Cuando cumpli los 65 años decidi que nunca volveria hacer nada que no me apeteciera, ya liberado en lo economico, aprovecho el tiempo que me queda y he decidido no volver a relacionarme jamas con personas que dedican la mayor parte del dia a odiar. A odiar, a intrigar con su amargura. E borrado a todos los que me parecen odiadores. Por el contrario disfruto mas que nunca de los entusiastas, de los que rien y contagian las buenas cosas de la vida, de los que dedican el tiempo a hablar de aquello que les gusta, pero no de loquee odian. E descubierto en esta decision, que hay personas oscuras, individuos que estan permanentemente refiriendose a lo que odian- y a los que odian-. No se si sigue aquella adsurda idea que la in
teligencia es incompatible con la alegria. Y los felices solo pueden ser tontos. Pero yo como no soy muy inteligente prefiero ser tonto, tener alegria y ser feliz. Y separarme del tacto de algun listillo odiador para que no me pueda secar la piel. Porque sobre mi gravita cierta manera castellana de estar en el mundo, para no arrodillarme de mas, ni estar levantado de sobra. Tenemos que huir de esos que se llaman artistas sin obra, con un concepto de odiar a cualquiera que hace algo bueno. Tambien tenemos que añadir a personajes con una creacion de odio que proporcionan algunas ideologias. Asique para no malgastar el tiempo que queda, es mejor alejarse lo mas posible de la gente que odia y es amarga. Tonto pero feliz...