Profesor de Derecho Penal de la Usal
La verdad es que la semana ha venido cargada de noticias interesantes, desde las insólitas y tristes decisiones del nuevo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, como la determinación de la construcción del muro en la frontera con Méjico o la eliminación de la pagina web presidencial en castellano, pasando por la noticia (¡por fin!) de que será retirado el medallón de Franco de la plaza mayor de Salamanca, hasta las burdas y patéticas declaraciones de Rajoy ante los medios de comunicación.
Voy a centrarme en el comentario de estas últimas, las declaraciones del jefe del ejecutivo, que no tienen desperdicio. En primer lugar, cuando le preguntaron, -aprovechando su intervención en el Foro del periódico ABC celebrado en el casino de Madrid-, qué opinaba del cierre de la versión web de la Casa Blanca, en lengua castellana, no sólo no lo criticó, al decir que esa web estaba "en construcción", -cuando el ministro de Justicia había manifestado, en un acto académico de la Universidad de Salamanca, que no le parecía bien-, sino que aprovechó para atacar a la Generalitat de Cataluña, diciendo que su web no está disponible en castellano; algo que no es cierto, dado que esta página web sí aparece en la lengua de Cervantes. Rajoy hizo el más espantoso de los ridículos, demostrando una desinformación escandalosa, que no es más que producto de la inquina que le tiene a los mandatarios catalanes. Su actuación, como siempre, continúa generando discordias y enfrentamientos territoriales. ¡Ya tienen tema de debate los tertulianos de los programas televisivos de este fin de semana!
Pero las "Rajoyadas" no se quedan ahí, han abundado en una entrevista que le han hecho en Onda Cero Radio. A la pregunta de qué iba a hacer el gobierno para abaratar el precio de la luz, dijo que bajará el precio de la luz porque va a "llover". ¡Qué curioso!, resulta que Rajoy, en 2007, se mofaba del grave problema del cambio climático cuando manifestó que tenía un primo catedrático de física en Sevilla que le había dicho que "no le garantizaba el tiempo que iba a hacer al día siguiente en la ciudad hispalense, como para saber lo que iba a hacer dentro de trescientos años". Sinceramente, no sé dónde está la gracia. Y qué decir de "los hilitos de plastilina" refiriéndose a la catástrofe del chapapote provocada por el petrolero Prestige, o cuando dijo que "ETA es una gran nación" y que España está "llena de españoles".
Otro ejemplo de estas "perlas" en la referida entrevista radiofónica fue la alusión que hizo al juicio del caso "Gurtel" y que después de 8 años "ya era hora de que se celebrara". A lo que el entrevistador hábilmente le espetó que esas declaraciones no eran compatibles con la maniobra realizada por los abogados del PP, que hace sólo cuatro meses solicitaron la nulidad del juicio, argumentando Rajoy que de eso no sabía nada, "no estoy en el tema, me ha sorprendido usted".
Estas declaraciones han coincidido en el tiempo con la publicación, por parte de la ONG Transparencia Internacional (TI), del informe sobre corrupción en el mundo. Los datos no dejan nada bien a nuestro país, que ocupa el puesto 41 (de 176) y el 17 (de 28) de los de la UE. España baja 5 puestos en relación al año pasado, algo que para TI es "bastante grave"; mientras otros países adelantan posiciones, nosotros retrocedemos y España está ahora en el peor puesto de todas las series históricas. Los países menos corruptos del mundo, por este orden, son: Dinamarca, Nueva Zelanda, Finlandia y Suecia. Por cierto, tuve ocasión de escuchar la noticia también en la televisión pública que, como siempre, no dijo toda la verdad, porque lo único que hizo fue informar que España ocupa el puesto 41 y que el peor calificado, el más corrupto, como ha pasado en los últimos años, es Somalia. Una clara manipulación, porque, aunque la información objetiva emitida, es real, no se ha contrastado con los datos de anteriores estudios.
Un presidente de gobierno tiene el deber de conocer la realidad política y social y estar puntualmente informado, con mayor motivo que el resto de los ciudadanos. Además, dispone de todo un gabinete de comunicación a su servicio. Por ello, no puede presumirse que estos errores sean producto de una indigencia intelectual de Rajoy, sino más bien de una flema irritante y presumiblemente malintencionada, que demuestra un total desprecio hacia los periodistas que le preguntan y, por ende, a los ciudadanos que le están escuchando, que no son imbéciles.
Rajoy sabe que su partido, el PP, intentó anular el juicio de la Gürtel, lo mismo que conocía perfectamente las irregularidades contables que se realizaban en Génova 13. De lo contrario, no parece muy lógico que una persona tan desinformada pudiera ser el máximo responsable de uno de los tres grandes poderes del Estado.
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