El alcalde de Salamanca y futuro presidente regional del PP deberá coser heridas, aunar voluntades y ser reivindicativo para hacer crecer a una región cada día más pobre y despoblada
Alfonso Fernández Mañueco ha ganado contundentemente las primarias del PP en Castilla y León. Y lo ha hecho en contra de los intereses de buena parte del Gobierno de la Junta y de la mayoría de los medios de comunicación regionales, que han hecho una descarada campaña a favor de Antonio Silván por intereses publicitarios o los de sus editores con respecto a ciertas plazas, donde se juegan adjudicaciones de enjundia. Ha sido una campaña informativa desigual, en muchos casos soterrada; en otros a pecho descubierto, para favorecer al leonés frente al salmantino.
Rota la prudente neutralidad
A mayores, se ha roto la prudente neutralidad de la estructura de poder del Ejecutivo autonómico. Buena parte de sus consejeros se han pronunciado del lado del alcalde Silván, engrasando una visible campaña a su favor y movilizando a cargos orgánicos y a militantes desde sus despachos oficiales.
Pero Mañueco ha demostrado que conoce mejor el PP castellanoleonés, ha contado con el aval de Génova y de algunos cargos y, sobre todo, ha sabido convencer al militante de base. Esos son los ingredientes que le han dado la victoria.
Por encima de las miserias
Por el bien del partido, Mañueco deberá ahora mirar por encima de estas miserias, curar heridas y coser a un partido fuertemente dividido, aunque la diplomacia lo niegue. Dentro de su talante negociador y moderado, el alcalde de Salamanca y futuro presidente del PP de Castilla y León está obligado a estar por encima de las zancadillas, aunar voluntades y pelear por una tierra con graves problemas, especialmente el de la despoblación.
El dirigente salmantino tiene que aprovechar sus excelentes relaciones con el PP nacional para arrimar progreso y desarrollo a esta Comunidad que se desangra y que necesita de nuevas oportunidades desde la unión, la moderación y la permanente reivindicación a un Gobierno estatal que sigue mirando solamente por los grandes polos industriales y más poblados.