Sr. Alcalde de la Muy Noble, Muy Heroica, Muy Leal e Inmortal ciudad de Zaragoza: Como perteneciente a una da las promociones salidas de esa honrosa Academia General, permítame comenzar esas líneas afirmando que, a juzgar por sus comentarios tan poco afortunados, esas siglas que adornan su formación política ZEC (Zaragoza En Común) afortunadamente tienen muy poco que ver con el común de los zaragozanos.
"La Academia General Militar de Zaragoza mantiene desde siempre una muy estrecha relación con lo que es el acontecer cotidiano de nuestra ciudad. Su historia corre paralela a la historia de Zaragoza, y hoy, después de tantos años dedicada a la formación castrense de jóvenes militares, su presencia sigue siendo muy querida y respetada por los vecinos de la capital del Ebro". Estas palabras figuran en el prólogo de un libro dedicado a la AGM y pertenecen a otro Alcalde de Zaragoza. De los varios cientos de compañeros conocidos que pasaron por ese Centro, no conozco uno solo que no guarde un grato recuerdo de la ciudad de Zaragoza y de sus gentes. Y eso a pesar de que nuestro paso por la Academia corresponde a una de las etapas de nuestra vida más duras en esfuerzo intelectual y físico.
Habla de "desmilitarizar" la AGM. Me da la impresión de que Ud. piensa como el grupo de "intelectuales" que, durante su paso por el Ejército, proclamaba aquello de que nunca se debía militarizar al civil, sino más bien "civilizar" al militar. Debo decirle que me siento muy orgulloso de la formación que recibí en la AGM. Allí me educaron en el amor a España y estimularon el espíritu militar para encaminarlo por el mejor camino de servicio a la Patria; todo ello aderezado con disciplina, espíritu de sacrificio, compañerismo, temple de alma, dignidad y austeridad. Pero también me proporcionaron los conocimientos profesionales y las aptitudes físicas para ser un futuro Oficial del Ejército Español.
Dice Ud. que Zaragoza quiere una Academia General no militarista. En primer lugar, es Ud. quien lo dice, no es Zaragoza; y, en segundo lugar, si para no ser militarista debían haberme enseñado a cargar al Estado mis gastos en artículos tan importantes para mi profesión como son los de aseo personal, cada vez me alegro más de que no fuera Ud. el Jefe de Estudios.
Afortunadamente, los conocimientos que adquirí en la AGM no he tenido necesidad de emplearlos en un campo de batalla pero, aunque no lo sepa, sí que los he empleado, y mucho, en una labor social que no todo el mundo le reconoce al Ejército. A las órdenes de los Oficiales salidos de esa Academia han estado millones de jóvenes españoles que también aprendieron a servir a la Patria, a estrechar lazos de amistad y compañerismo, y, muchos de ellos, a mejorar su nivel cultural. Ya sé que Ud. me dirá que también hubo jóvenes que, a su paso por el Ejército, adquirieron vicios que no tenían. Por desgracia, como en otros colectivos, es cierto; pero no toda la responsabilidad debe recaer sobre sus mandos y sí habría que buscarla en algunos compañeros sin escrúpulos. Como Oficial ya jubilado ?pero militar en activo- sigo diciendo que mi mayor patrimonio es la cantidad de españoles que sirvieron a la Patria a mi lado y que, cuando me reconocen por la calle, se paran para saludarme. Para ilustrar lo que acabo de decir baste el ejemplo de un soldado que, dos años después de licenciado, vino a saludarme y darme las gracias porque, con los conocimientos que junto a otros Oficiales le habíamos proporcionado en las clases vespertinas de formación profesional, había obtenido un empleo por el que cobraba el doble que yo.
Si todo el mundo pensara como Ud. sobrarían los ejércitos, y la policía, y los jueces. Me imagino que en su esquema seguirían figurando los políticos, y, a ser posible, con muy buen sueldo y pocas soluciones. No siga por ese camino porque los que comparten sus ideas están demostrando su incapacidad para ser útiles a la sociedad. Sin embargo, ese ejército que Ud. aborrece, dirigido por Oficiales militaristas, goza del máximo prestigio internacional y sigue siendo muy útil en España y fuera de ella.
Antes de acabar, quiero recordarle algo que a Ud. se le ha "escapado". En la AGM también teníamos asistencia religiosa, de la que quien esto escribe se muestra partidario. ¡Lástima que no hayan podido terminar con ella!
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