José María Herrero, agricultor en Villagonzalo de Coca, señala que la inversión necesaria para comenzar en el campo frena las nuevas incorporaciones
Para algunos es la primera vez que visitan la Feria Agraria. Otros la conocen de sobra pero siempre vuelven en busca de las novedades en maquinaria agrícola, fitosanitarios o piensos para su ganado. Lo que todos tienen en común es algo: son jóvenes agricultores que quieren vivir por y para la explotación en la que trabajan.
José María, joven agricultor: "La inversión inicial que hay que hacer ahora es muy alta para los jóvenes. Sin apoyo detrás es imposible" |
Agronews ha charlado con dos de ellos, ambos pertenecientes a Jóvenes Agricultores de Asaja. Agricultor y ganadero han mostrado sus inquietudes y sus percepciones sobre el presente y futuro del sector primario. José María Herrero tiene una explotación de secano y regadío -patatas y zanahoria- en la localidad segoviana de Villagonzalo de Coca. Él, que viene de familia dedicada en cuerpo y alma al campo, no ve mucho más fácil vivir de ello respecto a cómo lo podían hacer sus padres o abuelos. ¿Por qué? Ahí se muestra claro: "Sin un apoyo detrás es imposible que nadie pueda meterse de lleno a vivir del campo porque la inversión inicial que hay que hacer ahora es muy alta".
Además de los costes, reconoce que los precios tampoco les ayudan a ser más flexibles y tener más facilidad a la hora de mejorar sus fincas en lo que a materiales se refiere: "Antes con menos hectáreas vivía una familia; ahora, necesitas muchas para poder ver algo de dinero". Mismo punto de vista en el que coincide Fernando Vicente, ganadero de 33 años de la localidad salmantina de Villarino de los Aires, al Sur del Duero y quien ve, más allá de un problema de espacio, una cuestión de falta de implicación y cambio de mentalidad en la sociedad: "Hoy no se quiere vivir en el campo y muchos siguen prefiriendo la ciudad".
Fernando Vicente, joven ganadero: "Nos toca tirar de la familia para poder sacar esto adelante" |
Fernando, que cría vacas moruchas en extensivo -especie en peligro de extinción- sabe al dedillo los problemas actuales por los que pasa la comarca de las Arribes. Por un lado la caída en picado de la demografía que ha descendido al oeste de la provincia en más de la mitad respecto a la que se computaba hace un cuarto de siglo. En el otro extremo, problemas puntuales pero que teme que se vuelvan endémicos como las lobadas que siguen afectando al Sur del Duero. Y, entre medias, problemas burocráticos y retraso en pagos de indemnizaciones o de PAC: "La Administración paga cuando quiere y, muchas veces, nos quedamos sin saber al detalle lo que cobramos". Ante esto, toca "tirar de la familia" para poder cubrir gastos.
¿Cómo ven el futuro?
Ese es el presente, pero el futuro no lo dibujan mucho más halagüeño. José María Herrero cree que el problema que ocasiona que el sector esté "de capa caída" en la región se debe, a su juicio, a la falta de relevo generacional: "Hay mucha gente mayor que no deja de trabajar y los jóvenes no tienen espacio, ellos son los que pueden llevarse una mejor renta". Por otro lado, ve que el repunte puntual en los trabajos relacionados con el campo son, más bien, "una salida laboral más" que un tema vocacional.
En el lado positivo, un mundo más formado y profesionalizado, que sabe lo que quiere y que está puntualmente informado sobre lo que le pasa a su tierra o a sus cabezas de ganado. Y lo saben porque lo viven y porque luchan por no quedarse de brazos cruzados y conocer mucho mejor y al detalle sus derechos bien sea de forma individual o a través de asesoramientos ofrecidos por organizaciones agrarias como Asaja.
En definitiva, un oficio 24 horas los siete días de la semana por el que hay que vivir cada día y levantarse. Ellos lo siguen haciendo junto a sus padres cada mañana desde bien temprano, pero sirven de muestra y ejemplo de la tenacidad de quienes quieren apostar primero por lo primario.