Se ponga Merkell como se ponga, Trump es el presidente de los EEUU y si quiere borrar de todo documento la referencia al cambio climático, se sale con la suya. Es decir, que si el señor se quiere gastar los dineuros en lo militar y no en programas sociales, que si el señor no ha esperado ni meses para desmantelar el sistema sanitario de Obama, el resto del personal a callar. No nos queda ni el recurso del pataleo, y es más, no nos queda ni el recurso del escandaleo, porque seamos sinceros, señores lectores míos ¿Nos escandalizamos ya de algo?
Un presidente autonómico dice que dimitirá si es imputado y luego, cuando se investiga, se retracta y niega la mayor. Una organización criminal afirma que entregará las armas ?posiblemente obsoletas- para darse publicidad y generar beneficios a unos presos que nunca han subscrito las condiciones para tener mejoras en sus condiciones penitenciarias. Un goteo incesante de muertas nos recuerda que, hagamos lo que hagamos, la violencia de género no cesa. Un colectivo laboral, necesario y fuerte, no hay que negarle el mérito, defiende con uñas y dientes sus privilegios, grandes, cuando resulta que en este país el que más o el que menos ha sufrido de todo si no es que se ha quedado sin trabajo. Vamos, que tenemos múltiples motivos para escandalizarnos, y sin embargo, estamos atentos al sol para largarnos de paseo y desconectar ese sentido de empatía que no para de pitar con el tema de los refugiados, de los desahuciados, de quienes no tienen más esperanza que el hecho de que, con el buen tiempo, no hay que poner tanto la calefacción ¿Somos malas personas? Sencillamente no, estamos hechos ya a la barbaridad y a la sensación de que, hagamos lo que hagamos, parece que las fuerzas que mandan hacen su santa voluntad nos pongamos como nos pongamos. Y ni siquiera nos escandalizamos. No nos escandalizamos de que un colectivo logre lo suyo mientras que el gremio del taxi, por ejemplo, se queda sin verlas venir porque una aplicación que no paga los impuestos terribles y las tasas de ellos, les hacen una competencia desleal que nos viene muy bien a los usuarios, afirmo. No nos escandalizamos de que maestros y sanitarios sean agredidos por esos usuarios a los que se les da un servicio en ocasiones malo pero no precisamente por falta de ganas, sino de personal. No nos escandalizamos de nada y así nos va, dispuestos a mirar para otro lado porque estamos cansados, hartos y encima, los que suponemos son el cambio la lían con la transmisión de la misa por la tele, cosa que, bien mirada, es de una insignificancia un tanto sospechosa.
Miramos para otro lado. Cierto. Y nadie nos puede culpar de falta de información, o de empatía, o de compasión pura y dura. Quizás sí de cansancio, de impotencia, de hartazgo. A mí me harta el tema catalán, me harta el duelo socialista, por cansarme, hasta me cansa Fillon capaz de pagar a su esposa por solo serlo. Sin embargo aquí estoy, dispuesta a interesarse más por el Baile de la Rosa en Mónaco. Hay momentos en los que uno se hace la boba, será por no escandalizarse. Será por cansancio, será por impotencia pura y dura.
Charo Alonso.
Fotografía: Fernando Sánchez Gómez.
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