Nóos.

El Nóos o Nóus es, según Anaxágoras, la capacidad de intelección inmediata y directa de una idea o verdad sin razonamiento intermedio. O sea, una intuición, una visión intelectual que prescinde, gozosa, de cualquier cansino razonamiento. Aquella corriente fenomenológica se hace carne, siglos y siglos después, en una Fundación asentada en la Barcelona del año 2003. Seamos precisos con domicilio en la calle Mestre Nicolau nº 19 bajo la advocación de: "Asociación Instituto Nóos de Investigación Aplicada". Asociación, sin ánimo de lucro, cuya misión sería: "realizar investigaciones de interés general sobre los procesos de formulación e implementación de las estrategias de patrocinio. mecenazgo y responsabilidad" en el ¡¡¡ámbito deportivo¡¡¡ Sin duda, de ahí el nombre, sólo la intuición, que no el logos, puede esclarecer al común de los mortales sus propósitos finales. Sigamos. La Junta Directiva estaba integrada de la forma siguiente: El Duque, Iñaki, como Presidente, Diego Torres como Vicepresidente, como tesorero García Revenga (Secretario personal de las infantas Elena y Cristina y de la máxima confianza del Rey Emérito), como vocal la Infanta Cristina y como Secretario otro señor distinguido. La fundación alcanza en tres o cuatro años el mayor éxito en la ímproba tarea de "conseguir mecenazgos". Tanta fortuna llamó la atención a la autoridad competente. No era para menos, dieciséis millones de euros no son moco de pavo y encima exentos. La genial intuición les favoreció a medias. La parte menos buena. El duque y su sesudo profesor (Torres), la Infanta y su tutor se decían: "Vosotros, ayuntamiento u empresa, me asignáis una jugosa participación y recibiréis el ciento por uno" Ellos decían verdad, se sabían respaldados. El que los respaldaba, de esas artimañas, sabe más que nadie. Tiempos de abundancia y amiguitos del alma. No contaban, sin embargo, con la enorme cosecha de manzanas podridas y el cabreo popular (los medios oficialistas se refieren a éste como cainita) que asolaba a nuestra patria. Las autoridades competentes no pudieron ni abrir en su favor, siendo quienes eran, el paraguas. A la sazón, como dicen en Londres, rain buckets, caía un diluvio. Ahora la parte menos mala. ¡Albricias¡ El Imperio de la Ley actúo con sus ojos vendados, sin hacer distingos. O, al decir de Anatole France: "La Ley en su magnífica ecuanimidad prohíbe tanto al rico como al pobre robar pan, dormir bajo los puentes y mendigar por las calles" Los principios se salvaron Los tribunales se pronuncian. La Infanta absuelta. Un colega mío, a la sazón su abogado defensor (no me refiero a Horrach), adujo: "una mujer enamorada nunca pregunta" ¡Bingo¡ El Duque, entretanto, obtiene una notable reducción de la condena pedida por el Ministerio Fiscal: de 19 y pico de años de cárcel, a seis años y pico (tecnicismos legales bien aprovechados). Lo que sucede con el resto de acusados carece de importancia. Eso sí, todos se benefician. Tuvieron mucha suerte de compartir la imputación con personas tan distinguidas. El vecino de Parla pregunta: "¿entrará en prisión el Duque? El de la calle Serrano le responde: "¡Faltaría más¡" De momento, el susodicho se queda en Suiza. Su vicepresidente, en cambio, se quedó sin pasaporte. ¿Por qué? La respuesta hay que buscarla en la teoría (neoplatónica) de la emanación. A saber: la superabundancia de lo superior explica la producción de la realidad inferior. En otras palabras, los rayos salen de la fuente original sin ninguna disminución, si bien se hacen más débiles a medida que se alejan de ella. La potencia está en el rex (el prius) y los Magistrados son segundones (potentiores). De ahí, que la luz benefactora le llegue, desde el astro supremo (el rex), más nítida a la hija/hermana y al yerno/cuñado, que al juez de cualquier esquina y no digamos al súbdito ya sumido en las sombras. En resumen: en esta España de charanga y pandereta la justicia no es igual para todos.

PD Me temo que la monarquía tiene los días contados.