de la óptica? y ahí lo teníamos todo, gafas, microscopios, telescopios? y las cámaras.

-Hasta para vender un kilo de fruta hay que valer. Y ya no digo una cámara.

-Claro, por ejemplo, un buen vendedor nunca dice que no tiene algo. Si se lo dices al cliente, es un cliente que no vuelve. Puedes decirle que tienes algo que se equipara a lo que él quiere. Yo entré en Paulino después de hacer el servicio militar, ya con familia. Entonces apreciaban más a alguien con responsabilidades, no la juventud por la juventud? y siempre tuve la idea de que debía divertirme trabajando. No es que sea divertido trabajar desde las ocho de la mañana, claro, pero sí hay que tener una actitud, una actitud para estar metiendo mercancía, atendiendo al público, y si hay que poner una tapicería para cambiar el escaparate se cambia. El trabajo es pasión, y si no es así hay que jubilarse y cuando antes. En esta vida lo mejor es estar medianamente contento con uno mismo y con lo que haces.

-Os conocíais todos en los negocios de la Plaza Mayor y has hablado de tertulias ¿Crees que esta forma de relacionarse se ha perdido?

-Yo creo que sí ha desaparecido, primero porque ya no están esos negocios antiguos, hasta Ribert lo han cerrado? y no hay aquella unión. La mayor parte de los chicos de los comercios de la Plaza y alrededores acabábamos en El Cervantes. El Cervantes lo abrió un tal César, que era el dueño de Aguas la Platina. Luego lo tuvieron los Heras y ahora lo tiene Tito, que lo conocimos de recién llegado del pueblo de La Maya. Era otro chavaluco joven, como nosotros, que echábamos un cigarro, un café, echábamos una tertulia y hablábamos de fútbol, de cine o de toros, o nos íbamos a pescar. Éramos todos amigos, con muchas ganas de hablar? una de las cosas que yo noto es lo impersonal que se ha hecho todo, en una cola no conversamos, cada uno va a lo suyo. Yo cuando estoy con alguien, estoy con alguien, nada de móvil.

-Pero si has dicho que estás encantado con todos los dispositivos?

-¿Cómo no voy a estarlo? Con esto, con un móvil conectado a internet tienes el mundo a tus pies. Toda la innovación es buena. Me has preguntado antes por los que pasaban por la tienda ¿Sabéis quien venía mucho? El artista, Wences Moreno, y el profesor de la Universidad que era muy buen fotógrafo, Luis Cortés, muy bueno. Y Torrente Ballester, que venía él mismo a traer y a recoger los carretes.

Hay luz en la mirada y en la voz de Joaquín Villen, tanta que no deja lugar a la nostalgia, aunque sus palabras recorran una Salamanca de los años setenta viva, bullendo de cambios en la Plaza de todos, yendo a dejar su memoria en papel a la tienda que era un mirador hacia el Ayuntamiento. Ventanales donde se asomaban los telescopios hacia los soportales de la Plaza, hombres jóvenes que suben las empinadas escaleras de El Cervantes a echar un vino, un café y un rato de asueto antes de volver a la labor cotidiana. Un tiempo en desvaídos colores de las fotos que revelábamos un Paulino. Joaquín parte en tres el espacio para recordarnos la regla de los tres cuartos y vuelve a reír, la suya es una memoria llena de descubrimientos. Esa Salamanca viva es él, fija sobre placa apasionada. Y la luz no la destruye, solo la ilumina.

Charo Alonso

Fotografía: Carmen Borrego

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