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Un picador y nada más
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Un picador y nada más

Actualizado 29/01/2017
Jesús Cid

CIUDAD RODRIGO | Otro tentadero donde los muchachos han demostrado un nivel muy bajo como no se recordaba en años

Por Jesús Cid

Cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor. Tendemos a idealizar aquello que no vimos quizá porque llega a nuestros oídos de una forma matizada y depurada en exceso. Pero eso es ley de vida y nosotros le contaremos a las generaciones venideras que en nuestra época todo era mejor. El cainita mundo del toro y las gentes que lo habitan hablan de los años pretéritos con un punto de melancolía y un exceso de valoración cuando la realidad es que hoy se torea mejor que nunca y las ganaderías crían animales, machos o hembras de cualquier edad, mucho más seleccionados y preparados para lo que se les exige en la lidia.

Un picador y nada más   | Imagen 1Los toros y las vacas de hoy son bastante más bravos y bravas que los de hace 50 años. La diferencia radica en que entonces había un público apasionado, fiel y entregado que llenaba los tendidos de las plazas de toros y que permitió hacerse ricos a toreros vulgares con utreros desmochados. Hoy el desencanto y abandono de la afición, la falta de jóvenes que aseguren la continuidad, la reducción de festejos y sobre todo la imposición del movimiento animalista que acapara los medios, pinta un futuro oscuro para los que empiezan que quizá aceptarían de buen grado las limitaciones y miserias de los años cincuenta y sesenta con tal de ver una tauromaquia más integrada y aceptada en la sociedad de la que tenemos hoy en día.

Hablar de Clairac es hacerlo de una ganadería salmantina emblemática, de un encaste propio cuyo origen Gamero Cívico se mantiene desde que don Rafael Lamamié de Clairac se trajo en 1925 seiscientas reses bravas desde Andalucía al Campo Charro. Es la ganadería que se lidió en la inauguración de la Plaza de Toros de la Glorieta en Salamanca (1893) y sólo por eso merece un lugar destacado en la historia de la tauromaquia. Envió el ganadero seis becerras gordas y fuertes, complicadas y exigentes en líneas generales; ninguna imposible pero tampoco hubo una que se rebosara en la muleta, quizá en manos más experimentadas las hubiésemos visto de otra manera.

Un picador y nada más   | Imagen 2Hemos asistido a otro tentadero donde los muchachos han demostrado un nivel muy bajo como no se recordaba en años, ni siquiera es excusa que dado el gran número de participantes tuvieran que torear cuatro aspirantes cada becerra, ya que incluso ni los que se pusieron delante en primer lugar fueron capaces de hacer alguna faena de un mínimo interés. Demasiados enganchones, desarmes y feos revolcones producto de una técnica ínfima y que dice muy poco de aquellos que les animaron a inscribirse y confirma la necesidad de hacer una selección previa antes de someterse al veredicto del público. Es por su bien.

Lo tiene el jurado bastante complicado para clasificar a un grupo de torerillos con el mínimo de nivel exigible de aquellos que han de enfrentarse y matar un novillo en el Carnaval de Ciudad Rodrigo. Anoto algunos nombres que destacaron sin alegrías con un listón muy bajo: Juan Collado Díaz (Madrid) dos tandas buenas con la mano zurda, Miguel Uceda Vargas (Sevilla) firme y corriendo bien la mano, y el salmantino Borja Serrano que poderoso y técnico resolvió aceptablemente.

Un picador y nada más   | Imagen 3Lo mejor de la tarde sin duda fue el picador Francisco María. A lomos de un ligero caballo blanco, o yegua ya que el peto no me dejó ver su condición sexual y en ello anduve casi toda la tarde. Francisco dio toda una lección de monta, torería y las agarró siempre arriba. Un lujo.

Por algo forma parte de la cuadrilla de una máxima figura del toreo. Un saludo también para su madre por traer semejante artista al mundo y por la educada y cordial conversación que me brindó a lo largo de una decepcionante tarde. He dicho.

Reportaje gráfico: Adrián Martín

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