No vale una para ir más allá de la columna…

Yo no valdría para el noble arte de la política. Me falta diplomacia, me da pereza pintarme el ojo y detesto las purgas. Esas que ahora va a realizar Iglesias con un par, quitándose a los errejonistas de en medio con la voluntad de las urnas. Vaya, que no, que la política no es lo mío, estaría demasiado alucinada con tanta dieta, tanto chófer, tanta facilidad, vamos, que uno es pobre hasta para pedir y por supuesto, tiene el arte de contradecirse. Sí, señores, yo por entender lo entiendo todo y luego a ver quien legisla: entiendo a las parejas que quieren tener hijos y recurren a un vientre de alquiler, entiendo a quienes pensamos que la maternidad subrogada es una forma de explotación del cuerpo de la mujer. Vamos, que lo mío no es la uniformidad, ni la del PP, ni la que se va a imponer en Podemos. Unamuniana, lo mío es la contradicción y la pelea, por eso defiendo la apertura de fronteras y el control absoluto de quienes no son capaces de adaptarse a una nueva realidad a la que detestan y, gustosamente, desearían ver saltar por los aires. Seamos sinceros, las ideas de Trump son una barbaridad indudable, pero la llegada de quienes mantienen principios religiosos que, por ejemplo, convierten a las mujeres en ciudadanos de segunda, hay que controlarla, cuidarla y tratar de convencerla de nuestras ideas. Esas ideas que cada uno es muy libre de tener aunque haya un sistema que permita no ejecutarlas ¿Es legal ir a hacer la ola a un juzgado? ¿Es legal mantener las abominables costumbres de una comunidad en medio de Europa? ¿Es legal contratar a una madre de alquiler?

Que no, que no quiero ser política. Primero, porque me rodearía de los míos y eso es nepotismo. Segundo, porque no tengo paciencia para la tontería ajena. Tercera, porque detesto que me digan ya no tengo que hacer, sino lo que tengo que pensar. Y cuarto, porque mis gustos son poco ideológicos, por ejemplo, no sé por qué me gusta Errejón, quizás sencillamente por descarte. La suficiencia de Echenique e Iglesias me parece cuasi mesiánica. Eso sí, no me he leído ni una sola de las propuestas. No estoy cualificada para casi nada en este campo, ni para averiguar por qué es tan necesaria Cospedal ni para dilucidar por qué estamos hablando de congresos chorras cuando hay tantos problemas sobre los que tratar: la pobreza energética, los desahucios, la falta de trabajo, de investigación, de soluciones a los autónomos, de debate acerca de la sanidad y la educación de todos. Es mejor pensar en qué macho alfa elegir, es mejor mantener a Cospedal, es infinitamente mejor glosar las virtudes de quienes salen en la caja tonta. Total, esos son los problemas que acucian a la gente y no los que he dicho, esos que nos preocupan a quienes nunca entraríamos en política porque seríamos incapaces de discutir sobre tales sutilezas habiendo tanto por lo qué pelearse. No, que no valgo.

Charo Alonso.

Fotografía: Fernando Sánchez Gómez.