La mañana del miércoles los señores representantes del pueblo llegaron a la Asamblea Nacional montados en triciclos e imitando la sirena de una ambulancia. Los periodistas, que nos arracimábamos en la tribuna de visitantes que habían habilitado para la prensa, caímos en la cuenta que aquel día tocaba solucionar la Sanidad del país. Acertamos, aunque nos esperaba una desagradable sorpresa; antes de comenzar la sesión el Presidente hizo desalojar las tribunas de visitantes, incluida la nuestra, justificando la drástica medida por la filtración del día anterior. Amablemente, pero sin concesiones, los ujieres nos condujeron a la sala de prensa donde siete horas más tarde recibimos el comunicado que adjunto.
"Continuando con lo planificado para esa legislatura, en la sesión celebrada en el día de hoy los señores delegados del pueblo, queriendo hacer posible una Sanidad Pública general y gratuita que nos permita afrontar los retos del siglo XXI, y teniendo presente que "El que bien caga y bien mea no necesita que el médico le vea", y toda vez que la mayoría de nuestros representados son creyentes (nos atreveríamos a decir que militantes), y por tanto sabedores que "Cuando Dios no quiere, el médico no puede", hemos decidido, por aclamación, suprimir la Medicina de Atención Primaria y los llamados Centros de Salud.
Los galenos desplazados (profesionales conocidos hasta ahora como Médicos de Familia) y el personal sanitario en general que prestaba sus servicios en la citada Medicina de Atención Primaria de los Centros de Salud, se incorporarán a los hospitales públicos. Nadie irá al paro. De momento, porque es conocido por sus Señorías el dicho popular que advierte; "Un médico cura, dos hay duda, y tres muerte segura".
Todas las personas enfermas o que crean padecer alguna dolencia deberán dirigirse a los Servicios de Urgencias de los susodichos hospitales públicos para ser atendidos. En las puertas y primeras líneas de estos centros sanitarios se encontrarán los vecinos y vecinas habilitados para tal efecto (será obligatorio saber leer y escribir), que diagnosticarán y recetarán teniendo en cuenta que "Más mata la receta que la escopeta", y sólo darán paso a otros servicios hospitalarios a los enfermos que, a su juicio, estimen más graves.
Aquellas personas a las que no les guste el nuevo modelo de Sanidad severliana, siempre podrán elegir, y contratar, los servicios de la compañía médica privada que estimen oportuna (las hay para todos los gustos y bolsillos). Sin más, aprobadas por unanimidad estas medidas, damos por resuelto el problema de la Sanidad en este país."
Como no iba a haber más declaraciones, decidimos marcharnos. En buena hora, porque pudimos ver como sus Señorías abandonaban la Asamblea subidos unos sobre otros, bien a la costilla o encima de los hombros, para mostrar su solidaridad con los enfermos, mientras coreaban la consigna: ¡Gástatelo en cocina y no en Medicina!
El Colegio Oficial de Médicos de Séverla no nos ha enviado ningún comunicado. Cuentan que desde que leyeron la Reforma Sanitaria aprobada se han quedado sin habla.
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