"La verdadera ciencia enseña, sobre todo, a dudar y a ser ignorante"" (Miguel de Unamuno)
ENTRE PUENTES
LA CIENCIA RIGOR O ESPECTACULO
La ciencia, que hasta hace poco nos parecía una forma de sacerdocio, un oficio oculto y huidizo de las pompas terrenales, por momentos no puede sustraerse a las tentaciones de espectáculo trivial y fanfarria mediática. Hace algunos años, las novedades científicas eran difundidas con cierta discreción a través de tratados, documentos o revistas de reconocido prestigio demostradas e irrebatibles; hoy, esas mismas revistas están al cabo de la calle, o tecla de clik y además publican trabajos de variada catadura (se admiten excepciones) entre los que se encuentran una serie de pamplinas antológicas, con el único propósito de atender la curiosidad de un público ávido y mediático. Hace apenas unos años, los ámbitos de influencia de esas revistas o tratados eran el laboratorio y la tribuna académica; hoy- como digo -, dichos ámbitos se extienden a los vastos paramos de la divulgación periodística. Y, su afán de expansión ha propiciado una rebaja bastante vulgar y cutre en el nivel de exigencia; ahora no importa tanto la entidad científica de la aportación como su repercusión en esa gran feria de las vanidades que son los medios de adoctrinamiento de masas.
La ciencia, como el deporte, se ha convertido en un mero espectáculo. En esa carrera alocada en pos de la espectacularidad, no tardan en florecer los métodos poco escrupulosos, las proclamas sensacionalistas, la utilización alocada de datos poco concluyentes. Puesto que cada nuevo descubrimiento importa, sobre todo, por sus repercusiones mediáticas y comerciales, el rigor, la probidad y demás escrúpulos que antaño regían en la actividad de los científicos, han sido como en tantas otras cosas, y especialidades que merecían un respeto, sustituidos por el guirigay, el batiburrillo de esa inmediatez que nos atosiga y nos agobia. A veces este afán de aturdir a la audiencia, con nuevas cabriolas, palabras hueras, y despropósitos turulatos hacen que las banalidades más estrafalarias, siempre estén bendecidas por una cierta apariencia de cientifismo, que son encumbradas al rango de dogmas de fe. Quizá ocurra que los seres humanos, huérfanos de supersticiones religiosas a las que aferrarse, necesitan invertir su credulidad en patochadas con marchamo de laboratorio, sin descartar evidentemente que esta caiga en la parodia y el esperpento.
¿Recuerdan ustedes, la que origino la comunidad científica, con la Sabana Santa? ¿Recuerdan que trataron de convencernos, con el aspecto de Jesucristo, como un tío cetrino, cejijunto de gesto hosco y facciones rusticas, que nada tiene que ver, con que nosotros conocemos? Pues ahora toca la tumba. Y tal como se publica la noticia la escribo:
No había visto la luz desde el año 1555, hasta ahora. Un equipo de expertos griegos ha dejado al descubierto la losa de la que tradicionalmente se considera Iglesia del Santo Sepulcro en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Según publica el National Geographic, los resultados preliminares de la investigación indican que las porciones de la tumba se siguen conservando y han sobrevivido a los daños, el derribo y la reconstrucción del templo.
El custodio adjunto de Tierra Santa Bonifacio de Ragusa ordenó hace cinco siglos cubrir la tumba con una losa de mármol para protegerla. El franciscano fray Artemio Vítores, quien fuera custodio adjunto del lugar aseguró en declaraciones a EFE que Bonifacio pidió "una partida en dos para que pareciera inservible y no la robaran". La medida quería evitar, supuestamente, que los peregrinos desprendieran trozos de la tumba como recuerdo. Durante las obras que se realizaron fue la última vez que se pudo ver la losa original.
El lugar más sagrado para la Cristiandad consiste en una plataforma de piedra caliza que fue tallada en la pared de una cueva. Los investigadores iniciaron las labores para retirar el revestimiento de mármol la noche del 26 de octubre. Tras 60 intensas horas de trabajo ininterrumpido, pudieron comprobar que la piedra original se mantenía intacta.
Frederick Hiebert, arqueólogo, detalló al National Geographic que aunque todavía no se puede confirmar al 100%, "parece haber pruebas visibles de que la ubicación de la tumba no ha cambiado a lo largo del tiempo", algo que científicos e historiadores se han cuestionado durante décadas. Y, así nos queda preparado el cuerpo, para que aceptemos una vez más sin escándalo que; la lápida, ahora encontrada, es la auténtica. Es que amigos: La ciencia con estos barullos nos tiene un poco idiotizados? creo yo? vamos.
Fermín González Salamancartvaldia.es (Blog Taurinerías)
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