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Elena Díaz rememora el destierro de Unamuno
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Sala de la Palabra

Elena Díaz rememora el destierro de Unamuno

Actualizado 06/04/2017

Licenciada en Filología Hispánica, ofrece una interesante conferencia promovida por la Asociación de Amigos de este autor

La Asociación Amigos de Unamuno continua con su actividad divulgativa sobre la vida y obra de este autor tan ligado a Salamanca. Así, este jueves, en la Sala de la Palabra del Teatro Liceo, tenía lugar la conferencia 'Miguel de Unamuno en el destierro', impartida por Elena Díaz Santana, licenciada en Filología Hispánica y vocal de Comunicación de este colectivo. El acto contó con la presentación a cargo de Luis Gutiérrez Barrio, presidente del Ateneo de Salamanca y secretario de la Asociación.

Conferencia Miguel de Unamuno en el destierro

Anoche tuvo lugar en la Sala de La Palabra del teatro Liceo la conferencia "Unamuno en el destierro"", impartida por Elena Díaz Santana, licenciada en Filología Hispánica por la USAL y Socia fundadora de la Asociación de Amigos de Unamuno.

La conferencia se centró principalmente en el destierro de Unamuno en la isla Canaria de Fuerteventura. Basándose la misma en el estudio de dos libros principales para entender, la fecunda producción literaria que D. Miguel ejerció durante esta época de confinamiento y destierro, que va desde febrero de 1924 hasta febrero de 1930.

Uno de los libros es "De Fuerteventura a París" es un diario íntimo de confinamiento y destierro que consta de 103 Sonetos, 66 de los cuales están dedicados a Ramón Castañeyra, su mejor amigo en la isla. Estos Sonetos llevan unas notas o aclaraciones de Unamuno cargados de franqueza y virulencia. Estos 103 sonetos son otros tantos desahogos de su alma desterrada, que añora su patria, su Salamanca, que se acuerda de Bilbao y se revuelve contra el general que desgobernaba España y le envió al destierro y lo hace en los términos más duros y ofensivos que haya salido nunca de la pluma de un poeta.

En algunas ocasiones le vence el recuerdo, la emoción o la ternura, en otras, las más, le domina la pasión política, la defensa a ultranza de la libertad, la crítica al gobierno que suprimió las garantías constitucionales y puso a los partidos y a los intelectuales fuera de la ley. En ellos se refleja, dirá Unamuno, toda la agonía, agonía quiere decir lucha de mi alma de español y de cristiano.

A la llegada al poder de Primo de Rivera, Unamuno desde su óptica personal, se cree obligado a hacer un llamamiento a la conciencia nacional, a unirse a los políticos, liberales para hacer un frente que impida la consolidación del régimen. Y se moviliza contra la dictadura al igual que otros intelectuales: pronuncia conferencias, mítines, escribe en la prensa, y es procesado, combativo desde los periódicos que sirven al dictador.

El otro libro es "Cartas del destierro" Entre el odio y el amor 1924-1930 editado por ediciones universidad y cuyo estudio pertenece al matrimonio Rabaté.

Las cartas que Unamuno escribió desde el destierro reflejan su biografía, pero también incluye información, datos, reseñas, testimonios, que nos obligan a considerarlas parte de la memoria de la Universidad de Salamanca y en su virtud de la España del S. XX.

Son un legado de 130 cartas, de las cuales de la 1 a la 27 son las denominadas Cartas Canarias. Estas cartas forman parte del archivo epistolar de D. Miguel, y se corresponden cronológicamente a la etapa de su destierro entre 1924-1930, durante la dictadura de Primo de Rivera.

El amplio epistolario de Unamuno es heterogéneo, por la gran cantidad de destinatarios, lo que implica un sinfín de temas tratados: la política, el quehacer literario y editorial, la preocupación por la familia, la incertidumbre por el porvenir, etc.

Las cartas nos permiten conocer las vivencias del desterrado y reconstruir semana tras semana sus peregrinaciones por el espacio y el tiempo.

Los destinatarios de las mismas son escritores españoles e hispanoamericanos, políticos, traductores, editores españoles y extranjeros, amigos fieles de Bilbao o Salamanca.

Las siete primeras cartas del destierro, correspondientes al mes de marzo de 1924, sin hablar de los telegramas, van dirigidas a su esposa Concha y a sus dos hijos mayores Fernando o Salomé.

El destierro de Unamuno empieza el 20 de febrero de 1924, cuando el gobernador civil y militar de Salamanca comunica al profesor la orden de destierro a Fuerteventura, una orden que implica el cese en los cargos de vicerrector de la Universidad de Salamanca y decano de la facultad de Filosofía y Letras de la misma y suspensión de empleo y sueldo.

Así empieza un largo periodo lejos de la patria, que se resume en cuatro meses con Rodrigo Soriano en Fuerteventura, un año en París y más de cuatro años en Hendaya.

Unamuno sale evadido de Fuerteventura en la madrugada del 9 de julio de 1924, aunque al salir ya estaba al tanto de su amnistía. Decide exiliarse en Francia, pese al indulto dispuesto en el Real decreto del 4 de julio de 1914.En cierta medida Unamuno se autodestierra y a lo largo de los seis años de ausencia de España, rechaza cualquier amnistía cueste lo que cueste.

Ante la dimisión de Primo de Rivera a finales de enero de 1930, Unamuno empieza a organizar su regreso a España, donde sus amigos de siempre le esperan impacientes en Salamanca.

El regreso culminó con un multitudinario recibimiento en la Plaza Mayor, de ahí se dirige a su casa de Bordadores, desde cuyo balcón habla a la multitud allí congregada, les habla de justicia y verdad y les recuerda sus últimas palabras camino del destierro:"Volveré pero no con mi libertad que de nada vale, sino con la vuestra. Sus palabras fueron recibidas con estruendosas ovaciones.

Una vez amnistiado y retornado de Francia, sería integrado al escalafón de catedrático en febrero de 1930, pero habría que esperar al mes de abril para ser restituido en su cátedra de lengua y literatura griega. Recién proclamada la Segunda República, fue elegido Rector de la universidad de Salamanca, en reunión del claustro el 18 de abril de 1931.

El 29 de septiembre de 1934 llegó el momento de dar su última clase como profesor de la Universidad de Salamanca. Pero su jubilación no fue acogida como el retiro de cualquier profesor. El aula se llenó, todos querían acudir a la última clase de D. Miguel.

Foto de Alberto Martín

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