Entre sus manos, la madera se pliega, se retuerce, se afina y se convierte en pura textura, en imposible doblez que se deja acariciar
La escultura es para mí, profesión, pasión y, al mismo tiempo, una necesidad que es la manera de reflexionar sobre lo que vivo y observo a mi alrededor. De hecho, empecé a esculpir por la necesidad de sacar lo que llevaba dentro, y por el empeño de perseguir la belleza.
Entre las manos del escultor navarro afincado en Salamanca, Andrés Alvárez Ilzarbe, la madera se pliega, se retuerce, se afina y se convierte en pura textura, en imposible doblez de pulida superficie que se deja acariciar. Piezas que emergen, tan vivas como el árbol del que fueron vena y veta.
Hacer esculturas es una forma de escribir ideas. Esta serie de los vestidos vacíos hablan del mundo de la apariencia. Cualquier tipo de vestido tiene que representar algo, estos, sin embargo, están vacíos. No hay nadie
¡Parece que alguien los ha abandonado y aún se mueven!
Mis esculturas tienen que transmitir movimiento. A estos dos los llamo Fantasmas, son dos personajes anónimos, una pareja que representa la soledad, una situación de crisis. Ahora quiero trabajar con un proyecto que hable de los náufragos.
Tus títulos son muy breves y contundentes: Paradojas, Geometrías, Rotos, Deshechos? y definen bien las esculturas.
Esto que veis son de la serie Deshechos, son latas, tubos vacíos de pintura, restos humanos. Y esto es una servilleta y un palillo, se llama La Declaración de los Derechos Humanos, tomas esa Declaración y eso es lo que sale, los deshechos humanos.
Tus obras, como tú, tienen una enorme carga de reivindicación y denuncia.
Yo creo que no podemos permanecer fuera de la realidad. No podemos estar mirando para otro lado con la que está cayendo. No puedes estar en el mundo y estar al margen. La indiferencia es el mal.
Evidentemente, lo tuyo no es el arte por el arte?
Ahí está el arte, las piezas a menudo están llenas de guiños a otras cosas, a obras de arte. Esta botella, por ejemplo, es la Venus de Milo. Hay mucho guiño en lo mío a las obras de arte anteriores, le damos demasiada importancia a la individualidad del arte y no somos solos, somos fruto del pasado y de lo que tienes alrededor.
Alrededor de la cámara de Carmen Borrego, de la mirada sabia del poeta Quintín Muñoz, el banco de trabajo de Andrés Alvárez Ilzarbe suma las horas, el duro trabajo, las exposiciones, los grandes proyectos, las grandes y pequeñas piezas como en un bosque donde nos sentimos guiados a través del lenguaje propio del artista navarro, presente en numerosas instituciones salmantinas y castellano leonesas.
¿Cómo es tu sistema de trabajo?
Hago bocetos de lo que quiero hacer, maquetas, proyectos? ando con una idea de un lado para otro y busco, me pongo a dibujar, a hacer maquetas? y al final sale. A veces tallo y después hago un molde para reproducciones, otras no, algunas están vaciadas en bronce. La obra, cuando está en la cabeza, es perfecta, hace falta mucho conocimiento de la pieza, de la textura, te pasas el día investigando, probando técnicas?
En el taller del artista se acumulan las herramientas del oficio con orden quirúrgico y el serrín cubre los objetos que el tiempo ha convertido en esculturas. Búsqueda y entrega desde la más humilde de las materias, la madera generosa y cercana que sale de la tierra y en las manos de Ilzarbe se convierte en compleja, sugerente abstracción.
El lenguaje figurado es más cercano, pero a mí me gusta más la abstracción. Yo lo que represento intento que tenga movimiento, creo que nada es hierático. El lenguaje abstracto es más conceptual, nos resulta más lejano, pero es más abierto. En literatura, por ejemplo, se permite sugerir, cambiar, mientras que al artista, si algo gusta de él, siempre se le pide que use el mismo lenguaje. Yo me rebelo ante eso de que no puedas cambiar de registro. Si practicas el hiperrealismo, el arte figurativo, no puedes sorprender con la abstracción.
Tú sí lo has hecho, aunque si me permites, me gustan esas hojas hiperrealistas que me recuerdan el otoño, la infancia?
Estas hojas están contando una historia, las hojas caídas en realidad se mueven, pero estas tienen algo que las sujeta. Son gente que tiene algo que las ata, que las sujeta. Como somos todos, cada uno de nosotros tiene nuestra atadura. Yo hago escultura porque me gusta contar cosas. Como yo no soy escritor como este -señala divertido al poeta y narrador Quintín García, amistad de toda la vida- lo cuento todo a través de la madera.
Sí Andrés, pero este tipo de arte que dices necesita una explicación ?insiste Quintín- si no me lo cuentas yo veo hojas y ya.
