Tiempo, ese era el secreto, una tanda templada y ajustada por el pitón izquierdo deja las cosas en su sitio, en la pelea de los dos gallos la diferencia estuvo marcada por la torería, la inteligencia y el oficio
Cuando uno de los sacerdotes del Bolsín rogó por megafonía que el intrépido joven se bajara del árbol era señal inequívoca de que la plaza de tientas del Hotel Conde Rodrigo estaba llena a rebosar. Uno en esta cita siempre piensa que Ciudad Rodrigo debería contar con una plaza de toros de obra, moderna, multifuncional y a poder ser cubierta, para poder celebrar todo tipo de acontecimientos, lúdicos, culturales, deportivos y festivos, incluida la final del Bolsín Taurino mirobrigense.
Que en la final se tienten machos es un salto de calidad indudable que marca un antes y un después. Es la tercera ocasión en que el asunto se resuelve de esta manera y no parece posible que haya marcha atrás ya que la seriedad, el respeto y la exigencia que supone la tienta de machos no es comparable con lo que se hacía antes. Bien es verdad que ninguno de los erales tentados esta última tarde de Bolsín, por unas circunstancias u otras, ha resultado de un juego completo aunque en líneas generales la mayoría se han dejado torear. El garbanzo negro ha sido el que rompía tentadero.
El de Adelaida Rodríguez desarrolló sentido y peligrosidad poniéndoselo casi imposible al buen torero de Jerez Juan Manuel Caro Granados, uno de los chavales con más calidad vistos este año pero que no ha encontrado un oponente a la medida que requiere su caro toreo. Una pena. Rubén Blázquez de Peñaranda tampoco pudo lucirse pero por momentos ganó la partida merced a su concepto poderoso y dominador. Tan mala suerte en el sorteo como dignos los dos.
El punto álgido de esta final estuvo en el segundo acto. El novillo de Orive no era fácil, tenía sus teclas pero una vez descubiertas resultó agradecido. Y eso se consigue con cabeza, oficio y técnica. Resulta que el sorteó emparejó a los dos aspirantes mejor colocados hasta el momento. Carlos Domínguez Cabrera (Badajoz) se echó la muleta a la mano izquierda y sin probaturas le enjaretó dos tandas templadas y grandiosas en lo que parecía un golpe de efecto casi definitivo, después cambió de mano pero el novillo ya no era igual. Le acortó la distancia, le apretó, se encerró con él y la faena fue perdiendo altura.
Desde el burladero Manuel "Diosleguarde" lo había visto claro. El secreto estaba en sacar el novillo a los medios, darle distancia y tiempo, lo demás corría por su cuenta. Lo torea templado por el pitón derecho en tres tandas de menos a más y se lo pasa de pitón a rabo en los pases de pecho. Tiempo, ese era el secreto. Una tanda templada y ajustada por el pitón izquierdo deja las cosas en su sitio. En la pelea de los dos gallos la diferencia estuvo marcada por la torería, la inteligencia y el oficio.
Al encastado novillo de Pedraza había que bajarle los humos bajando la mano, algo que no fue capaz de hacer Aarón Infantes, un aspirante de Ciudad Real que tiene detalles de torero con gustito y que en esta ocasión debió de tirar de técnica para someter desde un principio al animal. Se le subió a las barbas. Lo entendió mejor el bullidor y siempre dispuesto torero de Albacete; Adrián Villalba que a base de ganas y afición logró pasajes de mucho mérito.
Bonito el eral colorado y salpicado de los herederos de D. Manuel Santos Alcalde. Dos veces acudió al caballo desde la máxima distancia posible, es decir con el rabo pegado a la puerta de toriles. Fue un novillo noble y facilón aunque escasito de fuerzas al que Antonio Palacios (Albacete) tardó en acoplarse para terminar mas firme y asentado. Ismael Jiménez (Badajoz) le buscó las vueltas siempre y con la calidad y las ganas que ha demostrado durante todos los tentaderos se reivindica como uno de los chavales a tener en cuenta.
Pocos pensaban que al albercano Valentín Hoyos Calama le íbamos a ver en la gran final. Apuntaba maneras, eso sí, pero también denotaba una falta de rodaje y experiencia evidente. El chaval ha ido muy a más en todos los tentaderos llegando por méritos propios hasta lo último. No es solo eso. Esta tarde ha vuelto a estar, con un novillo de Agustínez que se dejó, en un gran tono. Se coloca tan bien, tan de frente y tan de verdad como solo son capaces de hacerlo aquellos que no han toreado nunca un novillo y por lo tanto no han "cobrado". Si a eso añadimos que quiere y tiene gusto no exagero en nada si digo que va a dar mucho que hablar, para empezar ya en este carnaval.
No quiero pecar de prepotente ni fastidiar la emoción de todas aquellas personas que se acercarán el próximo jueves al Teatro Nuevo con la incertidumbre de saber quién será el triunfador del Bolsín Taurino 2017. La mayoría de los aficionados que abarrotaron hoy las gradas, incluido el valiente que trepó al árbol, no tendrán muchas dudas al respecto. Ahí lo dejo.
Reportaje gráfico: Adrián Martín