En este segundo texto sobre la felicidad iba a seguir con otras reflexiones más generales, pero no me resisto a dejar sin comentar una noticia de estos días: "las operaciones estéticas de los glúteos han aumentado el último año en un 30%".
Ya ven ustedes dónde ponen la felicidad no pocas personas, en los glúteos, trasero, posaderas, culete, culín, o, con premiso de los latinoamericanos, en el "culo" (para nosotros esta palabra es muy común y son muchas las cosas a las que se aplica: culo de la botella, culo del vaso, aparcar de culo, etc.). Los lectores pueden pasar un buen rato, especialmente si están en grupo, recordando todas sus aplicaciones.
Todas estas explicaciones tuve que dar en una ocasión, en Costa Rica, además de pedir mil veces disculpas, a dos señoras muy "pulcras y refinadas", cuando me llevaron a visitar un volcán y para ayudarlas a aparcar en un descampado, ya muy lleno de vehículos, me bajé del coche, me acerqué a la ventanilla y le dije a la conductora: "aquí hay sitio, puede aparcar muy fácil de culo", ¡Nunca olvidaré su cara, mientras se miraban!
Lo cierto es que, desde muy antiguo, los humanos hemos tenido mucho interés estético, erótico y sexual por esta parte del cuerpo, como demuestran las Venus, numerosas esculturas, pinturas y loa añadidos que durante algunos siglos se ponían las señoras para presentar un culo respingón. Las hembras de algunas especies cercanas a la nuestra presentan durante el "celo", de eso se trata, de presentarlo para que se mire y se desee, un "culo de colores".
Pues bien, parece que conservamos, entre otras muchas cosas, estos gustos estéticos y eróticos, aprendidos y no olvidados a lo largo del curso evolutivo de nuestra especie. Y el mercado del sexo, que de todo se entera y sabe, nos ofrece un nuevo servicio para hacernos más felices: "tenga usted el culo más atractivo del mundo, no se lo pierda". Los lugares que comercian con el ejercicio físico anuncian cambios espectaculares, con movimientos específicos para lograrlo. Los cirujanos ofrecen maravillas nunca vistas y quienes se ocupan de vestir a las mujeres piensan, como no, en cómo podremos lucirlo mejor. Y lo digo para ambos sexos, porque el mercado no es sexista y no quiere prescindir del 50% de consumidores y el trasero de los hombres también es y lo será más, un buen negocio.
A nosotros no nos parece mal que cada cual le conceda la importancia que quiera a esta noble parte del cuerpo, lo malo es que unos y otros, todos los mercaderes, nos proponen el mismo patrón, de forma que sean muy pocas las personas que puedan estar contentas con lo suyo, y así, se angustien porque no van a tener éxito en el mercado. Creada la necesidad, el negocio está asegurado y como no se olvidan de ningún producto vendible, no dejan a la gente tranquila ni siquiera con su propio "culo".
Hoy que hablamos tanto, y ya era hora, de diversidades sexuales, ¿por qué no dejamos a la gente a su aire, con su propio culo, adoptado el sabio dicho: "de gustos no hay nada escrito"?
Ya ven que el tema tiene bastante que ver con la felicidad, concepto impreciso, que manejan muy bien los "nuevos demiurgos", sustitutos de los dioses, ofreciendo la felicidad a precio de saldo.
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