Sí y no, si quieres ver, ves. Si quieres pensar, piensas. La sociedad actual no quiere ver. Yo no tengo que explicar nada, esto es lo que yo quiero decir, lo que te cuento. Lo que el otro vea yo ya no lo controlo.
Pero yo quiero saber qué hay detrás, yo quiero que me lo cuentes.
Quintín, el arte es comunicación, quiere transmitir sensaciones. Exige un esfuerzo para verlo. Los símbolos eran antes claros, los conocíamos, ahora cada artista tiene su código. Miras un cuadro de monjes de Zurbarán y dices, esto lo veo y ya? ahora nadie se detiene a mirar. Lo primero es decir si te gusta o no, y luego educar el ojo. Intentas hacer algo plástico, obras que sean bellas, pero lo que representas es la idea. Lo importante es ver, ver aunque sea una forma bella, no hay más. Luego está la historia que cuenta. Negarnos a verlo es imposible.
¿Qué pretendes transmitir a través de tu obra?
Muchas cosas. Por ejemplo, que en la vida todo se mueve, todo es movimiento. Detrás de cada cosa hay una historia, mirad, esta obra se llama Escaleras de vanidad, subes y subes y llega un momento en que te caes o te caes. Vivimos demasiado deprisa, la obra tiene otro ritmo, eso es lo que me empuja a crear, buscar un lenguaje diferente con el que contar la realidad.
Una realidad que ves desde un ángulo muy pesimista?
No. Yo tengo una visión realista. Todo esto son también cantos a la esperanza. Creo que no hay nada hierático, que todo cambia. Vives bien y de repente llega un infarto, te quedas sin trabajo, sufres la crisis y te deja con el culo al aire, la vida es esto, todo movimiento, todo cambio.
Las series geométricas de Ilzarbe se desmoronan bajo el efecto de una perfecta bola roja que representa el golpe de la vida. La serie dedicada a los desahucios muestras cicatrices en la madera, cristal roto? La burbuja inmobiliaria está formada por innumerables piezas en forma de casas que revientan en un prodigio de equilibro desesperado.
En La burbuja inmobiliaria la forma exterior acaba con una esfera perfecta que se rompe. La parte interior es mucho más cálida, pero se rompe. El efecto de un desahucio es equivalente, según los psicólogos, a la muerte de un ser querido. Mi relación con esa causa tiene mucho de pasión. Es un problema tan grave que sentí que no era posible permanecer al margen. No era suficiente denunciar, criticar o contar "desde el arte". Sigo hablando de ello en mis esculturas, pero también participo directamente en la defensa del derecho a la vivienda para todos.
No solo eres un artista comprometido con la obra, sino con la acción.
Detrás de la estética hay una estética.
Las bases de tus esculturas a veces son pinturas ¿No practicas la pintura?
Yo la pintura no la entiendo, el color no lo entiendo. Las formas, el volumen, eso sí lo entiendo. Tengo una relación muy ambigua, muy complicada con el color. La pintura es magia detenida, la escultura, con las tres dimensiones nunca es igual. Yo quiero hacer plástico el volumen como escultor, y también quiero buscar historias.
¿Hay alguna madera que prefieras?
No, cada madera tiene su carácter, lo transmite de forma diferente. Cada madera es un mundo. Es como las personas, no puedes tratarlas igual, de la misma manera. Me gustan todas, cada una tiene su encanto, incluso las que son tóxicas, el tejo, por ejemplo, es venenoso. Yo a veces veo un tablón y veo la obra, aunque las hay que se resisten. Uso la madera que va unida a la idea, sabes en qué material puedes hacerlo.
Siempre la idea, Andrés, pero también necesitas el conocimiento que tiene, por ejemplo, un artesano. El padre de Fernando se enfadaba si le llamaban carpintero porque era un ebanista exquisito.
El escultor necesita toda la técnica del artesano, cierto. Ahora me acuerdo de eso del exquisito pintor y el sufrido escultor. La madera está viva, tiene algo especial, es cercana al hombre, es herramienta, es mueble?
Cálida y dúctil en las manos de Andrés Alvárez Lizarbe, la madera no solo es nuestra doméstica compañera. Es cuerpo, es paradoja, es denuncia, es la expresión de un hombre comprometido. Belleza que no se agota en sí misma, que narra, que relata, que golpea las conciencias de quien sabe leerla. En medio del taller donde obra el volumen su magia, un diablillo de madera nos hace un gesto. Caricia, textura y afiladas certezas, la mirada y el tacto resbalan, gozosamente, por las obras de Andrés Alvárez Ilzarbe y el serrín en la luz nos repite que todo es movimiento. Profesión, pasión, compromiso? y magia.
Charo Alonso.
Fotografías: Carmen Borrego.