Desde hace algún tiempo, llevo observando que aquellas personas, grupos, partidos? que más presumen de democracia, de igualdad, de fraternidad y todo lo que ustedes quieran, son los que menos la respetan y menos aún la practican, tal vez sea por aquello de dime de qué presumes y te diré?
Son personas que tienen tan asumido que no hay más democracia que aquella en la que ellos creen y aquella que a ellos les interesa, y que todo lo demás son mentiras, corrupciones, mangoneos?, que se niegan a cumplir con las obligaciones que el cargo, al que de forma completamente libre y voluntaria se presentaron, les obliga. Sólo aceptan aquello con lo que están de acuerdo, todo lo demás no sirve, por lo tanto no lo cumplo. Y encima alardean de ello como si de una hazaña se tratara, y lo peor es que hay gente que aplaude este tipo de actitudes, siempre y cuando sean los suyos quienes las practiquen. Porque todo lo que hacen los míos siempre está bien, por el mero hecho de ser los míos. Mientras que todo cuánto hacen los demás está mal, por el mero hecho de ser los otros. Siguiendo esta dinámica vemos que algunos dicen cosas como que esa no es mi Constitución, que ese no es mi himno, que esa no es mi bandera, que ese no es mi país, que esas no son mis tradiciones, que esas no son mis leyes? y por lo tanto no me veo obligado a cumplirlas, y no las cumplen.
El pasado mes de noviembre, en la apertura de la XII Legislatura en la Cámara Baja, un diputado acudió al Congreso con una camiseta con el lema "Yo no voté a ningún Rey". Bueno ¿y qué? Yo tampoco le he votado a usted y está ahí, y no se me ocurre ir a increparle por ocupar un escaño para el cual yo no le he votado. Tengo dudas sobre si este tipo de personas se dan cuenta de que en este mundo, además de ellos, hay otras personas, y que además tienen los mismos derechos y obligaciones que ellas. Esto sí que es duro de asumir.
La diferencia está, en que yo sí respeto su presencia en la Cámara y creo en la bondad de la diversidad de ideas y creo que las ideas de los que le han votado deben estar representadas en las Cámaras, pero siempre respetando las normas del juego. No se puede jugar al futbol llevando el balón en las manos, porque tenga dos pies izquierdos. Si no estoy de acuerdo con las normas, tendré que luchar por cambiarlas, pero siempre dentro de las normas.
Algo parecido ocurre, cuando escuchamos una sentencia que no se ajusta a nuestros gustos. Enseguida montamos en cólera, ponemos al juez de inútil para arriba y nos manifestamos, increpamos y le acusamos de corrupto. Mientras que los acusados son unos santos varones que lo único que han hecho es defender a sus compañeros, la democracia y la dignidad de los trabajadores, ¿por qué medios? Eso que importa. Son los jueces, los que no saben impartir justicia. Nosotros sí sabemos, aunque no tengamos ni idea de leyes. Nosotros, sin necesidad de escuchar a testigos, peritos, agentes de la policía (a estos ni verlos), sin necesidad de prueba alguna, sabemos perfectamente, quienes son culpables y quienes inocentes.
¿Protestar por todo aquello que consideremos injusto? por supuesto, ¿Hacer que nuestra voz se oiga? Que nunca se quede nadie sin decir aquello que considera que debe decir. Pero siempre dentro de las normas, dentro del respeto, la tolerancia y atendiendo a la posibilidad de que lo que pedimos puede que no sea lo mejor o que no sea viable. Y por encima de todo esto, trabajando, aportando ideas y esfuerzo. No protestar por protestar y luego, una vez concluida la manifestación, meternos en una bar para hartarnos de cervezas y rematar la jornada quemando contendores, rompiendo escaparates y tirando piedras a la policía, que mola cantidad.
Luego, al día siguiente, ya tenemos a los grupos de marras manifestándose, porque a nuestros colegas les han metido en el trullo por defender la democracia y la libertad de expresión. Vamos, la pescadilla que se muerde la cola.
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