Era la primera ocasión en que todos los chavales se veían las caras a la misma hora en el mismo lugar y en las mismas condiciones, lo que ofrece una perspectiva general objetiva
Al llegar a la placita un vigilante de seguridad espera tras una valla y va entregando un ticket numerado a los aficionados que se han acercado para presencial la gran semifinal de este certamen 2017. A mí me corresponde el número 507, siendo respondido a mi pregunta que no es para el sorteo de un jamón ibérico, que podría ser, si no por para el control de los espectadores. Así y todo observo huecos en las gradas y es que una tarde lluviosa y la coincidencia horaria con el partido de fútbol del único equipo que jugó esta semana la Champions League con opciones de pasar a la siguiente eliminatoria, indudablemente restaron afluencia.
No veremos tentar más hembras, ya que en la final los aspirantes se las verán con novillos de distintas ganaderías, pero si tuviéramos que otorgar un premio al encierro más completo, este sin duda iría para las vacas de Antonio Martín Tabernero tentadas esta tarde. Todas bravas, prontas, nobles, han deparado un tentadero de auténtico lujo que ha servido para calibrar las posibilidades y condiciones de los doce aspirantes y en la que ninguno de ellos puede poner ni una sola excusa para haber dado lo mejor del torero que llevan dentro. Es justo y necesario reconocer que en esta edición todas las ganaderías han echado vacas muy interesantes y puede ser verdad que la crisis que redujo los festejos y por tanto las ganaderías, ha tenido como consecuencia una mayor exigencia en la selección de las madres empezándose a ver ahora los resultados. Esperemos.
Era la primera ocasión en que todos los chavales se veían las caras a la misma hora en el mismo lugar y en las mismas condiciones, lo que ofrece una perspectiva general objetiva, comparativamente hablando, del nivel y las posibilidades reales de cada uno. Esto unido a que cada becerra ha sido toreada mano a mano, lo cual aumenta la competencia, ha deparado un bonito espectáculo.
Dicen los pacenses, en tono de guasa, que Extremadura son dos: Badajoz y Badajoz. Aquí también hubo dos esa provincia, y miren por donde ambos han vuelto a demostrar que aspiran a todo y que nadie puede decir, a día de hoy, que uno de ellos no pueda ser el ganador. Tanto a Ismael Jiménez Rojas, con su toreo alegre, vistoso, variado pero también de calidad, como Carlos Domínguez Cabrera que torea bien sin paliativos, sobre todo con la mano izquierda, se les adivina un prometedor porvenir a poco bien que se den las cosas.
De Albacete siempre llegan muchachos bien preparados y con opciones, en esta ocasión Adrián Villalba al que no se le puede negar que es pura entrega y que no se deja nada para tratar de agradar y Antonio Palacios Catalán, un espigado chico de corte clásico con buenas maneras basadas en un toreo firme de mano baja. Venido de Jerez nos alegra cada tarde Juan Manuel Caro, con un temple exquisito y detalles de calidad pura.
Los tres alumnos de la escuela de Salamanca llegados a esta semifinal lo han hecho por méritos propios, cada uno con un concepto muy diferente del toreo lo que desmonta la leyenda urbana de que en las escuelas taurinas todos torean igual. Rubén Blázquez, de Peñaranda, ayudado por un corpachón importante torea con mucho mando y poder, el chaval ha evolucionado mucho desde que le vimos por aquí el pasado año y se le ve preparado para torear novillos.
Valentín Hoyos Calama, de la Alberca, es punto y aparte. Ha ido creciendo tentadero a tentadero y de la bisoñez que se le intuía al principio ha pasado a torear con un gusto y una confianza fuera de lo común para lo poco rodado que está. Tiene maneras de los toreros tocados por la "varita", es la gran sorpresa y una de las joyas de la Escuela taurina de Salamanca.
De Manuel "Diosleguarde" se esperaba mucho. Estaba, y está, en boca de la afición no solo por ser de Ciudad Rodrigo, sino por la gran temporada que echó el pasado año triunfando en casi todos los sitios donde actuó. Un chaval que ve muy rápido las condiciones de los animales y que una tarde más se le ha visto como es Él; un torero con unas cualidades innatas importantes, empaque, verdad y torería en todo lo que hace lo cual le permite conectar muy rápido con el tendido.
Para terminar no puedo por menos de mencionar al buen picador Paco Tapia con su forma campera, proporcionada y profesional de medir a las vacas en el caballo. También a Curro Molina, triunfador del Bolsín Taurino de 1994, banderillero ya retirado que estuvo en la cuadrilla de Sebastián Castella y que se ciñó por unas bellas y arrebatadoras verónicas toreando para sí mismo cuando aquí vino a otra cosa, que no era más que parar los animales de salida, ponerlos al caballo y ayudar a las jóvenes promesas. Lo demás sobraba querido.