Las Angustias se quedan al mando del Miércoles en una noche de doble pasión

Ciudad Rodrigo ha vivido este año una novedosísima jornada de Miércoles Santo, con una única procesión desfilando por sus calles, la de la Virgen de las Angustias, tras el histórico traslado de la otra procesión que se desarrollaba esta jornada, la de la Ilustre Cofradía de la Santa Cruz, a la mañana del Jueves.

Con el traslado añadido del Besapiés del Cristo del Silencio al Martes, la Cofradía de las Angustias, formada íntegramente por mujeres, se quedó al mando por completo de la programación semanasantera de esta jornada en la que aumentó aún más si cabe el movimiento de público en las calles, al llegar muchos mirobrigenses que residen fuera que les tocó trabajar hasta el mismo Miércoles.

Eso sí, en esta procesión de Las Angustias el seguimiento fue quizás menor del que podía haber sido -más aún teniendo en cuenta que hacía una temperatura muy agradable-, debido a la otra 'pasión' de la noche del Miércoles, la del fútbol, ya que a la hora de desarrollarse la procesión tenían lugar los partidos de ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones del Real Madrid y el Atlético de Madrid, que se dejaron 'sentir' en la procesión.

Curiosamente, si uno de los motivos esgrimidos por la Cofradía de la Santa Cruz para su traslado al Jueves era la coincidencia con partidos futboleros (es cierto que algún año anterior se ha estado disputando el desenlace de la final de la Copa del Rey con esa procesión ya en marcha), este año la coincidencia futbolera se produjo de lleno con la procesión de la Virgen de las Angustias (de hecho, para el horario habitual de la Santa Cruz, el fútbol ya había acabado).

Especialmente significativo fue lo que ocurrió al segundo paso de la procesión por la Plaza Mayor, cuando se oyó a la perfección la celebración en varios bares de la Plaza y su entorno del primer gol del Real Madrid. Fue instantes antes de que empezase a cantar la Coral Dámaso Ledesma la segunda de las piezas que interpretó durante la procesión.

Como el año anterior, la Coral ofreció un total de dos piezas (el Ave María atribuido a Tomás de Vitoria y el Stabat Mater de Kodály), la primera a los pies de la Casa Consistorial en el primer paso de la Virgen de las Angustias por la Plaza Mayor, que fue como siempre efímero (del inicio de la Rúa del Sol a la calle San Juan).

Previamente a ello, la salida de la procesión fue un poco más complicada de lo habitual, ya que hubo dificultades a la hora de sacar la carroza de la Iglesia de la Venerable Orden Tercera. El problema fue que las rampas que permiten salvar el escalón de piedra que hay justo a la entrada al templo en sí se habían colocado al revés. Esto hacia que a la hora de intentar sacar la carroza, las ruedas chocasen contra la piedra, ya que de ese lado se habían colocado las rampas del lado contrario, que son más bajas, y que no permitían superar la piedra.

Una vez se logró sacar, y tras colocar la cruz en el paso (a la que también se le dio una vuelta para ver cuál era su postura correcta), comenzó el desfile procesional, que transcurrió por el recorrido habitual, con la única representación por parte de otras cofradías de la Oración del Huerto. Junto a la representante de esa entidad estuvo el capellán de la Cofradía, José Manuel Carballo, siendo el capellán de la Junta Mayor, Tomás Muñoz Porras, el que hizo una serie de reflexiones desde la balconada de la Casa Consistorial al paso de la procesión por la Plaza Mayor.

El desfile concluyó en la Plazuela de Herrasti, donde como es tradicional se cantó la Salve antes de introducir la imagen de la Virgen en el Pórtico del Perdón de la Catedral de Santa María. Esta parte final contó con menos público del habitual, pese a que posteriormente no había otra procesión como en años anteriores (lo que hacía que el público no llegase a ver acabar la primera para darle tiempo a cenar antes de acudir a ver salir la segunda).