"Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos".
Jorge Luis Borges
Todo lo que nuestra mente retiene nos mantiene conscientes de la realidad. Y aunque nada puede reemplazar los momentos vividos, es posible guardar el recuerdo para la eternidad. La fotografía, por ejemplo, es capaz de encapsular segundos, horas, meses, estaciones, décadas.
Mi columna de hoy quiero que sea por el valor de la Amistad y la memoria. Ver una fotografía es volver a vivir, sentir en la imagen el recuerdo y los sentimientos que afloran en las palabras de las personas que tienen en su mano determinados instantes de vida impresionados por la retina y por la cámara fotográfica. Salamanca es una ciudad de muchos recuerdos, por eso la melancolía se adueña del espíritu de las personas que entran en ella y se van o permanecen y que terminan haciéndose parte de su historia.
Como dijera un amigo que mucho tuvo que ver en la dinamización de la fotografía en Salamanca: "A la Amistad por la fotografía", lema que se mantiene vivo entre los amantes de este Arte, recuerdo en esta frase a Hilario Muñoz, Presidente de la Sociedad Fotográfica Salmantina
Estas consideraciones y otras muchas las pienso con motivo de un encuentro fotográfico con Ramón Rodríguez, 35 años transcurridos, más o menos, de nuestra coincidencia en la Sociedad Fotográfica de Salamanca, su exposición en la Cafetería del Casino nos llevó a muchas historias que han ido aconteciendo y sirvió para reunirnos en un diálogo a varias bandas con H. S. Tomé y con Gabriel Sánchez Holgado. Nada importa que la exposición haya cumplido su ciclo, nuestra memoria se hace eco de esas imágenes vertidas al papel y en la conversación interminable en esta mañana de enero, fría y al mismo tiempo cálida con el calor de la Amistad.
Todo viaje físico es, en el fondo, un viaje en el tiempo. Se deja atrás el pasado camino del futuro, Porque la fotografía, más allá de su sentido artístico o comercial, no deja de ser la actividad que nos proporciona al instante (o antes casi al instante) el recuerdo de un momento, de una anécdota vivida por las personas cercanas de nuestro entorno.
Que maravillosa es la mente que te permite almacenar todas aquellas cosas que alguna vez fueron parte presente de tu vida.
Infinidad de recuerdos de todos estos años, desde el comienzo de la actividad de la Sociedad Fotográfica que prácticamente coincidió con el comienzo de actividad de Ramón Rodríguez, anécdotas, el agua que se cae? , el mundo de los Rallyes, experiencias de vida.
Y siempre Ramón, caminando al lado de Hilario y creciendo junto a la marcha de la Sociedad, no quiero que sea esta columna un relato de la Agrupación sino el reconocimiento a una vida en la fotografía, como afición, paralela a su actividad profesional alternando las labores del taller con el laboratorio en el que se pasaba horas interminables al terminar su trabajo. Resulta curioso ver como la visión se transforma y se va de lo general a los detalles, también que los viajes de placer a La Antilla, se transforman en una magnífica exposición marina. La mirada se hace más exhaustiva hasta darnos una visión de los infinitos detalles que nos rodean, llegando a ser una abstracción, magnífica de la naturaleza.
En esta observación se encuentra el último trabajo de Ramón, fotos deliciosas de todo un cosmos en el que aparecen espacios infinitos de sueños y recuerdos.
Con Tomé, mente prodigiosa de recuerdos, Gabriel, gran fotógrafo y amigo y con Ramón la tertulia sirvió para recordar y sentir el placer de lo vivido. Placer por la Amistad que día a día se alimenta en esos recorridos en pequeños grupos surgidos de la vida de la Sociedad.
Gracias a Ramón, Tomé y Gabriel. "A la Amistad por la fotografía", en el recuerdo de lo vivido, en la esperanza de lo que seremos.
Foto: Ramón Rodríguez
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