CIUDAD RODRIGO | Ni las obras en el Monasterio ni las malas previsiones meteorológicas afectaron a las celebraciones
De forma casi milagrosa, los mirobrigenses están pudiendo celebrar durante este viernes con prácticamente total normalidad la festividad del patrón de las gargantas, San Blas, que ha logrado esquivar todos los inconvenientes que aparecían en el horizonte poniendo en duda la celebración.
Por un lado, está el capítulo de las obras de las que está siendo objeto el Monasterio de La Caridad desde hace unas semanas, para transformarlo en un complejo hotelero de lujo. Tras dar su visto bueno los nuevos propietarios del Monasterio, y pese a que los obreros estaban trabajando a escasos metros, las celebraciones religiosas no encontraron ningún obstáculo por esa parte.
Sin embargo, aún era más preocupante el capítulo de la meteorología, ya que todas las previsiones anunciaban lluvias constantes para toda la jornada de San Blas, acompañadas de viento. Pese a que la madrugada sí fue movida en ese sentido, la mañana fue muy tranquila, y aunque el cielo estaba nublado, no se dudó en realizar la procesión al completo (cuando amenaza lluvia se limita al interior del Monasterio).
El único inconveniente para las celebraciones de este año ha acabado siendo, eso sí, una mezcla de los dos conceptos anteriores, ya que el patio del Monasterio tiene unas importantes roderas por el paso de vehículos para las obras, que con las lluvias de las últimos días se habían transformado en barro.
Eso hizo que incluso el Santo se apartase a un lateral a la hora de su paso por el patio del Monasterio, donde por cierto todavía se podían ver las líneas del campo de fútbol que se creó allí para el rodaje durante el mes de noviembre de la película Que baje Dios y lo vea (que también introdujo maquinaria de rodaje que ha podido ayudar a crear las roderas).
Por lo tanto, la celebración siguió el guión clásico, comenzando con la procesión de la imagen de San Blas desde el Monasterio hasta el agregado de Sanjuanejo (donde no se llegó a entrar del todo). A mitad de camino, estaban situados los usuarios del Centro Ocupacional de Asprodes, algunos de los cuales se acercaron al Monasterio para seguir la misa.
Tanto la procesión como la misa fueron presididas por el Obispo Raúl Berzosa, y contaron con la animación musical de los tamborileros José Ramón Cid Cebrián y Juan Antonio Muñoz, y la participación de representantes de la Guardia Civil y de los concejales Joaquín Pellicer, Beatriz Jorge Carpio, Jesús Sánchez Agudo y José Manuel Jerez.
En esos actos tuvieron evidentemente un protagonismo destacado los mayordomos de este año, José Antonio y Lourdes Baz Risueño, y su primo Borja Risueño Montejo, nietos todos ellos del señor Colás que fue presidente de la Cofradía de San Blas. En el tramo final de la eucaristía, se produjo el cambio de varas, cogiéndolas los mayordomos de la celebración de 2018, que serán el actual presidente de la Cofradía, José Antonio Paniagua, y su familia.
También como cierre de la misa, el Obispo procedió a la bendición de las 17.000 gargantillas preparadas, que se pusieron a la venta justo a continuación, al precio de 0,40 céntimos cada una. Los cofrades de San Blas pudieron recoger en un punto independiente sus gargantillas, de color rojo, el más repartido como siempre.
Mientras los cofrades se dirigieron al agregado de Sanjuanejo para disfrutar del convite (en los soportales del Centro Ocupacional de Asprodes y en una carpa anexa), comenzó una larga peregrinación de mirobrigenses hasta el Monasterio en busca de sus gargantillas, especialmente a partir de la hora de salida de los alumnos de los institutos.
Por las lluvias caídas, parece difícil celebrar San Blas al aire libre, por lo que es previsible que los jóvenes se refugien en sus peñas, dándose la circunstancia de que los que han optado por coger una caseta en el Paseo Fernando Arrabal, no la tienen todavía para aprovecharla este día.